Cuerpos, sexualidades, erotismos

Para que una sociedad pueda convivir pacíficamente es necesario erradicar todas las formas de violencia que hieren y lastiman, y se adopten relaciones de armonía entre las personas y el entorno natural del cual somos parte.

Ana Cofiño     abril 28, 2024

Última actualización: abril 27, 2024 7:03 pm

En el marco de la Feria de Editoriales organizada recientemente por el Centro Cultural de España, se presentó el libro ¿Por qué cuerpos, erotismos y sexualidades? Recopilación de aprendizajes y narrativas desde un diplomado que transforma nuestras historias, publicado por Q’anil, organización feminista en la que participan mujeres diversas en edades, opciones, culturas, y que ofrece un diplomado que recoge las vivencias y experiencias de las participantes al tiempo que propone vías de sanación a través de terapias de reencuentro y de interaprendizajes. Los contenidos del texto abordan los ámbitos biológicos, psicológicos, espirituales, culturales y políticos en donde la sexualidad se desenvuelve, ofreciendo posibilidades para disfrutar de la vida.

Considero de suma importancia que en Guatemala se traten estos asuntos que parecieran no existir debido a la censura y al conservadurismo que imperan hasta la actualidad en materias relacionadas con los cuerpos, particularmente los de las mujeres. El Estado de Guatemala ha contribuido activamente para que las diversas expresiones de la sexualidad sean estigmatizadas y satanizadas, quizá por sus vínculos históricos con las iglesias, fortalecidos con la implantación de corrientes fundamentalistas recalcitrantes basadas en el oscurantismo y las opresiones. Otra razón de este silenciamiento forzoso es la exacerbada misoginia que lo ha caracterizado a lo largo de su existencia, misma que se evidencia en el machismo cotidiano ampliamente extendido a lo largo y ancho de la sociedad, en sus leyes, en sus mandatos, en una cultura de violencia atroz.

Aunque carecemos de cifras concretas y estudios especializados en estos temas, es un hecho que para la mayoría de las mujeres en Guatemala la sexualidad es un aspecto oscuro, triste, frustrante de sus vidas, dado que se ha asumido como natural que se ejerza con violencia hacia ellas. Sólo el año pasado se contabilizaron más de 70 mil embarazos forzados en niñas y jóvenes menores de 18 años, lo que demuestra las dimensiones de la podredumbre. Ese dato revela que hay igual número de violadores, entre padres, abuelos, hermanos, maestros, curas y demás personajes “educados” en la idea de que los cuerpos de las mujeres son objetos o mercancías de las que pueden disponer a su antojo.

He escuchado a jóvenes de distintas clases sociales decir que les da asco tener relaciones sexuales, que no les gusta “ensuciarse” en ese acto que desde mi perspectiva tendría que suceder en un entorno de ternura y con el cuidado y el afecto que caracterizan al erotismo. Mujeres que no saben que tienen derechos han sido víctimas de afrentas innombrables, lo que ha conducido a albergar sentimientos opresivos como el miedo, la amargura, la frustración y el resentimiento. Señoras del campo y la ciudad han confesado recurrir a distintas estrategias para evitar el encuentro sexual, porque les provoca fastidio, dolor, cuando no consecuencias dañinas para la salud. Hay una gama interminable de historias donde las mujeres han padecido auténticos horrores debido a que no existe una educación para mujeres y hombres que nos permita conocer nuestros cuerpos y nuestros derechos; también porque al placer se le ha considerado pecaminoso e inmoral, exclusivo patrimonio masculino, además.

Egon Schiele

Las feministas en el mundo, desde que cobramos conciencia de la situación desventajosa en que nos ubica el sistema patriarcal, hemos buscado las causas de esa injusticia que usualmente se acompaña de violencia. Los relatos compartidos en círculos de reflexión y estudio han sido fuentes desde las que hemos ido comprendiendo cómo la sexualidad de las mujeres nos ha sido arrebatada en diferentes tipos de despojo que van desde una ideología que desprecia a las mujeres hasta prácticas toleradas de violación. Saber que existe un sistema complejo de relaciones desiguales que beneficia a los hombres con poder y privilegios ha sido un paso fundamental para llegar a la conclusión de que, así como fue instalado utilizando la fuerza bruta, se puede desmontar por medio de prácticas que lo desenmascaran, en tanto recuperan y construyen formas amorosas de cuidado y afecto para sostener las redes de la vida.

Reivindicar el placer es un planteamiento político radical que pone al deseo en el centro, pero concebidos ambos como sentimientos liberadores que generan bienestar. Las concepciones feministas que hemos ido acuñando abren posibilidades de ser personas dignas, que contribuyen para que la sociedad viva mejor. En el libro que comentamos, se reivindica el origen amoroso del mundo, con argumentos científicos que ponen de relieve cómo han sido la colaboración y la cooperación las que han sostenido las redes de la vida, y no las armas y las luchas de poder.

Para que una persona pueda tener una vida equilibrada y satisfactoria, es necesario que su cuerpo, su sexualidad, sus sentimientos y afectos se desenvuelvan en un ambiente sano, propicio para el disfrute y el bienestar. Para que una sociedad pueda convivir pacíficamente es necesario erradicar todas las formas de violencia que hieren y lastiman, y se adopten relaciones de armonía entre las personas y el entorno natural del cual somos parte. La dignidad que merecemos y a la que aspiramos se construye desde los espacios de la intimidad hasta los públicos, con voluntad y decisión. Guatemala podría ser un país en el que todas las personas podrían vivir bien, pero ello requiere la determinación y el empeño de todas las personas.

Leamos, indaguemos, conversemos sobre nuestras sexualidades, pensándolas más allá de la genitalidad y la posesión. De esa manera se podría develar los problemas y darles solución. Continuar negando y acallando ese aspecto vital de la humanidad es prolongar la agonía. Sanar y cuidar con amor nuestros cuerpos y los de todos los seres que habitamos el planeta es un camino que nos puede salvar de la destrucción. Disfrutar en compañía o a solas, aprender a escuchar nuestros deseos y pulsiones, encontrar satisfacción en nuestros cuerpos son posibilidades luminosas de bienestar.

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