Luisa Aguilar de Ayau, formas, esencia, estilo propio

Fernando González Davison

octubre 5, 2024 - Actualizado octubre 4, 2024
Fernando González Davison

Luisa nos dice: “Quizás unas veces lo que me impele a pintar es un estado de ánimo  lúdico, en otras busco un lenguaje para expresar ideas y conceptos que no me es fácil traducir en  palabras”.  Es decir, pinta entre el juego y la curiosidad por indagar y la ciencia le hace comprender el giro de su energía.

Hija del reconocido ingeniero urbanista Raúl Aguilar Batres, Luisa, convertida en arquitecta y  artista plástica, ha mantenido un proceso de cambio constante hasta alcanzar la maestría y estar entre las mejores de su generación. Tuvo como profesor al maestro Daniel Schafer y a Arnoldo Ramírez Amaya.

Ha sido influida por M.C. Escher, el pintor de las matemáticas, por Remedios Varo, surrealista increíblemente creativa, también Klimt y Degas. Ramírez Amaya me ha dicho que ella tiene manos privilegiadas para hacer arte. Con el tiempo mejoró su técnica en dibujo y pintura, también como escultora, pero en donde más ha destacado es en su apuesta filosófica de su lápiz y pincel con sus personajes inmersos en giros dentro de un teatro humano desatado por la furia de los elementos y el inconsciente. Pero también ha plasmado dibujos y pinturas sobre las obras del renacimiento italiano o el mismo Popol Vuh, donde hay una sublime admiración por el pensamiento humanista y el respeto a la biblia maya. Observa a través del tiempo los mismos desafíos del presente y donde los valores de la tolerancia resaltan como mensajes de sus protagonistas alterados por diversas formas, cuando no se sumerge de lleno en la abstracción.

También ella ha explorado el mundo conceptual en su serie “Enigma multidimensional”, una reflexión sobre la naturaleza de la realidad, la percepción subjetiva y las múltiples posibilidades (que presentó hace meses en el Espacio Osmosis con 37 pinturas) orquestadas con la física cuántica. Allí  la artista exploró la vida y sus múltiples posibilidades y significados, que dependen de cómo se perciban según la perspectiva del observador, según ella lo dijo. Se puede ver eso en el video cuyo link está al final de este artículo. La pintora es magistral en el ritmo y la sinfonía plástica.

Para ella todo comenzó en 1985 llena de curiosidad, conocimiento de ideas y  la praxis como buena artesana de su arte, inmersa en la física cuántica, ciencia que describe el comportamiento de las partículas subatómicas, que pueden comportarse tanto como partículas como en ondas, teoría que ahora está en la base de nuestro quehacer humano en un entorno infinito y del cual la tierra es una partícula más. También sus obras plantean conceptos paradójicos como los de “incertidumbre”, “superposición”. Ese cambio conceptual fundamental irradia sobre la inteligencia artificial que hace y hará del mundo que conocemos otra realidad, quizás hacia la ciencia ficción, los colores de la artista en un ejercicio perenne. Vean este video: 

    El próximo noviembre ella expondrá en el Museo Ixchel sus nuevas obras en blanco y negro metálico donde confirma con estilo propio, como se ve en la imagen donde se funde la química y lo bello, pues nos envuelve con sendos giros elásticos propios en una danza lúdica y sensual que trastorna y hace volar en éxtasis poético. Esta es la hoja de vida de la artísta: https://luisadeayau.com/mauris-vitae/

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