Ambiente criollo poco antes de la independencia del Reino de Guatemala

Fernando González Davison     septiembre 18, 2024

Última actualización: septiembre 17, 2024 7:26 pm
Fernando González Davison

En el salón de música del Palacio Aycinena un cuarteto interpretaba música de fondo de Henry Pourcel a mediados de 1821 en la capital del reino. El cuarteto lo integraba la familia Andrino, de honda tradición musical, para agrado de la élite. Los aplausos confirmaron su buena ejecución. Una dama con maestría tocó el arpa y dio giros que causaron admiración por su destreza. Concluido el concierto Pedro Molina se acercó al sabio José Cecilio del Valle para que le explicara por qué atacaba acremente a la aristocracia guatemalteca y, sin embargo, estaba en esta mansión. Valle le respondió que estaba invitado en tanto que alcalde capitalino electo y vino por razones de protocolo. Valle le preguntó al médico qué tipo de independencia perseguía su diario. “Pedro, según leo en los artículos que aparecen en El Genio de la Libertad, lo que quiere el clan Aycinena es una independencia aristocrática como la que desea implantar Iturbide en México con el Plan de Iguala, no una independencia democrática. Ya se puso a pensar que Madrid liberal dispone de un gobierno que da libertades pero eso terminará si acá se hace una independencia como la que quiere la élite que dirige Mariano Aycinena”. Molina replicó que su alianza con los Aycinena era coyuntural con el fin de abolir el sistema colonial pues luego sería tiempo de trabajar por un país mejor. Además, de hecho Nueva España se independizó en julio como parte de ola independentista ahora que Bolívar avanza triunfal sobre Bogotá.

Se acercaron otros profesionales y le consultaron a Valle sobre sus planes para la alcaldía y le dijo que mejor preguntaran a Mariano Larrave, alcalde de primer voto del ayuntamiento capitalino o a Mariano Aycinena, síndico primero del mismo ayuntamiento, pues él se iba a conformar con solo ser Auditor de Guerra del reino pues le atraía más este trabajo. Otro le preguntó si se había puesto de acuerdo con Mariano Aycinena para reordenar la capital en construcción, pero no pudo responder porque se les acercó el clérigo y marqués Aycinena, balbuceando que las luchas en el sur de América comenzaron con la idea de salir del dominio del rey José I, el hermano Napoleón, porque ocupó el trono español de manera ilegal hasta 1812. En esos años el capitán Bustamante y Guerra fue un dictador de este reino, que reprimió a quien osara levantar la voz contra el sistema. El marqués se apartó un minuto, fue a su habitación y trajo una hoja consigo y leyó lo que dijo Larrazábal en Cádiz: “Mis endebles deseos, repito, se han dirigido a la felicidad de la monarquía española bajo tal ocupación francesa, unión indisoluble de uno y otro hemisferio; que no lo dudo será sólida y eterna si prevalece la justicia y beneficia en igualdad de derechos entre españoles y criollos de las colonias”. Larrazábal estaba a favor de la igualdad entre los blancos del viejo y nuevo continente, algo digno de alabar pues ahora esa constitución está vigente, aunque se preguntó: “¿En realidad la Constitución de Cádiz da igualdad a los españoles y a los americanos como dice en el artículo sexto?”. Hizo un gesto negativo con su cabeza pues acá los españoles miran de menos a los criollos. Luego en la plática salió que el obispo Casaus y Torres aún se oponía con vehemencia a la independencia en cualquier parte del continente, pero sus pares del Alto Clero local sí la quieren pues Madrid planea quitarle la mitad del diezmo a la Iglesia.

Otro día sonaron los gritos de independencia entre los latifundistas de San Salvador, en cuyas ricas tierras se produce la mayor cantidad de añil del istmo, con ganas de eliminar el monopolio comercial del Consulado de Comercio bajo control de los Aycinena, que les impone precios a los colorantes, al azúcar, al ganado, al trigo del reino. Festejaron con Matías Delgado las burlas de Valle al referirse a las familias criollas acomodadas de la red Aycinena como “la aristocracia”. Delgado comentó a Manuel José Arce en otra reunión, que fue Humboldt quien se refirió así a este tipo de pudientes cuando visitó este continente, aunque las llamó “aristocracias municipales”, a manera de sorna, pues estaba consciente que en estas colonias no existieron nobles entre los criollos porque no hubo condes, duques o príncipes, ni existió el andamiaje feudal de Europa del medioevo.

Algunos cuestionaron a Valle porque el cruel capitán general Bustamante y Guerra lo hizo fiscal del reino, pero él replicó que el siguiente capitán Urrutia antes de enfermarse lo nombró Auditor de Guerra del reino. Molina repuso: “José Cecilio, su desprecio por las grandes familias imagino que es porque miran de menos a los ´criollos de medio pelo´ como aquéllas se refieren a los blancos que no tienen abolengo. Pese a ello creo que nuestra élite comercial es necesaria para mantener la economía y sus redes de comercio del istmo porque, sin ella, podría naufragar la producción de todo el reino». Y agregó que por esa razón mantiene su alianza con el clan Aycinena. Luego hablaron de las reuniones entre Bolívar y San Martín, que aún luchan por la independencia sudamericana, sabidos que la aristocracia criolla de Perú duda en dar ese paso, salvo si San Martín se decide a tomar el poder.

Entretanto, El Genio informó que en el virreinato de Nueva España la guerra civil la han ganado las fuerzas del general criollo Agustín Iturbide y eso lo festejaba en su primera página. Valle en El Amigo de la Patria expresaba que sus repercusiones van a cambiar el futuro de Mesoamérica. Iturbide creía riesgoso imponer de golpe una república, y bosquejaba un periodo de transición con una autoridad criolla fuerte arriba en el poder para evitar una nueva revolución popular como la que encabezaron los curas Hidalgo y Morelos, ya fallecidos. Tal propuesta de Iturbide la apoyó la élite criolla mexicana, inconforme con la nueva política liberal de Madrid que anuló a Fernando VII desde hace un año, mientras el insurgente Guerrero, heredero de Hidalgo, entró en pláticas con Iturbide. Y han convenido en hacer independiente a Nueva España. Ante esa realidad, Mariano Aycinena escribió su plan Pacífico para unirse a su plan de Iguala de separación con España llegando a un acuerdo con las autoridades hispanas de Mesoamérica.

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