Para que todo siga igual, es necesario que todo cambie

En Memoria de Alain

Fernando González Davison     agosto 20, 2024

Última actualización: agosto 20, 2024 10:47 pm
Fernando González Davison

Cuánta razón tenía el conde de Lampedusa en El gato pardo cuando en 1860 el príncipe, personaje de su novela protagonizado por Burt Lancaster, recibe a su sobrino Tancredi, joven apuesto que le dice que se irá a unir a los revolucionarios, pues “para que todo siga igual, es necesario que todo cambie”. Lo visita para despedirse porque el joven aristócrata, personificado por Alain Delon, va a unirse con los revolucionarios de Garibaldi y otros que apoyan la idea de la reunificación de la Italia fragmentada y ocupada por potencias extranjeras, con los cantos de Verdi de trasfondo, mientras ciertas élites nobles muy conservadoras y cachurecas de ciudadelas del sur de Italia no querían ningún cambio y juzgaban a los liberales como Garibaldi de ser un facineroso de mal vivir.

Y es que el tiempo discurría en Sicilia y el sur de Italia sin que nada ocurriera de novedoso en su árida campiña con un orden social inamovible al frente de la aristocracia terrateniente. El desembarco de Garibaldi sacude la tranquila vida de Fabrizio, príncipe de Salina, hombre imponente, orgulloso, sensual y lúcido, patriarca de una de las familias más poderosas de la isla. Teme el hundimiento de su mundo. pero Tancredi le ha asegura que para que todo siga igual hay que pasarse el bando contrario porque lleva las de ganar. Impetuoso, Tancredi se despide del príncipe y abraza la causa garibaldina. Además, cuando gana la causa unificadora de Italia, él se enamora de la bella Angelica, hija de un advenedizo social, pero rico… un burgués en potencia porque tiene dinero. Al casarse con ella el estatus económico del príncipe y de él mismo se asegura con ese matrimonio. Burt y Alain estuvieron magistrales con el apoyo de Claudia Cardinale, la bella. Una novela majestuosa, bellísima y repleta de matices. El filme de Lucino Visconti basado en dicha novela no se quedó atrás porque dirigió una película portentosa, con lecciones de historia y los cambios políticos. Lampedusa compuso El libro de un hombre que lo comprende todo, de un poeta narrador dotado de una implacable clarividencia (Eugenio Montale). «Una obra excepcional. Una de esas obras para las que se trabaja o se prepara uno toda una vida» (Giorgio Bassani).

Una novela histórica reciente que implica la misma idea del cambio para no cambiar es El mago del Kremlin, que hace un retrato de una paradoja similar. En Rusia en el siglo XIX e inicios del siglo XX el Zar tenía un sistema, que en alguna manera se va a transformar en otro por completo con la revolución bolchevique, pero sin cambiar su esencia con el nuevo Zar soviético, Stalin e incluso del nuevo Zar actual: ¿tanto cambio para que todo siga igual? O como el presidente Xi de China que, como Mao y Deng Xiaoping, encarnaron la estructura del emperador chino en su última dinastía. O, acá, con los cambios “de rostros” en las democracias de fachada como la nuestra, donde siguen los cambios, ¿para que todo siga igual?

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