Desde hace tiempo he tenido la intención de reorganizar mi vida, redefinir mis prioridades, tomar responsabilidades más enfocadas, ordenar mis espacios y hacer nuevos hábitos. El gran problema de todo esto es que más allá de tener la intención, debe de haber un primer paso, sin importar cuan pequeño, pero que abra el camino para esos cambios significativos.
Debido a esta intención que comparto, he conocido por referencias o investigación propia algunos recursos los cuales estoy tratando de estudiar meticulosamente para lograr adaptarlos a mi realidad y cambiar lo que necesito. Uno de ellos, por ejemplo, es el método Konmari de Marie Kondo, el cual a grandes rasgos recomienda organizar por categorías y no por ubicación.
Por otra parte, ya teniendo una idea general de cómo hacerlo, me surge la inquietud de como lograr que esos cambios sean permanentes, y no frustrarme al ver que duración del esfuerzo sea efímera. Buscando formas de enfocarme en la permanencia de los cambios me topé con el método Kaizen, una técnica japonesa cuyo enfoque se encuentra en la simplicidad de los procesos, la consistencia y la obtención de hábitos más saludables.
Ahora bien, estimado lector y estimada lectora, cuando me refiero a que hay que limpiar la casa, no solo me refiero a lo material, que si lo necesita de vez en cuando y conforme pasa el tiempo me vuelvo más fanático del minimalismo, me refiero a limpiar todo eso que está por dentro desordenado, esas emociones, esos hábitos buenos y no tan buenos, costumbres, creencias, juicios, perspectivas, etc.
Recién cumplimos 100 días de ejercicio de la actual administración del Estado, y evidentemente por los resultados compartidos, limpiar la casa no esta siendo una labor sencilla. Pareciera que para levantar esa mugre impregnada en las paredes de nuestra democracia necesitamos un pesticida con tal poder astringente que corte con toda la porquería encontrada a su paso.
Nos dejaron una casa patas arriba, llena de moho, cucarachas, ratas y cuanta alimaña imaginable que lamentablemente aún cuenta con nidos por todo el país, desde el barrio Gerona, la 9na Avenida, pasando por Ciudad Universitaria en Zona 12 y hasta puntos más lejanos como Petén.
Falta mucho trabajo aún para reorganizar esta casa llamada Guatemala, pero más allá de desgastarnos en críticas tendenciosas, desinformación o sesgos, continuemos firmes en la labor de fortalecer esos pilares bajo los cuales la salud y el orden volverán plenamente. No es tarea fácil gobernar un país, pero si algo arroja una luz de esperanza en contraste con las últimas 12 administraciones es la voluntad política de cambiar que esta caminando de la mano con acciones concretas para limpiar la casa, reorganizar las prioridades, y tirar a la basura lo que ya no sirve.
Solo deconstruyendo esas viejas formas, esos viejos hábitos, esas viejas creencia, esa vieja política y esas viejas costumbres lograremos caminar hacia un futuro más próspero, igualitario, justo e incluyente. Sigamos siendo vigilantes de todos los procesos que ocurren a nuestro alrededor, desde gobierno local, cortes, legislativo y ejecutivo, pero también seamos cuidadosos con la información que compartimos, y sobre todo, fortalezcamos un frente unido para que los esfuerzos que se conviertan en cambios en esta administración puedan perpetuarse en el tiempo, que la limpieza que se haga en esta casa abra la oportunidad para que retorne nuestro mejor habitante, el Estado de Derecho.
Héctor Raúl del Valle es Internacionalista. Involucrado en simulaciones diplomáticas, participación ciudadana y dedicado al servicio.
@hrdelvalle
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