Dante Liano, un reconocimiento a su trayectoria

Es, ante todo, escritor, pero también investigador, analista y docente. Aunque vive desde hace 40 años en Italia, siempre regresa a Guatemala y su literatura está dedicada a su país natal. El 15 de enero, la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España (UNED) dedicará una jornada a la exaltación de su obra y aportes al mundo de las letras.

Ana Lucía Mendizábal

enero 12, 2025 - Actualizado enero 11, 2025

Dante Liano (Chimaltenango, 1948) aprendió a muy temprana edad que ser escritor podía atraerle enemistades y problemas. Cursaba los primeros años de la secundaria en el colegio Don Bosco y publicaba cuentos en una revista del establecimiento. En uno de esos relatos cortos, decidió mencionar una práctica que era común entre los maestros y… ardió Troya.

“En ese tiempo, los profesores hacían colecciones de estampitas en álbumes y muchas veces, nos canjeaban los castigos por estampas. Si uno les daba una estampita que les hacía falta, nos perdonaban el castigo”, cuenta. Inocentemente, Dante, que para entonces tendría unos 13 o 14 años, incluyó ese episodio en uno de sus cuentos sin sospechar las reacciones que desataría.  “Tuvo el efecto más negativo que pude imaginar”, admite. Al verse expuestos, los docentes tomaron represalias contra el joven escritor, que, a mitad del semestre, reprobó todas las materias impartidas por los involucrados.

“Eso fue una señal. Porque cuando a uno no le dicen que es un genio, ni lo ensalzan, sino le dan palo, entonces puede decir, ‘no vuelvo a escribir’.  Pero si, a pesar de eso, siente la necesidad de continuar escribiendo, a eso se le llama vocación”. Y, precisamente, fue lo que sucedió con Dante.

Años más tarde, cuando ya era maestro de literatura en el colegio del que se había graduado de bachiller y estudiante en la Universidad de San Carlos, volvió a revolver las aguas. “Recuerdo una polémica que hubo con el periódico de mayor circulación en Guatemala, porque (en otro diario) publiqué un cuento, donde hacía una parodia de la novela María, de Jorge Isaacs”, relata. Indica que, “los defensores de la tradición se sintieron ofendidos por esa parodia. Me empezaron a insultar y a calumniar violentamente por cerca de un mes”. La reacción fue tan dura que incluso sus padres y otros familiares se preocuparon y fue cuestionado por el director del colegio y sus profesores universitarios.

Aunque fueron momentos duros, le ayudaron a confirmar su vocación. “Gracias a esa circunstancia yo entendí que si un escritor, por una obra tan pequeña, logra despertar una reacción tan fuerte, de alguna manera es como una aprobación de la vocación que tiene”, asegura.

El camino de las letras

Dante José Liano Quezada nació en Chimaltenango el 7 de noviembre de 1948. En sus raíces se combina la sangre guatemalteca con la italiana por parte de su padre Andrés Liano, ya que su abuelo, Guissepe Liano llegó al país a principios del siglo XX.  Por parte de su madre, Josefa Quezada, tenía tíos españoles con quienes convivía en temporadas de vacaciones. Sin embargo, como él lo anota, el ambiente que marcó su primera infancia fue el de Chimaltenango en donde tuvo la oportunidad de convivir con la población, que para ese entonces era en su mayoría kaqchikel.

Cuando la familia decidió mudarse a la zona 8 capitalina, su madre lo llevó al Colegio Salesiano Don Bosco, pero como era julio y ya iba avanzado el ciclo escolar, al principio no querían inscribirlo. Sin embargo, su madre insistió y al hacerle una prueba de lectura, se sorprendieron por la habilidad del niño, que según contó su madre en el video Dante Liano visión de dos mundos, había aprendido a leer solo, motivado por la curiosidad que despertaba en él la cantidad de libros que había en su hogar.

Desde que ingresó al colegio empezó a ser identificado como “el niño que leía y escribía” porque ya desde entonces tenía facilidad para relatar y se distinguía al momento de realizar composiciones. En la secundaria incursionó en el periódico escolar Ecos del Don Bosco, que dirigía el Padre Hugo Estrada. Al salir de la secundaria en 1966, fue contratado como maestro de literatura en el mismo colegio, pero su padre quería que estudiara arquitectura y él obedeció. Al concluir el primer año había reprobado todas las materias y su papá tuvo que ceder al darse cuenta que la vocación de su hijo eran las letras.

