Esta semana hubo pasarela de impunidad. Actores de casos de gran corrupción se pasearon alegremente por los tribunales festejando los fallos que felizmente les otorgaron jueces del sistema operado por redes especializadas en traficar favores judiciales.
Para las redes de corrupción la primavera nunca se detuvo y aunque ya no detentan el monopolio de poder en el Estado, tener bajo su control el aparato represivo judicial e investigativo, les garantiza una temporada de impunidad que no piensan desaprovechar.
Peces gordos de corrupción responsables directos del colapso de la red vial salen beneficiados para ir a disfrutar fortunas mal habidas. El colmo es que después de haber aceptado su responsabilidad en distintas etapas del proceso judicial, se dan por ofendidos y hasta se creen merecedores de una disculpa por haber sido víctimas aleatorias del sistema de impunidad.
La gran corrupción se compone de dos grandes subsistemas: el que facilita el saqueo y el enriquecimiento ilícito y el otro que garantiza la impunidad de los autores. Parcialmente el primero quedó en pausa con el cambio de gobierno pero el segundo está intacto y con planes de empoderamiento.
Durante los últimos dos gobiernos ambos sistemas operaban muy eficazmente pero al perder el Poder Ejecutivo, ahora ambos coexisten en permanente choque.
De cómo se resuelva esta disputa dependerá el futuro democrático del país. Hasta el momento, el pacto de corruptos que detenta la llave de la impunidad sigue dando muestras de tener la sartén por el mango y no amaga en desplegar ejercicios de fuerza a través de su principal alfil a cargo del MP.
El gobierno pese a tener capital político interno y externo ha optado por una estrategia “light” que es fácilmente contenida por la Corte Constitucional. El pacto de corruptos sabe que el tiempo corre a su favor y apuesta por retener el control de la CSJ y a cerrar el año rompiendo el consenso internacional a favor del gobierno en caso triunfe Trump en Estados Unidos.
La democracia guatemalteca se mueve al ritmo de una danza maléfica que por momentos hace pensar que los villanos seguirán dominando el escenario político nacional, a pesar que su agenda es impresentable para la mayoría de la población y de la comunidad internacional.
El nuevo gobierno esta urgido de victorias rápidas que deben llegar a corto plazo antes que la estrategia de desgaste del pacto de corruptos gane terreno en la población que todavía observa atónita como gana aliados en actores políticos, tales como alcaldes y diputados.
La impunidad es a mi juicio es principal obstáculo para el despegue del país en términos económicos y democráticos. Mientras los corruptos sigan teniendo espacios para salir victoriosos, poco espacio tendrá el nuevo gobierno para proyectar un cambio transformador de la realidad nacional.
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