Ya no estamos en campaña

Estuardo Porras Zadik     junio 10, 2024

Última actualización: junio 9, 2024 8:48 pm
Estuardo Porras Zadik

No cabe duda de que el partido Semilla supo capitalizar las nuevas tecnologías y tendencias de comunicación para llevar su mensaje de campaña a una base más amplia; no solo en términos geográficos sino también de penetración a todos los estratos socioeconómicos del país. Los “spots” de cancioncitas pegajosas con las cuales los partidos políticos pautaban en el monopolio de la televisión abierta y luego en televisión de cable, han sido sustituidos por mensajes personalizados en plataformas como TikTok, convirtiendo a los políticos en tiktokeros. Un perfecto ejemplo de esto fue el éxito de Carlos Pineda en las pasadas elecciones. Pineda supo utilizar este medio para darse a conocer de manera estratégica, logrando posicionarse a la cabeza de la intención de voto siendo un “outsider” en la política nacional.

TikTok y X se han convertido en las herramientas más efectivas de comunicación, no solo en términos de alcance y penetración sino en términos económicos pues les permite a los partidos políticos, funcionarios públicos –entre otros–, alejarse de los costos excesivos de las pautas en los medios de comunicación tradicionales. Y cómo no, si, de acuerdo con la Superintendencia de Telecomunicaciones, Guatemala tenía al cierre de diciembre del 2021 un mercado móvil de cerca de 22 millones de líneas, de las cuales 43 de cada 100 personas en el país usan Internet. Sin embargo, una cosa es campaña política y mensajes para promover la imagen de ministerios y funcionarios públicos y otra es gobernar. Ya no estamos en campaña y el gobierno del presidente Bernardo Arévalo parece seguir comunicándose como que estuviésemos en plena contienda electoral.

¿Hacia dónde vamos? ¿Cómo saber cuán divorciados o apegados a sus promesas de campaña están ya en la práctica? ¿Por qué los intentos fallidos en las indispensables e irrenunciables alianzas que permitan avanzar en la agenda legislativa?  ¿Estamos avanzando? Y, si no, ¿por qué? ¿Cuáles son los obstáculos? ¿Qué no les permite caminar en la ruta trazada? ¿Cuál es esa ruta? Los dos grandes aliados –quienes los llevaron al poder a través del voto y defendieron la democracia para que tomaran posesión, y la comunidad internacional–, ¿aún están de su lado? Esta y muchas más son las dudas de la gran mayoría de guatemaltecos. En reciente reunión con personeros de la comunidad internacional en la que junto a una reconocida analista política tuvimos la oportunidad de compartir nuestra visión de lo que acontece en el país, me sorprendió cuando ella dijo: “ Me preocupa que el gobierno pierda el apoyo de la población y de sus pocos aliados, ya que poco se sabe de sus avances y luchas. Yo, que estoy en el medio y me dedico al análisis político y económico tengo que escarbar para encontrar respuestas”.

En lo que va del gobierno del presidente Arévalo, hemos sido testigos de cómo la falta de una comunicación clara y efectiva de la gestión gubernamental, divorciada de la tiktokería de campaña, ha tenido serias y significativas repercusiones en la percepción de la ciudadanía. Esta deficiencia en la comunicación no solo ha generado confusión y desinformación, sino que también ha alimentado la desconfianza y el descontento entre la población. Desde el inicio de su gestión han fallado en tender puentes con generadores de opinión y en establecer canales de comunicación para informar las decisiones y acciones de gobierno. Esta deficiencia ha alimentado teorías conspiradoras y ha minado la credibilidad en sus liderazgos, socavando así la eficacia de sus políticas y decisiones.

Las consecuencias de esta deficiencia son evidentes: una sociedad aún más polarizada, la falta de apoyo a sus iniciativas y la creciente desafección del pueblo hacia el gobierno. La falta de claridad y seriedad en los mensajes ha generado confusión y desconfianza, dificultando que la población se sume y comprenda la adopción de medidas necesarias para enfrentar los desafíos que enfrentamos como país. La intención de una lucha frontal contra el flagelo de la corrupción y la impunidad es indiscutible, pero no suficiente para gobernar. Es imperativo que el gobierno reconozca la importancia de la comunicación efectiva y puntual de su gestión. La transparencia, claridad y coherencia de sus mensajes son fundamentales para ganar la confianza de la ciudadanía y así lograr el indispensable apoyo para impulsar el cambio y progreso que nuestro país espera y necesita.

Es hora de que el gobierno del presidente Bernardo Arévalo y la vicepresidenta Karin Herrera asuma la responsabilidad de mejorar su comunicación y establezca un diálogo abierto y honesto con la ciudadanía. Solo a través de una comunicación transparente, seria y efectiva podrán recuperar la confianza perdida y avanzar hacia la “primavera” prometida. El pueblo no es “pendejo” y merece más que funcionarios públicos convertidos en tiktokeros; dejen esas “pendejadas” para tiempos de campaña.

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