Hay que tener presente la situación que atraviesan periodistas guatemaltecos hoy exiliados, en tanto, la indiferencia lleva a ignorar las dificultades que están viviendo fuera de su país y cómo está impactando sus condiciones de vida, además, hay que tener en cuenta que al negarles la posibilidad de difundir sus reportes, se está violentando el derecho al acceso a la información, principalmente a sus audiencias.
El exilio se ha convertido en un recurso para resguardar la vida de los periodistas de diferentes países de América Latina, quienes han sido amenazados por diferentes actores, entre ellos, elementos del crimen organizado, agentes de instituciones públicas y privadas o funcionarios gubernamentales. En Guatemala, la principal razón que provoca la salida de periodistas de su país, es la criminalización por difundir informaciones sobre hechos de corrupción, operaciones mineras en territorios indígenas y violaciones a derechos humanos, según la Red Rompe el Miedo.
En esta ocasión quiero resaltar los casos de periodistas criminalizadas/os, cuyos nombres son poco conocidos, pero fueron obligados a exiliarse ante la amenaza de ser inculpados de manera ilegal por el Ministerio Público, al mando de Consuelo Porras; o por amenazas de sujetos desconocidos y por la falta de medidas de protección que debe proporcionarles el Estado. Entre ellos, hay periodistas que salieron del país de manera repentina, carecen de redes de apoyo en el país extranjero donde ahora residen, proceden de familias con bajos ingresos o con otras limitaciones. El colectivo No nos callarán reportó que 25 periodistas y comunicadores se exiliaron entre 2020 y 2023.
Cabe resaltar que estas personas ejercían su labor periodística tanto en medios municipales y departamentales como nacionales, y actualmente están enfrentando dificultades en su condición de exiliados, por ejemplo, la falta de opciones laborales, la pérdida de redes de acompañamiento, así como dificultades para acceder a servicios educativos y de salud.
En especial, hay mujeres periodistas que cuando vivían en Guatemala, tenían capacidad económica para mantener a sus hijas e hijos, ahora exiliadas enfrentan grandes responsabilidades e incertidumbres ante la disyuntiva de dejarlos con algún familiar en su país o llevarlos con ellas al exilio. Es una situación bastante complicada que requiere una atención específica.
Ellas a su vez enfrentan riesgos adicionales, ya que, al encontrarse en otras realidades, desconocen qué hacer si sufren un ataque, especialmente de carácter sexual, ya que tales agresiones ocurren en todos los países centroamericanos y en México. Es muy difícil estar lejos de su familia, colegas y amistades. Algunas han podido continuar con su labor periodística en otros espacios, eso es importante, pero la situación es mucho más difícil para quienes interrumpieron de manera busca su profesión. Otras han recibido un estatus migratorio que les da tranquilidad, pero no todas.
Según sus relatos, al inicio de este año tenían más esperanza de retornar a Guatemala, pero en la actualidad se ha ido esfumando ya que persiste la situación que las obligó a dejar su país, no hay cambios en las fiscalías ni en los tribunales, fueron un fiasco las últimas elecciones de las cortes del Organismo Judicial, ninguna persona involucrada en ataques contra periodistas ha sido enjuiciada; en suma, el panorama lo ven muy difícil, y están muy agradecidas con las muestras de solidaridad recibidas.
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