La importancia de compartir información confiable: Un llamado a la responsabilidad social

Mariana Rohrmoser

septiembre 3, 2024 - Actualizado septiembre 2, 2024
Mariana Rohrmoser

En esta era digital, donde la información fluye de manera instantánea y sin filtros, la responsabilidad individual en la verificación y difusión de noticias nunca ha sido tan crucial. 

A diario, millones de personas acceden a redes sociales, blogs y sitios web en busca de información. 

Sin embargo, en este vasto mar de datos, no todo lo que encontramos es veraz o útil. Peor aún, la proliferación de información no confiable y la actividad de los llamados netcenteros han comenzado a erosionar las bases de nuestra sociedad, sembrando la división y el caos donde antes había, al menos más diálogo constructivo, unión y colaboración.

El peligro de la información no confiable, es decir esa sistemática, estructurada y altamente dañina desinformación, se ha convertido en una epidemia moderna. Ejemplos recientes van desde desmedidas alarmas sobre emergencias sanitarias con fines económicos mezquinos, hasta manipulaciones burdas en eventos sociopolíticos. 

Estas noticias no sólo confunden al público, sino que generan un clima de miedo y desconfianza. 

Las personas, al no tener claro en quién confiar, se ven atrapadas en un ciclo de incertidumbre que puede afectar decisiones cruciales en sus vidas personales y en su ámbito social. Incluso aorillándolas a la apatía. 

El impacto de esta desinformación va más allá de la confusión momentánea; afecta la percepción que la sociedad tiene sobre temas críticos, debilita la confianza en las instituciones y a largo plazo, amenaza con socavar los cimientos mismos de la convivencia democrática. 

La falta de certeza y claridad en esa información que diariamente bombardea a la población y la propagación de falsedades no sólo afectan el presente, sino que moldean un futuro donde la verdad se vuelve un concepto difuso y manipulable.

Todo este tema ha traído a colación el elemento conocido como netcenteros o nets, quienes realmente resultan ser mercenarios de la desinformación o bien de la información tendenciosa, destructiva y provocadora, cuya única finalidad es generar confrontación para distraer o sustraer la crítica atención del público.

Es decir, en el centro de esta problemática se encuentran esos individuos o grupos organizados que se dedican a manipular la opinión pública, a través de la difusión malintencionada de información falsa o sesgada, motivados por intereses políticos, económicos o simplemente por el deseo de crear alteración y desestabilización. Estos actores aprovechan la inmediatez y el alcance de las plataformas digitales para amplificar sus mensajes y confundir a la sociedad. 

Para comprender los porqués de esta nueva forma de «comunicación» deben entenderse los cómos de estas prácticas netcenteras. Su nefasta labor es realizada desde la sombra o cuentas ficticias, disfrazando sus actividades como campañas genuinas o cuentas de ciudadanos comunes, cuando en realidad están orquestadas para influir en decisiones políticas, desacreditar a adversarios o promover agendas ocultas. 

¿Cuáles son las consecuencias de todo esto? Sin duda alguna el resultado es una ciudadanía cada vez más polarizada, dividida y menos capaz de colaborar activamente para resolver los problemas reales que enfrenta, perdiendo articulación asertiva y proactiva en beneficio de la comunidad.

Tras entender todo lo anterior, la pregunta obligada e importante es ¿qué se puede hacer para evitar dicha situación? 

Para contrarrestar este monumental problema, será fundamental reconocer, aceptar y afrontar la existencia de esta situación,  provocando la unión y el trabajo proactivo, desde todos los espacios que representan a la sociedad, incluyendo a aquellos que se encuentran ajenos a este tipo de información y prácticas, pues su desconocimiento e ignorancia del tema los hace presa perfecta de la desinformación.

Recordemos, las actividades de los netcenteros están diseñadas para dividirnos, para crear un ambiente de hostilidad y desconfianza mutua. Sin embargo, la historia ha demostrado que solo a través de la colaboración y el esfuerzo conjunto es posible superar los desafíos más grandes. Para muchos esto sonará iluso o utópico, pero tocará decidir entre seguir evadiendo este problema o tomar cartas en el asunto.

No hay que esperar a que sean afectados nuestros intereses para tomar acciones al respecto, por lo que uno de los tantos objetivos de los artículos de opinión como estos, pretenden sensibilizar a la población para ir comprendiendo que más temprano que tarde le podrá tocar a usted o a los suyos ser víctima de la desinformación. Es momento de preguntarse a conciencia cuánto usted está siendo manipulado por información tergiversada, utilizándole para replicar esa perversa desinformación y continuar el caos y división que solo odio, hostilidad, negatividad y ansiedades genera.

Promover la unión implica, en primer lugar, comprometernos con la verdad. Debemos ser críticos con la información que consumimos y compartimos, verificando siempre las fuentes y rechazando activamente cualquier intento de manipulación. 

Además, es necesario fomentar un ambiente de diálogo y entendimiento, donde las diferencias sean vistas como oportunidades para el crecimiento colectivo y no como barreras infranqueables.

Se tendrá que entender que la lucha contra la desinformación no es tarea de unos pocos y constituye una responsabilidad compartida. Cada uno de nosotros tiene el poder y el deber de contribuir a un entorno informativo saludable. Hagamos una responsabilidad social compartir información confiable y verificada, cuestionando siempre las fuentes y motivaciones detrás de cada noticia. Dichos pasos serán importantes hacia la construcción de una sociedad fuerte, sólida y unida.

Las plataformas digitales y los medios de comunicación también deben asumir su parte en esta tarea. Es imperativo implementar mecanismos mucho más efectivos que detecten e incluso eliminen contenido tendencioso, sedicioso, confrontativo, injurioso y con evidencia de falsedad, marcando por supuesto el límite y la prudencia necesaria para el resguardo de la libertad de expresión.

Promover activamente la educación mediática entre los usuarios, será una tarea ardua pero urgente. 

Me permito hacer un llamado a entender y atender este fenómeno de la desinformación dañina y destructiva, pues vivimos tiempos de incertidumbre, donde la verdad parece ser un recurso cada vez más escaso, por lo que será vital comprometerse a ser guardianes de la información veraz. 

Reitero la importancia del trabajo proactivo y conjunto para responder a las amenazas de las tribulaciones relativas a este tema, construyendo un futuro en donde la verdad prevalezca y donde la sociedad avance, no a pesar de nuestras diferencias, sino gracias a ellas.

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