Se graduó como Licenciado en Letras españolas e hispanoamericanas en 1974. Antes de concluir su carrera ya impartía cursos como maestro auxiliar en la universidad. Más adelante, por invitación de Max Araujo se unió a Rin 78 que era una iniciativa de cooperación entre autores en la que todos contribuían para publicar cien ejemplares de un libro cada vez con el objetivo de dar a conocer a los nuevos exponentes de las letras.  El primero de los libros de esta serie fue Jornadas y otros cuentos, de Liano, el cual vio la luz en 1978. En ese año, optó por una beca y se fue por primera vez a Italia a estudiar Literatura en Literatura en Florencia. Posteriormente, volvió a Italia para estudiar su doctorado y se estableció definitivamente en aquel país, desde 1980, aunque vuelve al menos una vez al año a Guatemala.

Facetas complementarias

Siempre ha combinado su quehacer como autor con la docencia y la investigación. “La vida me llevó a eso”, refiere.  Añade que,” la mayor parte de los escritores no viven de su literatura a menos que sean los escritores que venden millones de ejemplares”. Señala que, para vivir solo de la publicación de los libros los literatos tendrían que escribir muchos libros al año para tener una remuneración decorosa. “Eso no es posible porque la literatura entendida como arte no puede ser puesta en una cadena de producción como se ponen los objetos que se producen en la sociedad de consumo”, expresa. Cita casos de grandes escritores que han debido desempeñarse como empleados bancarios, tales como Franz Kafka, de quien dice, “murió antes de saber que iba a ser uno de los escritores más importantes de la historia de literatura”.

Para fortuna del mundo intelectual, Liano, además de escribir obras literarias, se ha desempeñado en el mundo académico, como docente e investigador. En Guatemala, impartió clases tanto en la Universidad de San Carlos como en la Universidad Rafael Landívar.   Enseñó Lengua Española en la Universidad de Bolonia, Lengua y Literatura española en las Universidades de Feltre y Brescia, Literatura hispanoamericana en la Universidad de Milán y Literatura española e hispanoamericana en la Universidad Católica del Sacro Cuore, en Milán, ciudad en la que reside.

En cada una de esas casas de estudio ha realizado estudios de sumo interés. “Tengo la suerte de tener un trabajo que es muy afín al ejercicio de la literatura y eso me permitió no despegarme mucho de la narración artística”, asegura.

En lo que se refiere a la literatura, la mayor parte de sus libros se enmarcan en Guatemala. Al hacerle notar lo sorprendente que puede parecer que mantenga tan fuertes sus vínculos con el país, comenta: “Es una cosa que yo mismo me pregunto: ‘¿cómo es posible que yo no he cortado mis raíces con Guatemala?’, porque hace 40 años que dejé el país y sería lo más natural que yo hablara de las experiencias que tengo en Italia. Porque vivo en Italia y tengo experiencias, vivencias y amistades aquí… Sin embargo, misteriosamente, las historias que se me ocurren y el lenguaje con el que esas historias se presentan son plenamente guatemaltecos. Tal vez tenga razón (Sigmund) Freud cuando dice que los primeros cuatro años de vida son los que determinan la vida, por lo menos en el campo psicológico y sentimental”, deduce.

Al leer sus obras es fácil adentrarse tanto en la Guatemala del pasado reciente como en la de la actualidad.  “Para mí no es ningún esfuerzo reelaborar historias y la mayor parte de ellas suceden en Guatemala y tienen un modo de construirse y un modo de hablarse que tienen profundan raíces en el país”, agrega. En esas historias se destacan el lenguaje coloquial y el humor propio del guatemalteco, incluso en algunas de sus obras con tintes más dramáticos.

De su producción literaria se destacan títulos como Jornadas y otros cuentos (1978), El lugar de su quietud (1989), El hombre de Monserrat (1994), El misterio de San Andrés (1996), La vida insensata (1987), El hijo de casa (2002), Pequeña historia de viajes, amores e italianos (2008), El abogado y la señora (2016) y Réquiem por Teresa (2019). Además de su colaboración con Rigoberta Menchú, quien en algún momento le planteó la idea de relatar “la parte bella de su vida” y dirigirla a los niños. De esa propuesta surgieron seis libros.

