Estos últimos días, profundos hechos y emociones, nos llenaron de irritación y hasta de lágrimas. Las ansiadas olimpiadas, con su siempre anhelado evento de inauguración, que cada cuatro años genera expectativas, fueron al parecer, un verdadero fiasco.
Detecté que lo fue más para estos lados del planeta, que para los que están del otro.
Al menos eso creo haber averiguado.
En fin, el punto es que, lo que en últimas décadas había generado ilusión para compartir e incluso admirar con amigos o familia, resultó para muchos una verdadera ofensa y de mal gusto, hasta para los no tan conservadores.
Sin caer en moralismos, sí me pregunté ¿cuál es la gana o pretensión de provocar? ¿Qué realmente está sucediendo que todo, pero todo, resulta en radicalismos, extremismos, exageraciones y desemboca en las benditas y deleznables (para mí) ideologías?
¡Qué agotador e improductivo!
Desde el covid hasta una inauguración olímpica resulta ser el producto de una tendencia ideológica.
Se han percatado que por un grupúsculo de personas, que crean enfermedades hasta escenas y parodias, resultamos discutiendo y defendiendo puntos de vista, que muy posiblemente todas tengan un punto válido y una razón de ser.
¿Se recuerdan de esa historia de las hormigas y quien agita el frasco? ¿Por qué querer parecer esas hormigas irritadas que caminan sin rumbo y todas alocadas, en lugar de imitarlas en su poder organizativo y tan poderoso para construir y forjarse, tras el esfuerzo unánime y ordenado, grandes cosas.
Sí, yo también pensé que fue una inauguración poco, sino es que nada alusiva al deporte, a la sana competitividad, que resaltara la constancia, la excelencia y unión, valores a ponderar en un evento que celebra las diversas disciplinas deportivas y no las diversidades de géneros, en clara contravención ( para mí) a los aros que se presentan en la emblemática bandera olímpica.
Pero resulta que un grupúsculo de organizadores pudieron capturar la atención del mundo para agitarnos como hormigas, irritarnos y por consiguente disuadirnos de lo importante, cayendo en la confrontación de lo burdo, defendiendo ideologías en lugar de construir ideas conjuntas.
No todo será del gusto de todos y esto no es nada nuevo, pero etiquetarnos bajo tendencias ideológicas, sinceramente ya no lo entiendo y es totalmente insano.
Esto refleja una vez más, la descomposición social que evita la consolidación de esfuerzos y nos obstruye la construcción de sociedades unidas y sanas.
Lo sano no deviene de la no existencia de estos fenómenos, sino de la habilidad para enfrentarlos.
Hoy presenciamos cambios, desafíos, problemas, etcétera y no es evitando su existencia que éstos dejarán de ser lo que son, sino que nuestro reto estará en saber cómo convivir con ellos y darles la atención correcta que todo esto merece.
Muchos dicen que cada quien sea como quiera ser, pero al parecer es algo que dicen de diente al labio, pues finalmente no lo toleramos.
Ellos, los «desviados», los excéntricos y los que representan la banalidad, están siendo como quieren ser.
¿O no? ¿Entonces?
¿Por qué enojase, por qué etiquetarnos?
¿O es que lo que se dice es una cosa, pero realmente se desea otra?
Pareciera que la consigna es que cada quien sea, como quiera ser, pero lejos de nuestra vista. ¿Es así?
Lamentablemente todos hemos tenido que soportar las tendencias, las influencias, actos y hasta las agendas de muchos otros, hasta de la iglesia y no por ello la evitamos.
El problema son las intolerancias y el hecho de no querer entender la importancia del respeto y la coexistencia.
¡Si cada quien está en su derecho a ser como quiere ser, pero ocultándose, estamos frente al escenario perfecto de la doble moral, en su máxima expresión!
Muchas cosas no son oportunas y quizá sí escondan otros intereses, el problema es sucumbir a la provocación, ideologización y movernos como hormigas poco racionales, unos contra otros.
Exposiciones no deseadas, trajes, cantantes abiertamente homosexuales y muy controversiales, siempre ha habido y no recuerdo que en aquellas ocasiones, las tendencias ideológicas hayan sido la razón para inundar las pláticas y ahora las redes sociales, de tanta confusión y hasta de basura.
¡Todo es cuestión de quién lo vea y con qué ojos lo haga!
Que si fue una burda parodia de la última cena representada por da Vinci o de una antigua bacanal griega, que honraba al dios del vino, Baco, con el argumento que las olimpiadas son antiguas y griegas, da lo mismo, pues todo apunta a que cada escena estaba fríamente calculada, para enervar a muchos y divertir a otros.
¿Por qué no darse cuenta de ello y aceptar que todo, no sólo esta inauguración, es así?
Por ello les invito a no etiquetarnos y destruirnos porque finalmente no sólo en este tipo de escenas están los supuestos mensajes de homosexualidad, de pedofilia, de libertinaje, de grosería, de banalidad, etc.
También lo hacen otros espacios y de apariencia conservadora. Lo que pasa es que no lo ven, quienes aún están ciegamente parcializados.
Sea por religión, política, deporte u opinión, siempre habrá polémica y discusión y eso está bien, pero caer en las descalificaciones, las etiquetas y las ofensas es lo que nos destruye. Yo lo he aprendido, enmendando, sobreponiendo lo correcto, por sobre la razón.
Hoy estamos enfrentando situaciones mucho más peligrosas y aberrantes como el robo de nuestra democracia, dictaduras muy cercanas, cortes cooptadas e impunidad, por lo que invito a mis semejantes a que identifiquemos cuántas reales y muy cercanas amenazas tenemos y sepamos ser hormigas coordinadas para construir, defendernos y abogar por el bien.
Eduquemos a nuestros hijos a tener criterio, evitando que sean presa del radicalismo y las descalificaciones, para crecer libres de los estigmas y los dogmas, sabiendo discernir con inteligencia entre el bien y el mal. La mesura y la cordura, les y nos evitará agitarnos cual hormigas locas, que nos obstruyen la razón y el temple para actuar.
Todos los sectores pretenden empujar e incrustar agendas, buenas y malas, por lo que no nos hagamos los incrédulos, pero lo importante es estar atentos para saber discernir cuál es cuál y así apoyados de la sana crítica, obtener el blindaje necesario y oportuno, para no caer y sucumbir en la destrucción de nuestro entorno o de nosotros mismos.
Todos debemos reflexionar sobre estos temas, para que con justo equilibrio y libres de ataduras ideológicas, reconozcamos lo verdaderamente importante, celebrando el éxito de nuestros atletas en estas olimpiadas, que con lágrimas en los ojos, se pudo izar nuestra bandera, junto al himno nacional de Guatemala.
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