El tercer patio

El modesto librito rojo, con un portón de madera agrietado en la portada, con cabezas de clavos que mantienen unidas las tablas y un candado oxidado del que cuelga un alambre de púas, se ha reproducido despacito, caminando de mil en mil, lo que con el tiempo va sumando.

Méndez Vides

junio 16, 2024 - Actualizado junio 15, 2024

Va a parecer raro, pero esta semana me topé casualmente con el pequeño libro de cuentos que publiqué en el 2007, El tercer patio, que casualmente es la obra que más se ha vendido a la fecha de cuanto he escrito, con más ediciones y unidades impresas, descargas digitales y posibles lecturas. Así que, en contra de mi costumbre de no releerme, me enfrasqué en la versión digital y fue todo un reencuentro con mi infancia, de donde saqué las referencias de clima, humedad, personajes, calles y memoria que alimentan la narración. Y hoy pensé que sería oportuno compartir la historia accidental del origen de dicho texto, por aquello de que continúe encontrando lectores.   

El modesto librito rojo, con un portón de madera agrietado en la portada, con cabezas de clavos que mantienen unidas las tablas y un candado oxidado del que cuelga un alambre de púas, se ha reproducido despacito, caminando de mil en mil, lo que con el tiempo va sumando, y se ha sostenido, y ha tenido sus picos, baja a cifras discretas por unos años y luego brinca a cantidades mayores, y así en un sube y baja, como de mar. 

En el principio del milenio me envolví en la escritura de una novela histórica que relatara los sucesos de aquellos días dramáticos de cambio del período revolucionario de Jacobo Árbenz al de la contrarrevolución de Castillo Armas, jugando con los personajes reales manipulados por la ficción y la intuición.  Terminé la obra y la titulé La lluvia, por ese sentido nostálgico de las largas temporadas de encierro, viendo y escuchando llover sobre tejas y láminas en la Antigua.   Una vez completada la redacción, aislé seis ramas que me pareció que sobraban, tenían como vida propia y no ayudaban en nada a la novela, y entregué el resto a la editorial para su consideración.  Me respondieron primero que sí, y después que no, pero se quedaron con las seis ramas que conformaron El tercer patio, que apareció publicado por Alfaguara, y sigue con Santillana en su colección Lo que leo.  El resto de mi novela histórica fue objeto de chapeo y de reelaboración, y apareció publicada en la Editorial Norma de Colombia en el mismo 2007, donde logró un par de ediciones.

Los años transcurren, la lluvia está presente en las ramas, porque la novela aguarda tiempos mejores o pasará como sueño de difuntos.

Nadie sabe en qué se convertirá lo que hace. Hoy está lloviendo con fuerza, mientras continuó con la lectura de algo que fue escrito como por un extraño.

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