Migrando los problemas

Astrid Escobedo

agosto 1, 2024 - Actualizado julio 31, 2024
Astrid Escobedo

He escuchado muchas historias, de guatemaltecos que se ven forzados a emprender peligrosos viajes que les permitan salir cruzar la frontera de los Estados Unidos porque creen que ahí encontraran la fórmula mágica para solucionar sus problemas personales y familiares. 

Entre esas historias, me causó especial impacto la de un niño del oriente del país, qué por decisión de su familia, se vio forzado a emprender con solo a los 16 años la aventura de la migración, tuvo suerte porque logro cruzar la frontera y tener el apoyo de un familiar que años atrás también había inmigrado del país. Uno de los primeros tropiezos fue el desprecio que tenía por la formación  educativa, pero tuvo la fortuna que contó, con la dedicación de los profesores de su distrito escolar, quienes los convencieron y apoyaron para que pueda completar sus estudios secundarios y mejorar su inglés, porque el niño sabía que estaba forzado a trabajar y lo hizo en un restaurante de tiempo completo, porque eso le representaba 17 dólares de la hora y así poder enviar dinero a su madre, como se lo había prometido cuando se vio obligado a salir de su Guatemala. Esto trajo como consecuencia que el niño asumiera obligaciones de adulto, máxime cuando a temprana edad perdió a su padre.     

Infortunadamente, a muchos guatemaltecos, esta clase de historias de trabajo infantil no les causa mayor sorpresa ni reproche, porque estamos mal acostumbrados a someter a los menores a diferentes formas de trabajo y explotación que atenta contra su libre de desarrollo y disfrute de su condición de niños.  

Creo que es oportuno que de una vez por todas los diferentes sectores públicos y privados, con seriedad asuman el debate, que nos permita sin vacilaciones identificar las causas por las cuales nuestros niños se ven obligados a abandonar el país y trabajar de manera forzada para responder por obligaciones frente a toda su familia. El estado de Guatemala es el responsable de garantizar que los niños puedan ejercer sus derechos y lograr el pleno desarrollo de su personalidad sin limitaciones y no buscar que sean otros estados quienes asuman la responsabilidad que nos pertenece a todos como sociedad si en verdad pensamos en nuestro futuro. 

En ese debate se debe poner sobre la mesa si esa forma como los niños se ven obligados a salir del país y trabajar para apoyar a la familia, se puede considerar como una forma de trata de personas. El 30 de julio se conmemora el Día mundial contra la trata de personas, y el eslogan de la SVET fue “No dejar a ningún niña y niña atrás en la lucha contra la trata de personas”, pero me preguntó si las autoridades y en general la población guatemalteca dimensiona el problema, los niños y niñas son especialmente vulnerables a la trata, pero en Guatemala la necesidad económica ha justificado esta práctica, quizás siendo de las más comunes la del trabajo infantil forzado, pero que también se vive desde las adopciones irregulares, prostitución, esclavitud, servidumbre, etc, acciones ilegales que constituyen delito.  

Las estadísticas son abrumadoras 1 de cada 3 víctimas de trata a nivel mundial es un niño o niña. Del 100% de las víctimas de trata el 46% es de mujeres y de ese porcentaje el 19% es de casos de trata de niñas. Las estadísticas para Guatemala no son claras, por la falta de denuncia. No obstante, a nivel internacional el fenómeno está siendo más visible, especialmente en Estados Unidos, en donde gran número de niños migrantes guatemaltecos son explotados principalmente trabajando largas jornadas en empresas cárnicas y de productos agrícolas, violando las leyes estadounidenses; con la diferencia que en este país esta situación no pasa desapercibida y el estado acciona para hacer cumplir las leyes de protección de la niñez y que los migrantes de forma voluntaria acuden en búsqueda de trabajo, precisamente por esa necesidad de asumir obligaciones económicas para sostener a sus familias en los lugares de origen. 

Es por eso que es importante que la sociedad guatemalteca reaccione, combatir la trata de niños y niñas no es únicamente responsabilidad del estado, es responsabilidad de la familia que debe cambiar la concepción que los niños y niñas representan fuerza de trabajo y fuente ingresos. De la sociedad que debe entender que reducir la pobreza y exigir el cumplimiento de la ley es importante para garantizar el bienestar de la niñez. El primer paso para combatir la trata de niños y niñas es dejar de ser indiferentes. 

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