La planificación en Guatemala y SEGEPLAN 1944-2000 (II)

Fernando González Davison

junio 1, 2024 - Actualizado mayo 31, 2024
Fernando González Davison

Para paliar el caos rural, siempre por presiones de “la embajada”, se decretó ese año 1957 la Ley de Transformación Agraria y se entregaron parcelas de tierras estatales a muchos campesinos, mientras un centenar de Fincas Nacionales, que Árbenz cedió a sus trabajadores un año atrás, al dejar sin vigor la Reforma Agraria, estas volvieron a manos del Estado, y el gobierno de turno empezó a repartirlas como botín político entre los coroneles y falangistas que hacían gobierno, incluyendo la finca El Cajón, que era propiedad de Árbenz desde 1944.

        Tras el asesinato de Castillo Armas en 1957 se redujo a más de la mitad la ayuda estadounidense que había llegado a cien millones de dólares durante los últimos años,. La obra fue invisible, salvo en el tramo de la ruta al Atlántico y la presa Jurún Marinalá que Árbenz había iniciado.

      En respuesta a la revolución cubana en 1959 la Casa Blanca articuló una serie de programas para contener focos de insurrección revolucionaria en América Latina. Fue así como John F. Kennedy inauguró la Alianza para el Progreso para generar desarrollo y reducir los bolsones de pobreza en la región como una especie de Plan Marshall para el hemisferio. Fue un éxito su apuesta a favor de crear el Mercado Común Centroamericano, ideado en la CEPAL y el Banco Mundial a inicios de la década. Este banco abrió una especie de sucursal para América Latina, que fue el BID, con el apoyo de la Casa Blanca, banco que a su vez creó una sucursal específica para el istmo centroamericano, el BCIE, para financiar proyectos públicos y privados. El crecimiento económico del istmo fue del seis por ciento anual de 1960 a 1979 y su imán hizo que la planificación fuera concebida de manera regional a la vez que nacional. Eso lo entendieron bien los funcionarios de desarrollo de Estados Unidos de la AID y ROCAP, más los  del BID y el CNPE, cuyo secretario era Gert Rosentha, puesto por recomendación de Alberto Fuentes Mohr, cuando desarrollaron en 1969 el Plan Nacional de Desarrollo 1971-1975 de trescientas páginas para uso del ganador de la contienda electoral de 1970. Esperaban que ganara Peruccini, el candidato del Partido Revolucionario que había llevado la presidencia a Mario Méndez Montenegro (quien concluyó la hidroeléctrica Jurún Marinalá y la carretera al Atlántico que llevó a la quiebra a los ferrocarriles de la IRCA y la ruina la tomó el Estado). El plan, además, pretendía evitar la duplicación de esfuerzos en materia de estudios de pre inversión y de inversión pública, y se priorizaba el gasto público y la cooperación internacional en apoyo a los programas y proyectos del plan. En alguna forma se abrió en forma paralela la planificación de proyectos centroamericanos de infraestructura (telefonía, carreteras, portuarias) que dieron un salto adelante en la integración del istmo.

Si bien aquel plan quedó engavetado en la gestión del siguiente gobierno del general Carlos Arana Osorio, el general Eugenio Laugerud García lo rescató como guía para responder a la emergencia del gran terremoto de 1976 (a sugerencia del periodista Mario Solórzano Foppa). Comenzó así la ejecución de Puerto Quetzal y de grandes hidroeléctricas como Xixoy. El plan continuó ejecutándose, pero se frenó con el siguiente gobierno del general Lucas García por el desorden y la corrupción. Además, los proyectos carreteros no arrancaron. En ese momento irrumpió la revolución sandinista en 1979 con el apoyo de países socialdemócratas de la región y, de manera indirecta, de la Casa Blanca: Jimmy Carter le pidió a Somoza dejar el cargo para evitar más derramamiento de sangre. Sin embargo, Daniel Ortega hizo de la suyas en la jefatura de Nicaragua y se alió a La Habana, que trajo a la región la guerra de baja intensidad propia de Guerra Fría, guerra que casi destruye el proceso de integración en Centroamérica y la misma planificación. En Guatemala comenzaron los asesinados en serie de “comunistas”, incluyendo al secretario y funcionarios de SEGEPLAN. La dictadura militar en los Ochenta instrumentó a los que la dirigían dicho ente para sus planes contrainsurgentes como los Polos de Desarrollo, con la idea de quitarle el agua al pez, mientras se aplicaba la política de tierra arrasada. Aunque a la vez ellos trabajaron de manera paralela en otros proyectos para paliar la situación extrema del campo agobiado por las masacres. Según un blog de SEGEPLAN se expresa que entre 1979 y1984 que generó el Plan de Acción Social, el Plan de Desarrollo Integral de la Franja Transversal del Norte (FTN, donde los generales se repartieron cada uno más de cuatrocientas caballería cada uno tierras que habría inclinado la balanza de los indígenas a favor de la incipiente guerrilla), el Plan de Desarrollo de la Subregión Altiplano Norte/Central, el Plan de Desarrollo Regional Occidente/Altiplano, el Plan de Desarrollo Integral del Departamento de Baja Verapaz y el Plan de Desarrollo Integral de la región Petén con características contrainsurgentes.

          Como me ha confesado Edgar Pape Yalibat cuando Vinicio Cerezo entró a la presidencia en 1966 y él fue viceministro de Finanzas de Fito Paiz, los ministerios y SEGEPLAN semejaban nidos abandonados como los que encontró Bernardo Arévalo al asumir la presidencia este año en casi todos los ministerios y SEGEPLAN como indicó el actual secretario Carlos Mendoza. Era claro que los militares en verdad no entendían de gobernanza como tampoco lo sabían los corruptos gobiernos de Pérez Molina, Sandra Torres, Jimmy y Giammattei.

          En 1992 el estado de la planificación en SEGEPLAN aún era lamentable, pero lo rescató Fernando Fuentes Mohr conmigo como Subsecretario: se hizo un plan de pre inversión y de inversión pública, teniendo como base los datos recientes de la Dirección General de Estadística el Plan Nacional 1971-1975. Y, de la mano del Ministerio de Finanzas, se realizaron seminarios de capacitación en proyectos para que las aldeas desarrollaran sus propios proyectos para ser financiados por el FIS y FONAPAZ. El plan concluyó en 1993 y sirvió de guía para los gobiernos siguientes. Se propuso y creó la Secretaría de Aguas, por ser clave para el largo plazo, pero el gobierno de Álvaro Arzú la clausuró. El nuevo Plan Nacional contenía la cartera de proyectos para solicitar la cooperación técnica y financiera a las agencias del exterior y el componente del presupuesto público requerido. Así, SEGEPLAN dispuso de una cartera de proyectos. Luego asumió la secretaría Mariano Rayo y la transformó en una secretaría de la Presidencia. Si bien se descuidó la planificación en el gobierno de Alfonso Portillo, en el de Óscar Berger, quien nombró como Secretario a Hugo Beteta, volvió la coherencia y la planificación, que habrían de chocar con el secretario nombrado por Álvaro Colom en su primer año de gobierno, hasta que fue nombrada Karin Slowing, quien hizo buen dúo con el ministro de Finanzas, Juan Alberto Fuentes Night.          

A inicios de este siglo a SEGEPLAN se le ampliaron sus funciones para atender a las municipalidades y Consejos de Desarrollo, contrariando su función de atender el Plan Nacional, pues se dispersó distintas tareas poco pertinentes para cumplir con el papel específico con el sector público.

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