¿Qué puede decirse sobre En agosto nos vemos, la novela póstuma de Gabriel García Márquez? Las opiniones se dividen y se multiplican. La cuestión esencialmente radica en sí esta novela aportará algo a la totalidad de su obra. ¿O saldrá sobrando? Un hecho puntual es que regresó Márquez a las estanterías, como sucedía en sus mejores años de escritor. Pero ¿por cuánto tiempo?
Random House negoció los derechos con los hijos de Márquez, Rodrigo y Gonzalo García Barcha. El lanzamiento de la novela el 6 de marzo último coincide con el natalicio del Nobel colombiano a 10 años de su fallecimiento. El concepto editorial para la publicación de En agosto nos vemos se muestra efectivo en la mercadotecnia y en el lanzamiento simultáneo en varios idiomas. Una publicación con ventas aseguradas por el renombre universal de su autor. Desde luego ha levantado debate y las polémicas van desde el elogio sin cortapisas hasta la crítica demoledora.
Resumen sucinto de la novela: cada año, en el mes de agosto, Ana Magdalena Bach realiza un viaje en ferry hacia la isla donde reposan los restos de su madre, con la intención de visitar la tumba. Estas visitas terminan por ser una tentadora oportunidad para experimentar una transformación personal durante una sola noche al año. La obra busca la reflexión sobre la vitalidad, la capacidad de disfrute a pesar del inexorable paso del tiempo y los anhelos femeninos.
La revista WMagazín señala sobre la novela de Márquez que acorde a las críticas iniciales se ubica entre “obra maestra y adiós insatisfactorio, un boceto o no ser el mejor de sus libros”. Wiston Manrique Sandoval no pasa por alto las carencias de una novela de por sí inconclusa, pero rescata la enjundia literaria de García Márquez: “Una novela desigual, pero donde un solo párrafo de su genio vale todo el libro, y muchos libros enteros de muchísimos escritores”.
Santiago Díaz Benavides en su reseña en El Espectador señala que “la novela póstuma de Gabriel García Márquez conserva la magia de sus mejores libros desde la primera página”.
Por su parte, el reconocido crítico J. A. Masoliver Ródenas sostiene en La Vanguardia que “En agosto nos vemos es otra obra maestra del autor de Cien años de soledad, con un tema nuevo en su producción y un final impactante”.
Por lo contrario, la crítica colombiana Carlina Sanín considera la obra como menor y menos que eso. Lo que le ha valido una ola de indignados comentarios por parte de los fans de García Márquez, no faltando expresiones machistas y soeces por el atrevimiento de haber tocado a una figura nacional en estado de adoración.
El filósofo y escritor bogotano Camilo García Giraldo no piensa leerla. Me dice con énfasis que “la publicación de esta novela contra la voluntad de su autor por parte de sus herederos solo tiene el motivo de ganar millones de dólares con sus ventas en tanto está aseguradas por el nombre universal de su autor. Es un negocio de poca calidad moral de sus hijos”.
Gabriel García Márquez tras la aparición, en mayo de 1967, de Cien años de soledad
La publicación de obras póstumas siempre despierta un debate ético y literario. El debate está planteando cuestiones sobre la ética de desobedecer la voluntad del autor y, por otro lado, los motivos aceptables para publicar una obra que el autor no quería publicar.
Comparar con Kafka, cuyas obras fueron salvadas de la destrucción por su amigo Max Brod, no resulta relevante. Kafka era relativamente desconocido en vida, García Márquez es un autor consagrado y premio Nobel.
Otro ejemplo es el de Roberto Bolaño con obras que han sido publicadas después de su muerte, aumentando su legado literario, pero también generando críticas sobre la explotación comercial y la autenticidad de los textos bajo sospecha de que se les pudo haber metido mano con editores. Asunto que cobra fuerza con la actual irrupción de la Inteligencia Artificial y sus posibilidades.
Otro caso: desde hace unos años se confirma un dominio en el mercado del libro del finado novelista sueco Stieg Larsson con su globalmente avasalladora en ventas Trilogía del Milenio. Después de la muerte de Larsson, que nunca vio sus libros publicados, el éxito comercial de la Trilogía ha llevado a nuevas entregas escritas por otro autor, David Lagercrantzs, convirtiéndose en un producto de mercado más que en una continuación auténtica. Detrás hay una maquinaria de mercadotecnia efectiva y global. Un ciclo de producción, distribución y venta. Se trata de un caso de éxito en la posteridad, al menos en el mercado del libro. Larsson, como Kafka, no conoció en vida el éxito literario. Se pregunta sí será leído dentro de cien años como lo es ahora la obra de Kafka.
Si bien el deseo de los lectores de continuar con personajes y tramas puede ser comprensible, no debe eclipsarse el respeto por la voluntad y la obra del autor. La decisión de publicar obras póstumas debe sopesar la importancia literaria frente al respeto a la voluntad del autor fallecido. Acaso hubiera estado dentro de la ética una publicación plenamente facsimilar con notas explicativas. Esto no encajaría nunca con una estrategia de grandes ventas.
Cerramos con una opinión poco ortodoxa, osada y llena de realidad, de Josep María Nadal Suau, crítico de referencia nacional en España: “Si acuden a la librería para hacerse con un libro magnífico por sí mismo, independiente de factores externos al propio texto, y sin estar ustedes dispuestos a añadir una dosis de complicidad… Entonces, me temo que esta no es, en absoluto, la mejor novela que se publicará este mes ni este año. Tampoco la peor, obviamente. Es otra cosa. A mí, me vale”.
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