¿Cómo resolvían los seres humanos en el pasado sus problemas cotidianos? Las respuestas son múltiples, y hoy en día, motivo de asombro, risa o en el menor de los casos, de gran sabiduría. Soluciones que podrían considerarse escalofriantes, descabelladas o imposibles de concebir.
Los problemas que afectaban a la humanidad hace nueve o diez siglos eran muy diferentes a los actuales, y es justo admirar el ingenio que tuvieron nuestros antepasados para encontrar respuesta a los problemas que los agobiaban, fundamentados en la experiencia, intuición y el conocimiento limitado de su época,
El libro, Ask the Past de Elizabeth P. Archibald nos enriquece con ejemplos variados de cómo hacían los antiguos para ayudarse a sobrevivir.
Un primer caso ejemplar en Europa, pocos años antes del descubrimiento de América, es la manera como entendián el efecto en la economía de los ataques de los lobos en las comunidades rurales: “Cuando veas a los lobos acechando a sus presas ya cerca o dentro del pueblo, debes saber que pronto incrementará el costo de vida”.
En la misma época encontramos la respuesta de cómo resolver el problema de las encillas inflamadas en los infantes, antes de dentar. Afirmaban los conocedores de entonces que debía de frotar duramente las encillas inflamadas con sesos de liebre. En todo caso, de no contar en ese momento con liebres, se podía sustituir con leche de perro como emulsión dental, o grasa de gallina o mantequilla. El tratamiento debía de aplicarse dos veces al día, y lo predecible era si el pequeño sobrevivía al dolor de encillas, sufriría después una tremenda diarrea gracias a la ingesta de la emulsión.
En el siglo XV, los europeos buscaban métodos efectivos para predecir el clima. Posiblemente, en las poblaciones urbanas se les hacía difícil observación de las nubes, el color de la luna o el vuelo de las aves para adivinar el estado del tiempo, por lo cual se aconsejaba: “Cuando veas un gato tomando el sol cerca de la ventana, lamiéndose su trasero y sobándose sus orejas con la pata, sabrás que lloverá algún día”.
Para dormir de buena manera, los sabios de aquellos años recomendaban dormir alternando la postura, primero recostados del lado derecho y luego izquierdo. Nunca una persona sana debía de dormir de espaldas, porque tal postura provoca serias afecciones, ya que los humores cambian el recorrido en el cuerpo e infectan el cerebro, los nervios y los riñones. En la noche, apuntaba el sabio de los sueños, debía evitarse los destellos lunares, especialmente cuando ya se está dormido, pues son siempre fríos y húmedos, y caen directo en la cabeza de quien duerme, pudiéndole provocar enfermedad o la muerte misma.
Y un recurso ingenioso que utilizaban para deshacerse de los mosquitos, era fumigar con estiércol de elefante, que tiende a poner a los mosquitos a volar hasta morir. Lo cual se recomendaba como buena razón para mantener a la mano un elefante en casa.
En 1688 en el Neccessary Family-Book dictan una técnica elegante para matar culebras, que consistía en tener un plato lleno de cebolla y diez cangrejos de río, y de manera natural llegarán las víboras al plato y entonces se las mata.
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