Lev Tahor y sus destrozos*

Marcos Melchor Palencia

enero 11, 2025 - Actualizado enero 10, 2025
Marcos Melchor Palencia

Lev Tahor, que significa «corazón puro» en hebreo, ha sido a lo largo de los años, objeto de graves polémicas y acusaciones en varios países, entre ellos Guatemala y Canadá, de donde tuvieron que huir tras ser acusados de tráfico de menores. La secta fue fundada en Jerusalén en 1988 por el rabino Shlomo Helbrans (fallecido ahogado mientras realizaba una “inmersión ritual” en un río en México), esta secta judía se ha enfrentado a múltiples acusaciones de abusos, secuestros y abandono de menores. No es nada nuevo volverlos a ver en las noticias. Encienda su televisor o busque la mismísima BBC en su navegador favorito y se dará cuenta.

No hace mucho leí el testimonio de un antiguo miembro de la secta que se casó a los 13 años, sin consentimiento ni motivo: sólo siguiendo las aparentes normas del líder. Pudo escapar sin dejar rastro, según declaró a la BBC. Recuerda muy bien cómo vio cómo llevaban a menores a habitaciones cerradas junto con los líderes de la secta y después, los llevaban a tomar baños aparentemente sagrados y espirituales. Muy tarde identificó las verdaderas intenciones de los supuestos líderes espirituales con su afición infantil.

Hasta hace algunos días —y ya casi contando un mes—, las autoridades del gobierno, en colaboración con la PNC y el Ministerio Público, realizaron una redada en el complejo Lev Tahor tras recibir denuncias de abusos, como violaciones, matrimonios forzados y trata de personas. La fiscal Nancy Paiz informó que las pruebas recogidas indican la existencia de estos delitos, lo que motivó la intervención para proteger a los menores. Si ya de por sí suena terrible, ahora imagine que durante el registro de la supuesta propiedad, también se encontraron osamentas de presuntos menores de edad, lo que ha añadido una capa de horror a la ya inquietante situación.

Y como era de esperarse, la secta ha negado todas las acusaciones, calificando las acciones de las autoridades como una «persecución religiosa», lo cual suena más que hipócrita y sin sentido ya que la historia de la secta en otros países, como Israel, Estados Unidos, Canadá, como lo menciono al principio, y México, muestra un patrón de comportamiento similar, con constantes maniobras para evadir el control de las autoridades.

La comunidad judía de Guatemala y su director, Ilan López, han declarado en innumerables ocasiones que tal secta no está afiliada a su organización y han expresado su apoyo a las investigaciones encaminadas a proteger a los menores implicados. Este caso concreto pone de manifiesto la complejidad de equilibrar la libertad religiosa con la protección de los derechos humanos, especialmente cuando hay menores implicados. ¿Cómo es posible que haya madres de 13 años? ¿Quién las ha embarazado y quién se ocupa de ellas? Si bien es fundamental respetar las prácticas religiosas, es imperativo que éstas no vulneren derechos básicos ni pongan en peligro la integridad física y emocional de las personas, especialmente de los niños.

Hasta el momento, el Ministerio Público de doña Cony y el Ministerio de Gobernación, han actuado con determinación para salvaguardar el bienestar de los menores, enfrentándose a importantes desafíos (como los de esta semana, hasta a zapatazos han recibido a los policías) incluida la resistencia de los miembros de las sectas. (En el momento de la publicación, el Procurador de Derechos Humanos o la institución no han hecho ninguna declaración pública ni se han personado en el Centro Alida España donde se encuentran actualmente los menores). Ya veremos si pasa a saludar.

En un país que ya se enfrenta a numerosos retos, desde la corrupción hasta la violencia y la pobreza, la situación de la secta es sólo un pequeño recordatorio de la importancia de la justicia y la protección de los más vulnerables. No sólo los desenmascararon, por milésima vez, sino que refleja el compromiso con la protección de los derechos de los niños y la aplicación de la ley contra las prácticas abusivas, independientemente del contexto religioso o cultural en el que se produzcan. ¿No cree? ¿O es muy “políticamente incorrecto” pedirlo?

*Versión traducida y editada del texto publicado originalmente por el autor el 24 de diciembre de 2024, en The Times of Israel.

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