Retrato de un caricaturista

Para Yves no era seguro vivir en su país. Contaba que solía moverse entre ciudades sin avisar a su familia, para no ponerlos en peligro ni alertar a quienes lo perseguían.

Gerson Ortiz

julio 14, 2024 - Actualizado julio 13, 2024

Parto de la desventaja que tienen las palabras frente a las imágenes. El dibujo, como aliado del silencio, es una forma muda de poesía que es brutal en eso de condensar el discurso, el dolor o la historia.

Escribo este relato en memoria de un hombre que la vida puso en un continente lejano, pero su energía y su legado artístico lo han acercado a personas, lugares e historias comunes. Su nombre era Yves Kulondwa y su pseudónimo Kayene. Murió en Ruanda el pasado fin de semana y las circunstancias de su muerte todavía se desconocen.

Yves nació en Bukavu, una ciudad de la República Democrática del Congo, lugar del que tuvo que huir a los 22 años debido a amenazas de muerte generadas por su defensa del medio ambiente.

Cuando el Ministerio de Medio Ambiente del Congo quiso vender una gran superficie de selva tropical a la industria maderera, Yves fue contratado por Greenpeace para hacer una campaña que generara conciencia del peligro medioambiental que significaba esa negociación. En ese momento se convirtió en un hombre capaz de detener un negocio opaco del Estado a fuerza de dibujos y, por lo tanto, en un hombre “peligroso”.

Yves Kulondwa «Kayene»

Después de la campaña su vida cambió. Primero intentaron sobornarlo, después empezó a recibir amenazas telefónicas y luego fue envenenado.

“Probablemente fui envenenado. Cuando estuve recientemente en el Congo, estuve en el hospital durante dos semanas después de comer ¿comida envenenada? Esa sería la primera vez. Tengo un estómago fuerte”, contó al medio holandés Deen Hag Central.

En 2014, Yves empezó a publicar caricaturas en un medio regional de su país. Usar su seudónimo, Kayene, lo mantuvo protegido un tiempo, sin embargo, tres periodistas de ese medio fueron asesinados. “Dos fueron envenenados y el otro murió misteriosamente”, contó el artista a Deen Hag Central el año pasado. Las circunstancias de su muerte también son un misterio hasta hoy.

La República Democrática del Congo ocupa el puesto 123 del Índice de Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras 2024, ese derecho está catalogado como “difícil” junto a otros 48 países que persiguen a sus periodistas, entre ellos Guatemala. Freedom House cataloga al país como “no libre” y le otorga una calificación de 19 sobre 100 en su Índice de Libertad en el Mundo

Phallocracy – Yves Kulondwa «Kayene»

Para Yves no era seguro vivir en su país. Contaba que solía moverse entre ciudades sin avisar a su familia, para no ponerlos en peligro ni alertar a quienes lo perseguían. 

El año pasado presentó sus dibujos en un concierto que la banda Coldplay dio en Holanda. Después expuso sus obras en La Haya.

Solía contar que era el único ciudadano de la República Democrática del Congo que se identificaba como “caricaturista” en su pasaporte.

Lo conocí el año pasado, en un taller sobre derechos humanos. Su forma pausada de hablar fue la más conveniente para intercambiar historias de periodismo en un inglés que no pertenecía a ninguno de los dos, pero que nos conectó de forma inexorable. No fue una coincidencia que más de una vez conversáramos en una calle llamada Esperanto. 

La noticia de su muerte me dejó muy conmovido y me hace pensar en lo peligroso que sigue siendo pensar y “decir”, ya sea con palabras o con dibujos.

Descansa en paz, hermano.

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