Es reiterativo en algunos analistas de prensa muy conocidos, muchos de ellos ya jubilados principalmente de la banca central y de la Superintendencia de Bancos, rasgarse las vestiduras en pro del libre comercio y la responsabilidad fiscal; lo que según ellos han sido los pilares de la mal llamada estabilidad macroeconómica chapina.
El proteccionismo comercial y el despilfarro fiscal claramente son despreciables cuando se mantiene una autarquía de industrias monopolíticas de mala calidad, o bien un centro de licencias comerciales, tipo el Consulado de Comercio Aycinenista del siglo XIX, en donde los grandes señores coloniales mantenían compartimientos estancos para autorizar licencias de exportación e importación.
Centroamérica abrió una luz al libre comercio, diseñando una política comercial externa, allá por finales de los años 80, y tocó las puertas de su ingreso al multilateralismo que hoy lleva el sello de la Organización Mundial de Comercio. Por cierto, muy bien haría la Cancillería y el Ministerio de Economía de este gobierno, esfuerzos para efectuar cambios en la representación de la OMC, porque no se oye mucho de tal oficina desde hace décadas. Pero eso lo trataremos con más cuidado en próxima columna.
Ahora bien, lo interesante de resaltar es que algunos analistas que se lamentan de los antivalores de la inestabilidad fiscal y del proteccionismo, son voces normalmente financiadas por una serie de centros de pensamiento que toman ventaja de tales situaciones, aún cuando del diente al labio se jacten de libertarios.
Para muestra varios botones:
El libre comercio se puede comparar con la justa de las Olimpíadas Deportivas. En la misma sobreviven y triunfan sólo los más fuertes. Los más competitivos. Esta última palabra competitividad, se adquiere con una buena competencia interna. Y como por aquí nos conocemos todos; o al menos los que hacemos opinión económica, me llama la atención unos personajes que cacarean la estabilidad macroeconómica, la responsabilidad fiscal y el libre comercio, pero han sido, a escondidas, los más férreos defensores de carteles y monopolios industriales y agroindustriales. ¿Entonces en qué quedamos?.
Veamos por ejemplo algunas de las propuestas de los monetaristas/librecambistas/celosos del gasto público con fines sociales:
Tales señorones (hombres de negro y perfumados les llamo yo) fueron los ponentes de la reforma constitucional de 1993, que plantea un candado de financiamiento del Banco de Guatemala al fisco. La misma ha conllevado un notable incremento de la deuda interna -de la cual hacen mutis- porque ha pasado a engrosar un rubro más que jugoso para el estado de resultados de cuatro o cinco bancos monopolistas, que acaparan la deuda del gobierno.
Ello ha disparado con creces los gastos financieros gubernamentales, al punto que se emparejan ya con el gasto de inversion. Se trata de una propuesta ridícula que no la tiene ningún país civilizado del hemisferio occidental.
Actualmente, son ponentes de la Ley de Infraestructura Vial, que no solo incorpora un apéndice institucional dentro del Ministerio de Comunicaciones, con altos sueldos y dietas corporativas, sino incluso pignorará un porcentaje significativo de los saldos de caja de cada año durante 25 años.
La propuesta llega a ser tan discriminadora, que en su Artículo 6, crea la Dirección de Proyectos Viales Prioritarios, que gozará de independencia funcional y recursos propios y que “para garantizar que se contará con personal técnico preparado, las prestaciones de los funcionarios y servidores de la Dirección serán mejores a las planteadas por la Ley de Servicio Civil”. Démonos cuenta de la concepción de Estado de sus ponentes, y del desprecio por el servicio civil como un todo.
Además, como si ello no fuera suficiente, la tal Dirección podrá colmarse de expertos y consultores nacionales o extranjeros, sin estar inscritos en el Registro General de Adquisiciones del Estado -RGAE-. Y me imagino que serán los señoritos de la foto, muy conocidos por estos ambientes, y que son parte de redes de poder tecnocrático. Buena parte de ellos funcionarios de los tres últimos gobiernos: Pérez Molina, Jimmy Morales y del Giammatteiato. Gobiernos nefastos, por cierto.
Para mantener esta direccioncita, los ponentes de la ley se recetaron confiscar el 30% de los saldos de caja durante los próximos 25 años, y colocarlos en un fideicomiso. Una muestra clara de hipocresía, hablar en el vacío de librecambio y austeridad fiscal.
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