Alrededor del templo del Calvario o Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios giran infinidad de historias y anécdotas relacionadas con la historia de la Ciudad.

Recién pasada la independencia, el Capitán Rafael Carrera entró con sus fuerzas conservadoras a la ciudad de Guatemala para derrotar a Francisco Morazán, y el pequeño pretil que circulaba la parte más alta de la vieja iglesia de adobe, sirvió de trinchera a las fueras carreristas para parapetarse antes de la victoria final.

El templo también fue utilizado por los unionistas como punto de reunión, e inclusive el Padre Gabriel Solares, párroco de esta iglesia, encabezó a los rebeldes en contra del tirano Estrada Cabrera, y con el estandarte del Sagrado Corazón de Jesús llegó hasta el Castillo de San José a pedirle a las tropas leales al gobierno su rendición, cosa que no fue concedida, aunque le respetaron la vida.

Cuentan las anécdotas unionistas que, con los miles de cascabillos que se había recogido, el mencionada presbítero mandó a fundir varias campanas, las que más tarde fueron bendecidas por Monseñor Durou y Sure, para colocarse en el nuevo templo.

Cuando llegó a la presidencia de la República el general José María Orellana, anunció que demolería el templo del Calvario para prolongar la Sexta Avenida. Fue tanto el revuelo de la noticia, que Orellana ofreció que antes de demolerlo se construiría otra edificación a pocos metros del antiguo recinto colonial, la que funcionaba como la última capilla para el rezo del viacrucis, el cual se iniciaba, como se hacía en la antigua capital del Reino, en el templo de San Francisco.  

Durante el gobierno de José María Orellana (agosto 1926), se anunció la demolición del viejo Calvario, ya que se deseaba comunicar el Centro con el Sur de la ciudad,  específicamente con el barrio de Tívoli. Sin embargo, pasó mucho tiempo para para que se iniciara la obra y, en ese lapso de tiempo, el templo fue ocupado por el Museo. 

Tuvieron que pasar más de seis años para que finalizara la construcción del nuevo Calvario, y fue el presidente Jorge Ubico quien, dando prioridad a la obra, la inauguró oficialmente el 15 de octubre de 1932, edificación ubicada en el antiguo cerro del cielito, una de las pocas elevaciones que existían en la ciudad.  

La nueva iglesia se conserva aún, imponente edificación recubierta de laja de piedra color camello, similar a la basílica de Guadalupe ubicada en la Novena Calle y Primera Avenida de la zona 1.

El antiguo Templo de los Remedios, de construcción vasta y de paredes encaladas en blanco, permaneció muchos años funcionando como museo de arte religioso y de ciencias, hasta que,  a fuerza de pico y piocha, fue derribado con fines urbanístico en pleno periodo revolucionario, durante la alcaldía de Mario Méndez Montenegro.