Fellini hizo un magistral parteaguas fílmico con la escena referida en el título de la columna, de profundo corte existencial e histórico. La maravillosa escena fílmica en la construcción de una estación del metro de Roma que resulta una construcción y desconstrucción de la identidad romana. De la película Roma de Fellini resaltaremos la secuencia del descubrimiento, mientras construyen el metro, de unos antiguos frescos romanos que se han conservado intactos bajo tierra. Los trabajadores y sus jefes observan atónitos las figuras que con el contacto del aire se van desvaneciendo hasta desaparecer. El pasado como ilusión. Pero también como presencia inefable. El tiempo es la medida de todas las cosas.
El metro es un ejemplo singular del túnel como una obra de ingeniería. Metro es una abreviatura de metropolitano, aunque etimológicamente la palabra proviene del término griego metpov o metron, que significa medida.
Todo metro tiene algo de caverna. De alguna manera revive estructuras profundas. No olvidemos que fue en las cavernas donde comenzó la historia del arte. Altamira es una muestra de realismo rupestre.
Tomar el metro es una forma de tomarle la temperatura a una ciudad. El transporte subterráneo confiere un orden especial a la vida estrictamente urbana. El diagrama de un metro equivale a un mapa de la ciudad. Y es también plataforma del comercio, la historia y la cultura.
Suceden muchas cosas en los metros del mundo. Fluir de millones de destinos. Actualmente, cerca de doscientas ciudades del mundo de sesenta países tienen un sistema de metro. Con frecuencia las estaciones conmemoran sucesos de la historia o personajes célebres. Y, dependiendo del lugar, la gente lo rebautiza de varias maneras: subte en Buenos Aires, tubo en Estocolmo; en Manila, Singapur y Taipéi se le llama MRT (Mass Transit Railway).
Algunos escritores y poetas se han fascinado con el metro. Como lugar de una narración o como referencia. Luis Cardoza y Aragón preguntaba con ironía por qué no pondrían un metro en las catacumbas. El poeta norteamericano Ezra Pound creo la corriente lírica del “Imaginismo” y por medio de una metáfora describió la condensación de gente en el metro. Era una reacción contra la poesía romántica y victoriana. Pound privilegiaba la imagen producida con palabras de manera clara y evidente:
“La aparición de estos rostros entre la muchedumbre;/ pétalos sobre una rama negra y húmeda”. (En una estación del metro)
Estación de metro en Estocolmo
Hace años descubrí en el metro de Londres textos de poesía en lugares reservados a la propaganda. Eran fragmentos de un Yeats, Byron, Elliot o un Tomas Hardy. El proyecto consistía en ofrecer a los pasajeros textos de los grandes poetas anglosajones. La idea la retomaron en el metro de Estocolmo. En los vagones del metro estocolmense, Tunnelbana, se colocó no sólo poesía sueca, sino también de otros países. Pudimos leer versos de los galardonados con el premio Nobel de literatura. Octavio Paz, Gabriela Mistral y Pablo Neruda incluidos.
El metro de Estocolmo se caracteriza por la decoración artística de las estaciones. Suele decirse que es la galería de arte más larga del mundo, con visitas guiadas para turistas. Arte y cultura hay, desde luego, en muchos otros metros. El de Moscú es famoso por el lujo de algunas estaciones. En Santiago de Chile ha sido decorado también por artistas plásticos y alguna estación con temas de memoria histórica.
En el metro de la Ciudad de México tuvo lugar otro proyecto singular de lectura. Los pasajeros podían prestar libros al comenzar su viaje para leer mientras llegan a su destino donde simplemente devolvían los libros prestados. Por cierto, en México la construcción del metro conllevó a sensacionales hallazgos arqueológicos de los antiguos aztecas. Como una escultura de La Coatlicue, diosa madre que parió el Sol, la Luna y las Estrellas y después a todos los demás dioses. Esta diosa madre, también llamada Toci entre otros nombres, se asocia a la fertilidad de la tierra y por extensión a la vida y la muerte. Fue descubierta en septiembre de 1967 en las excavaciones realizadas en la calle de Izazaga.
La gente antes de la irrupción de la telefonía móvil solía leer en el metro. De ahí surgió la idea del primer periódico gratis del mundo. En Estocolmo comenzó a publicarse el diario Metro, que se reparte gratuitamente. Y la idea se expandió a otros países. Existe el periódico gratuito Metro en otras ciudades del planeta. La misma empresa editora y la misma diagramación, pero en idiomas diferentes, aunque en Estocolmo esta publicación gratuita haya dejado de circular por motivos económicos de la empresa.
En muchas ciudades europeas, la escena de pasajeros absortos en la lectura de libros o periódicos durante sus trayectos en metro solía ser parte del panorama cotidiano. Era un momento de introspección, de aprendizaje o de simple evasión a través de las páginas de una novela. Sin embargo, con la llegada de la era digital, esa costumbre ha ido desvaneciéndose de forma drástica. Los libros y periódicos han sido sustituidos por la omnipresencia de los teléfonos móviles, donde los algoritmos dictan lo que vemos, desplazando la lectura profunda con una constante ráfaga de contenidos breves y fugaces.
Este cambio en los hábitos preocupa porque, aunque el acceso a la información es más amplio que nunca, la naturaleza efímera y superficial de las redes sociales origina un déficit de concentración y reflexión. La lectura de un libro requiere su tiempo, atención y compromiso; los algoritmos, en cambio, nos invitan a una interacción rápida, guiada más por el entretenimiento ligero que por el aprendizaje o la reflexión. La pregunta que surge es: ¿estamos perdiendo algo esencial en este proceso, el espacio de pensamiento profundo que la lectura nos proporcionaba, al entregarnos a los dictados de las redes sociales?
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