El dolor por la partida del escritor, periodista y editor Luis Aceituno se ha manifestado de manera excepcional tanto a través de los textos de nuestros columnistas, como en diversos medios de comunicación y las redes sociales.
Desde la mañana del domingo 8 de diciembre, cuando se conoció la noticia de su fallecimiento, no han dejado de desfilar los testimonios de sus colegas, amigos, pupilos, lectores y admiradores. Muchos de ellos han contribuido a revelar los multifacéticos talentos de quien no solo incursionó en el mundo editorial, sino también dejó plasmada su huella en los ámbitos musical, teatral y del cine.
Su apasionante vida, que comenzó en la Antigua Guatemala el 30 de agosto de 1958, se enriqueció constantemente con la lectura. Eso, con el tiempo lo llevó a ser reconocido como un escritor de vanguardia, un preciso y analítico periodista y un mentor de generaciones de artistas y comunicadores. Pero Luis siempre vio más allá. Su vocación comunicativa le exigió, desde muy joven, manifestarse tanto por la vía de los textos impresos como en los escenarios.
Hoy que los recuerdos se multiplican es momento de rendirle tributo a su faceta de escritor que no solo se manifestó a través de sus libros La puerta del cielo (1982), Los años sucios (1993), Dos extraños en la noche (2003) y El día que mataron a John Lennon y otras historias del lado B (2010), sino constantemente en sus columnas de El lado B, en elPeriódico y las que publicaba los viernes en eP Investiga.
De estas piezas cargadas de reflexión, ingenio, humor y pasión hemos seleccionado algunas, para compartir y recordar el talento de nuestro querido amigo Luis Aceituno. Aquí están los enlaces de algunas de sus columnas más leídas.
La selección
La primera de las piezas que nos obsequió Luis en esta nueva aventura periodística fue publicada el 12 de abril. La tituló con la frase Y como decíamos ayer, para darle continuidad a esa comunicación que había establecido con el público que ya lo conocía y abrir nuevos diálogos con quienes tendrían el placer de leerlo en esta etapa.
El 30 de agosto, día de su cumpleaños, él no esperó regalos, sino que obsequió su manera particular de asumir una edad en la que decía, ya era considerado “viejo”. Así veía Luis La vida a los 66.
Su experiencia en el campo de las artes y su formación como maestro lo llevaron a las aulas de diversas universidades e instituciones. En los tiempos recientes impartía clases en el Centro Cultural Municipal. Por eso, no dejó de manifestar su sentir cuando el espacio que ocupa esta dependencia municipal se convirtió en un territorio en disputa, y lo hizo con su columna La dignidad de las artes.
La muerte del joven Jorge Sebastián Pop Chocoj, conocido como Farruko hizo que Luis llevara a sus lectores a reflexionar acerca de los tiempos que se viven. En los que la-gran-ilusion puede convertirse en una gran pesadilla.
Luis publicó su última columna en eP Investiga el 22 de noviembre. Las nuevas versiones cinematográficas de Cien años de soledad y Pedro Páramo motivaron que en el texto Rulfo y García Márquez traducidos al cine , Luis compartiera sus experiencias, unas mejor que otras, como lector y cinéfilo al haber presenciado anteriores proyectos de llevar obras literarias al séptimo arte.
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