Red, White, and Blueland, o metales de Groenlandia para ChatGPT

En el mes que Donald Trump lleva como presidente, alaba el expansionismo y expresa su admiración por el expresidente William McKinley, quién anexó Hawái, Puerto Rico, Guam y Filipinas. Trump quiere un legado similar y a la gente le encanta elogiarlo por ese afán expansionista.

Vaclav Masek

febrero 16, 2025 - Actualizado febrero 15, 2025

Buddy Carter, representante de la Cámara Baja de los Estados Unidos por el estado de Georgia, presentó un proyecto de ley para cambiar el nombre de Groenlandia a Red, White, and BluelandTierra Roja, Blanca y Azul.

La iniciativa de ley ordenaría al nuevo Secretario del Interior, Doug Burgum, supervisar e implementar el cambio en la documentación oficial y en los mapas para referirse a Groenlandia con su nombre actualizado; algo así como lo que pasó con el Golfo de México.

“Estados Unidos ha vuelto y pronto será más grande que nunca con la incorporación de Red, White y Blueland”, dijo el diputado Carter en un comunicado de prensa. “El presidente Trump ha identificado correctamente la compra de lo que ahora es Groenlandia como una prioridad de seguridad nacional, y daremos con orgullo la bienvenida a su gente para que se una a la nación más libre que jamás haya existido cuando nuestro negociador en jefe firme este acuerdo monumental”.

Figura 1. Resolución ingresada en la página oficial de la Cámara Baja de los Estados Unidos que dice: H.R.1161 – Para autorizar al presidente adquirir Groenlandia y renombrarla “Red, White, and Blueland – 119no Legislatura (2025-2026).”

El proyecto de ley se presenta mientras Trump sigue presionando para la compra de Groenlandia a Dinamarca, y no es el primer presidente estadounidense con intentar adquirirlo. Pero Groenlandia no es sólo una franja vacía de hielo. La isla alberga desde hace siglos comunidades indígenas, predominantemente inuit. El primer ministro de Groenlandia, Mute Egede, ha dicho repetidamente que la isla no está a la venta.

Aunque sirva como una arma de distracción masiva, la gran batalla por Groenlandia probablemente tenga que ver con los recursos para mejorar modelos de inteligencia artificial como ChatGPT, Gemini, Claude o Midjourney.

La obsesión de Trump por Groenlandia podría ser la extracción de metales para los multimillonarios tecnológicos. La adquisición del territorio ártico podría reducirse a la extracción de litio para crear baterías de automóviles y extraer metales preciosos para construir los centros de datos que en Estados Unidos  propulsionarían las capacidades en las herramientas de inteligencia artificial.

Como reporta Gizmodo, un medio independiente con cobertura especializada en el sector tech y Silicon Valley, existen ya varias empresas lanzadas por lo que yace bajo la tundra.

Entre ellas está KoBold, que tiene su sede en Berkeley, California y utiliza inteligencia artificial para buscar metales como cobalto, litio, cobre y níquel. La empresa es básicamente propiedad de los ejecutivos más poderosos de la industria tecnológica. Entre sus inversionistas están Jeff Bezos, de Amazon; Sam Altman, de OpenAI; Mark Zuckerberg, de Meta; Marc Andreessen, inversionista de riesgo; y hasta Bill Gates, de Microsoft.

KoBold tiene como objetivo extraer materiales esenciales para los tecnologías avanzadas (por ejemplo, semiconductores, baterías, turbinas eólicas, vehículos eléctricos). También, la infraestructura de la IA (como centros de datos, hardware) requiere metales como el cobre (para el cableado) y tierras raras (para los imanes de los servidores). Al presentar estos proyectos como necesarios para la “transición verde”, empresas como esta intenta legitimar la extracción a gran escala en Groenlandia, a pesar de los riesgos ecológicos locales y las preocupaciones sobre la soberanía indígena Inuit.

Desde ya, KoBold forma parte del proyecto Disko-Nuussuaq, una iniciativa minera para perforar en busca de minerales a lo largo de la costa occidental de Groenlandia. También ha obtenido una licencia de exploración minera para la isla Disko, que se encuentra frente a la costa occidental de Groenlandia, para los años 2024-30.