Ilustración: Amílcar Rodas

Como investigador también se ha concentrado en estudios acerca de América Latina y muchos de ellos se centran en lo guatemalteco. “Uno quiere explicarse muchas cosas y tiene interrogantes y muchos enigmas acerca de su propio país”, admite. Uno de sus más recientes trabajos en los que fusionó su trabajo como crítico literario e investigador es el libro El ocre, el rojo y el verde: Poetas afrodescendientes guatemaltecos y dominicanos, editado por Sophos, en el que, además de haber hecho una selección de poemas de cinco poetas, ofrece una amplia introducción en la que explora el aporte de los afrodescendientes en la economía del mundo, la relevancia de su cultura en América y la presencia de esa herencia en Guatemala.

Liano define las fronteras entre el autor, el analista y el investigador.  “Mientras que para los análisis literarios el profesor e investigador es racional y abandona completamente la mente artística del escritor, cuando uno se pone a escribir literatura, abandona completamente esa dimensión racional y se deja llevar por una conciencia que de alguna manera está llena de lo que hay en el aire. Lo que la sociedad quiere decir. Lo que uno capta que hay en la sociedad y lo dice de la manera más espontánea y menos artificiosa posible”, explica.

En el quehacer artístico, según señala: “Deja hablar esas instancias que uno percibe. Tiene que ver con una característica que es típica de la persona que se dedica al arte que es la sensibilidad… Son voces que hablan a través de uno. A veces uno se encuentra diciendo cosas que había pensado, imaginando lugares que nunca ha visitado y que después la gente le dice: ‘si, así es’”.

Entre los reconocimientos a los que Liano se ha hecho acreedor a lo largo de su trayectoria se cuentan el Primer Premio en la sección Novela, con Casa en Avenida, en los Premios Literarios Centroamericanos de Quetzaltenango de 1974 y el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 1991, Además, en dos ocasiones ha sido finalista de los premios Herralde que entrega la editorial Anagrama, de España. También es miembro numerario de la Academia Guatemalteca de la Lengua.

Centroamérica en el mundo de las letras

Liano es reconocido también como difusor de las letras hispanoamericanas en Europa. Cuenta que hace unos 20 años mientras participaba en un congreso en Berlín él y otros intelectuales como Werner Mackenbach, Alexandra Ortiz Wallnery y Dante Barrientos conversaron acerca de un planteamiento que hacía el también escritor, profesor e investigador guatemalteco Arturo Arias, acerca de cómo en las universidades de Estados Unidos cuando se estudiaba la literatura latinoamericana se ignoraba a Centro América. Ellos consideraban que pasaba lo mismo en Europa.

“Decidimos hacer un pequeño congreso de gente que se dedicaba a estudiar la literatura centroamericana y fundamos una red que se llamaba Red Europea de Investigaciones Sobre Centroamérica (RedISCA)”. Al poner en marcha este proyecto se sorprendieron al darse cuenta que realmente, en diversos países europeos se encontraban centroamericanistas. “Había estudiosos interesados en Centroamérica en países en los que menos lo sospechábamos como Polonia o Hungría”. A partir de entonces, se realiza una reunión anual. “Cada vez son más y cada vez son más jóvenes”, destaca.

Liano señala que, en muchos casos, los autores latinoamericanos han debido ser primero reconocidos en los círculos europeos para, luego, obtener notoriedad en América Latina. “No hay comunicación horizontal entre los países latinoamericanos… El Boom de la literatura latinoamericana fue tal porque fue reconocido en Europa. Fue en Barcelona no en Buenos Aires, Ciudad de México o en La Habana. Se vuelve reconocido porque triunfa en Barcelona y es una operación, muy consciente”, destaca.

Enfatiza en el hecho de que gran parte de los escritores guatemaltecos han trabajado su obra en el exilio. “Los nombres que más suenan, a lo largo de la historia y en la época contemporánea es gente que está fuera del país”, indica.

Atribuye este fenómeno a que “las clases dominantes y poderosas de Guatemala, oprimen el arte si no lo pueden convertir en dinero”. Explica que, por ejemplo, “aprecian la pintura, no por el arte de la pintura en sí, sino porque puede ser objeto de intercambio comercial. En cambio, no aprecian las composiciones del maestro Joaquín Orellana o la poesía de Luis Alberto Arango… Hay una aspiración espasmódica por acumular dinero que se transmite a las clases medias. Ese afán de acumular riqueza oscurece y opaca uno de los mejores aspectos de nuestro país que es la cultura. Guatemala es un país con una cultura inmensa, a partir de la de los pueblos originarios. Los guatemaltecos vivimos dentro de un tesoro”, agrega.

