He vuelto a Japón luego de veintisiete años de ausencia, donde estuve como embajador chapín en tan dinámico y singular “Imperio del Sol Naciente” en los años noventa, cuando escribí Japón en el péndulo luego de introducir nuestro café y ron en dicho mercado (Japón en el péndulo) Tokio brilla más que Shangai en todo sentido de modernidad, aunque Japón sabe que China, que en chino significa país centro del mundo, será la gran potencia del Lejano Oriente como hace milenios, y se acomodar a esa realidad para que la región se más estable mientras Estados Unidos declina.
Japón es un coloso económico y cultural que admira las antiguas civilizaciones del orbe, la maya, la egipcia, la europea y otras y las hace parte de su pensamiento en el alumnado. El país es la punta de lanza de la modernidad arquitectónica del orbe, con el mejor sistema ferroviario y cuyos motores de todo tipo están en los primeros lugares. El país sigue al detalle para innovar y perfeccionarse en todos los ámbitos. Sus escritores como Haruki Murakami o el Nobel Kenzaburo Oe, a quien conocí junto a Vargas Llosa en su capital, son muy apreciados tanto en la literatura, como sus científicos como el físico Michiko Kauku.
Hay más calma en sus hiperciudades, se mantiene la limpieza total, con alta educación, salud y prevención de desastres para todos. Muy parecido al sistema nórdico y suizo, solo que en una dimensión mucho mayor con 125 millones de habitantes en menos de medio millón de kilómetros cuadrados. Destina más del dos por ciento del presupuesto a la defensa y es el tercero del mundo. Tiene casi un millón de migrantes y requerirá de más para seguir su expansión económica pues hay escasez de mano de obra ante el envejecimiento de la población, con un promedio de vida de 84 años, los más longevos del planeta (mientras en Estados Unidos es de 76 años para los hombres). Es la cuarta economía mundial, casi al mismo nivel que Alemania, pero con una proyección mayor.
China y casi todo el lejano oriente han seguido las lecciones de Japón para modernizar sus sociedades y economías de manera inclusiva a través de un capitalismo de Estado: el gasto público es más de un tercio o casi la mitad del presupuesto anual. La inversión japonesa fue clave para el despegue económico de China y los Tigres Asiáticos, donde el modelo japonés fue aceptado y sus inversiones con base en la guía estatal. Japón sigue invirtiendo en su área geográfica y compite con China en su proyecto de la Ruta de la Seda, pero cooperan en distintas áreas como desastres naturales y sanidad. y tarde o temprano tendrán que estrechar filas en materia de seguridad para sentirse tranquilos, aunque a Estados Unidos eso lo pone nervioso, pues China es una prioridad y lo será para Trump, que podría dejarle a Japón más espacio en el Mar de China y el Mar de Filipinas.
Tokio inició su particular modelo de desarrollo de capitalismo de Estado a mediados del siglo XIX cuando se abrió al mundo, al sentirse listo para defenderse y confrontar a las potencias occidentales para que no la ocuparan como sucedía en toda la región, luego que Londres hizo adicta a China con el opio para adormecerla.
Los militares nipones tuvieron una fuerte influencia en el período Meiji de apertura al mundo (ya sea en el ejército, la política o los negocios): eran ex samurái o descendientes de samurái, y compartían un conjunto de valores y perspectivas. El primer gobierno Meiji veía a Japón amenazado por el imperialismo occidental y la mejor respuesta de Japón fue elevar su industria y construir un ejército fuerte para defenderse del exterior. El Estado financió la industria y varios conglomerados que producían y comercializaban diversidad de productos y se lanzaron a la conquista comercial del mundo luego de haber enviado a las universidades de Estados Unidos y Europa a miles de alumnos a aprender ingenierías de todo tipo, para estar a la altura de los avances científicos en los diversos sectores. Adaptó el sistema francés de educación, el militar de los alemanes, el parlamento de los británicos y la industria de los estadounidenses.
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