Figura 2. Área MEL 2024-30 recientemente otorgada a Nikkeli Greenland A/S en la costa noreste de la isla Disko, centro-oeste de Groenlandia

La plataforma de inteligencia artificial patentada de Kobold analiza datos geológicos para identificar áreas ricas en recursos de manera más rápida y económica que los métodos tradicionales. Si bien se comercializa como innovadora ya que la tecnología permite una extracción hipereficiente, profundiza el papel de Groenlandia como proveedor de materias primas para las industrias del Norte Global en lugar de fomentar la soberanía económica local.

Pareciera obvio pero es importante recalcarlo. La industria de la IA tiene planes importantes para ampliar sus operaciones en los próximos años y, para ello, va a necesitar un fácil acceso a dos cosas: materias primas y energía. La semana pasada, la administración Trump anunció el proyecto “Stargate”, un esfuerzo de 500 mil millones de dólares para construir centros de datos en todo Estados Unidos con dinero de OpenAI, NVIDIA, Microsoft, Oracle y otros actores importantes de la industria de la IA. El proyecto busca crear una “infraestructura de IA” sin precedentes para que Estados Unidos pueda competir con China en la carrera por construir formas cada vez más avanzadas de IA.

Hay intereses geopolíticos más amplios. La apuesta de Trump para 2025 por «asegurar minerales críticos» subraya cómo las agendas verdes enmascaran el acaparamiento imperial de recursos. Estados Unidos ya tiene pleno acceso a la minería en Groenlandia (sólo una empresa estadounidense, KoBold, ha solicitado una concesión y la ha obtenido), así como total discreción en lo que respecta a la presencia militar. Es el ego americano personificado por el presidente actual; el espíritu imperialista-tecnofeudal fundamentado en la mentalidad de agente de bienes raíces. En el mes que lleva como presidente, alaba el expansionismo y expresa su admiración por el expresidente William McKinley, quién anexó Hawái, Puerto Rico, Guam y Filipinas. Trump quiere un legado similar y a la gente le encanta elogiarlo por ese afán expansionista.

Las operaciones de KoBold en Groenlandia revelan la paradoja del extractivismo verde: las soluciones climáticas que dependen de la extracción de recursos sin control profundizan las desigualdades globales. Si bien la inteligencia artificial agiliza el descubrimiento de minerales, también afianza sistemas en los que los costos ambientales se descargan en regiones marginadas. Abordar esto requiere rechazar la explotación impulsada por la tecnología enmascarada de sostenibilidad, pero, por supuesto, se trata de dinero. Lo único que hacen los estadounidenses—hoy más que nunca una oligarquía—es sentarse a contar el dinero que tendrán en el futuro, hablar del dinero que hacen, preocuparse por su dinero, obsesionarse con cómo ganar más dinero… y mientras tanto, la IA china los ha superado por culpa de esta introspección. Pero divago.

La más reciente iteración del Manifest Destiny se ha actualizado para incluir litio y tierras raras. Los metales raros son el nuevo petróleo, escuché a alguien decir. Por lo tanto, ¿es desbaratado pensar que Groenlandia podría ser el nuevo Irak? Por todas sus declaraciones inéditas sobre Groenlandia–quizás pronto renombrada como Red, White, and Blueland—, Trump tuvo que realizar una visita relámpago a Dinamarca y descubrió que es un miembro fundamental tanto de la OTAN como de la UE, y por lo tanto puede elegir entre una guerra comercial con el mercado único más grande del mundo o deshacerse de un aliado cercano.

La extracción de recursos de Groenlandia es un microcosmos de tendencias más amplias en las que los avances tecnológicos y los imperativos climáticos impulsan la competencia geopolítica y la explotación de los recursos, que entraña riesgos éticos. La inteligencia artificial alimenta y depende de este sistema, lo que plantea preguntas urgentes sobre la sostenibilidad, la equidad y el verdadero costo de un futuro digitalizado y con bajas emisiones de carbono.

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