Reagan y Biden tuvieron un mal debate televisivo por la presidencia…

Fernando González Davison

julio 10, 2024 - Actualizado julio 9, 2024
Fernando González Davison

De no haber asistido a fines de los ochenta al Salzburg Seminar, filial de la Universidad de Harvard, en tan bella ciudad austriaca, no me habría enterado que el ya mayor Ronald Reagan padecía Alzheimer desde su tercer año de su primer mandato. Eso nos lo dijo Rosty Reston, del New York Times, que era parte del profesorado del curso “El Proceso de la Política Exterior de Estados Unidos”, entre los que se contaba la senadora Nancy Kasebaum, el ex primer ministro alemán Helmut Schmidt y quien sería Secretario de Estado, Warren Christopher, subsecretario de Jimmy Carter, en una encerrona de clases con ellos de dos semanas en el Schloss Leopoldskron. Reston nos dijo que la prensa de su país ya conocía el problema pero no lo publicaba porque iba en contra  del «interés nacional”. Algunos le dijimos que debía la prensa alertar a la ciudadanía de ese mal pues Reagan estaba de nuevo en la contienda por la presidencia contra el demócrata Walter Mondale. Pero nos respondió que los medios actuaban así para proteger la presidencia en plena Guerra Fría.  Esa noticia  sobre esa enfermedad la confirmó Ron Reagan, hijo del presidente a inicios de este siglo. Ron describe su creciente sensación de alarma por el estado mental de su padre, que comenzó ya a los tres años de su primer mandato. Recuerda el debate presidencial con Walter Mondale el 7 de octubre de 1984. «Mi corazón se hundió cuando él se tambaleó al responder, buscando torpemente en sus notas, sin palabras, algo inusual en él. Parecía cansado y desconcertado», escribe Ron Reagan.

Esto viene a cuento respecto del debate en donde Joe Biden compareció en CNN con buenos argumentos pero con baja voz y un tanto cansado, como fue el debate de Reagan con el bien plantado Walter Mondale. La diferencia clara es que Biden no padece de Alzheimer sino que sufría del cansancio natural a su edad con tantas giras proselitistas por aquí y por allá además de sus viajes a Europa que trastocaron el reloj biológico como cualquiera más joven.

Volviendo a los ochenta, el vicepresidente de Reagan, George Bush, se hizo cargo de casi toda la presidencia en el segundo mandato e incluso se opuso a que Reagan se abriera al diálogo con Michael Gorvachov para terminar la guerra fría. Bush era duro y no quería que Reagan hablara con su rival, pero Margret Tatcher convenció a Reagan de dialogar con el líder soviético y así lo hizo para enojo de Bush y Cheney.

Mi conclusión es que, dado que Estados Unidos tiene un sistema que casi se mueve por sí mismo en lo político y que funciona en la defensa de sus intereses, puede llegar a presidencia cualquiera que él no romperá ese sistema como lo intentó hacer Trump en su presidencia.  Reagan logró poner fin a la Guerra Fría propuesta por Gorbachov. Pero Bush, al ascender a la presidencia, fue duro y con ganas castigar a Rusia para INRI  de Gorvachov cuando Estados Unidos se quedó como hegemónico en el mundo en 1991.

Puedo entender la situación en la que se encuentra Biden: su presidencia ha sido exitosa debido a sus decisiones en el campo de la economía, no así en detener las guerras externas, pero ha mantenido bien la democracia frente a un demagogo populista, a quien ya le ganó las elecciones una vez, y de nuevo repetirá su triunfo para bien de la democracia, que un mal debate no hundió a Reagan en 1984 ni a Biden en 2024 y tiene todo para ganar.

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