Liano, quien recientemente participó en la Feria del Libro de la Ciudad de México, señala claros contrastes entre la manera en la que se maneja la cultura en ese país y lo que sucede en Guatemala. “Lo que uno puede ver es que el Estado de México apostó mucho en la construcción de sí mismo y de la identidad cultural mexicana que se basa en la exaltación del pasado de los pueblos originarios mexicanos”, expresa. Estas medidas que partieron del gobierno de Lázaro Cárdenas incluyeron el estímulo de los poetas y escritores al ofrecerles puestos de trabajo que les permitieran desarrollar sus talentos.

En contraste, Liano comenta que la identidad de los guatemaltecos es bastante frágil. “En cuanto se ven los símbolos patrios comienzan a salir los chistes, los chascarrillos o parodias, porque no ha habido una valoración potente, profunda de los tesoros culturales que Guatemala posee”, destaca.

Mirada al futuro

Las actividades de Liano como investigador le hacen estar consciente de los cambios que se experimentan en los ámbitos intelectuales internacionales. Desde el punto de vista de la investigación literaria, señala que además de continuar con los géneros clásicos, en la actualidad la literatura se abre a nuevas manifestaciones en diversos campos del saber humano. “Por ejemplo se está desarrollando mucho el tema de la Economía narrativa, que es la aplicación de las teorías literarias al campo de la Economía. Parece un poco raro porque los economistas sostienen que su quehacer es rigurosamente científico. Sin embargo, en la Economía narrativa está descubriendo que muchas de las decisiones de tipo económico provienen de narraciones que son casi literarias”, asegura. Pone como ejemplo el origen de la criptomoneda, que según refiere,  “se cuenta que existió un profesor japonés que planteó por primera vez en un artículo la creación de la criptomoneda. Se encuentra el artículo, pero no se encuentra al profesor. Es como un fantasma, es un mito, pero de esa narración que él escribió nació la criptomoneda y hay muchos más ejemplos”, asegura.

“En mi grupo de trabajo estamos investigando la Economía narrativa y nosotros que conocemos los secretos de la narrativa podemos entrar en contacto con los economistas”. Menciona también los aportes que tiene la comprensión de la literatura en el campo médico. “Los médicos han descubierto la enorme importancia que tiene saber narrar y saber sobre todo, analizar las narrativas de los pacientes. Cuando llega un paciente con un médico, no hace una narración científica de su problema, sino cuenta una historia y el médico a su vez cuando le dice a su paciente cuál va a ser la terapia y cuáles van a ser las perspectivas le está haciendo una narración fantástica, de ficción que se desarrollará en el futuro”, añade.

Aunque ha escrito varios estudios sobre las letras en Guatemala, como “Visión crítica de la literatura guatemalteca” (1998), en la actualidad Liano indica que se encuentra barajeando la posibilidad de plasmar experiencias e historias íntimas que vivió junto a los autores. “Puedo decir que a la mayor parte de los escritores guatemaltecos de la segunda mitad del siglo XX yo los conocí personalmente”, comenta. Indica que de concretarse esta idea “serían historias, historietas y charadas de cómo eran. Gentes como Marco Antonio Flores, Luis Alfredo Arango, Tito Monterroso y Carlos Aragón”, añade. Indica que también podría incluir a literatos más contemporáneos como Rodrigo Rey Rosa y Eduardo Halfon.

Una jornada de homenaje

La amplia trayectoria de Dante Liano es reconocida tanto en América Latina como en Europa. Acerca de su trabajo y personalidad, Max Araujo lo describe como “un brillante ensayista, un extraordinario crítico literario, un profesor excepcional y un buen escritor. Todas esas cualidades se reúnen en él, aparte de ser un ser sencillo y modesto”.

Luis Eduardo Rivera considera que “es el cuentista más original e importante del país. Pero también uno de los novelistas más versátiles y universales del país desde los años setenta”.

Rivera, quien en 2008 hizo el prólogo del libro de Cuentos completos de Liano, será uno de los participantes en la Jornada Homenaje que el 15 de enero le dedicará la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), con sede en Madrid al escritor e investigador guatemalteco.

Este es el programa que se realizará. El horario será de 10:00 a 18:00 horas de Madrid (3:00 a 11:00 horas Guatemala). Aquí puede verse el programa de la jornada.

Liano señala que para él es gratificante que su obra sea motivo de exaltación y análisis. Sin embargo, admite que, él que se dedica a analizar la obra de otros colegas, experimenta una sensación de rareza al ser objeto de un homenaje, pero lo agradece.

Etiquetas:

Todos los derechos reservados © eP Investiga 2024

Inicia Sesión con tu Usuario y Contraseña

¿Olvidó sus datos?