Guatemala con diecisiete millones de habitantes apenas tiene cincuenta mil lectores, es decir reina la ignorancia y, como dijera Sandra Torres en su última campaña electoral, «La ignorancia es la riqueza de la cultura de nuestro pueblo”. Aunque ella lo dijo como un lapsus para contar con el apoyo de esa mayoría iletrada, como si los analfabetos funcionales tuvieran la culpa de ello, hundidos como muchos en Tik Tok y demás medios que reniegan la lectura de libros, que producen magia para conocer otros cerebros que sirven para educarnos. Sucede que los niños del país carecen de guías y de formación para interesarse por la aventura de las novelas y cuentos, en la ciencia o la historia, sea por deficientes maestros y padres que viven el día al día… fáciles de sucumbir a los charlatanes, a los políticos, a los religiosos, a los aprovechados de su sencillez.
Debemos por ello exigir al Estado y a centros educativos que inicien acciones en favor de la lectura siguiendo el ejemplo de los países nórdicos o como en la fundación Bernardo Lemus, en Puhurulá, Baja Verapaz, cuya biblioteca empezó en una sala de su hija y ahora ha llegado a tener un edificio propio, donde los niños y jóvenes prestan y leen libros a cambio de vasos de Incaparina para que lean sin hambre. Y su éxito es notorio y debería repetirse a lo largo y ancho de Guatemala.
Otro ejemplo, pero negativo, son las bibliotecas del Banco de Guatemala en todos los departamentos pues, a pesar de contar con recursos financieros, no hay acciones para atraer a los lectores: allí llegan los estudiantes a sentarse a hacer sus tareas. No se fomenta allí la lectura, pues los bibliotecarios parecen robots burocráticos que solo les interesa mantener el orden de los libros y no los prestan para que los patojos se los lleven a su casa cuando algunos tienen interés en ellos. Hay recursos financieros pero sus directores carecen de mística y no estimulan el amor a la lectura para enfrentar al monstruo de la ignorancia. ¿Por qué no ofrecer galletas y bebida para atraer a niños y jóvenes y les prestan libros? Ese sería un paso adelante.
Las bibliotecas de las universidades también tienen ese síndrome y son poco atractivas. El análisis muestra que tienen un éxito relativo las pequeñas bibliotecas privadas que, de alguna forma, suplen los vacíos dejados por los entes públicos como la Biblioteca Nacional, donde los esfuerzos son escasos para atraer a más lectores. La mayoría son jubilados o desempleados que llegan a leer diarios cada día sin disponer de un vaso de agua.
La causa de tener pocos lectores en el país es la pobreza, pero también los hay en los estratos medios y altos como una epidemia. Hay pocos lectores. Luego de la última pandemia se profundizó el problema. La tarea sigue: ir con los niños a estimular sus emociones y conocimientos. Tenemos que un Harry Potter mesoamericano… Cada uno de nosotros debería crear un grupo infantil de lectura y llevar algunos libros y galletas y bebidas a ese grupo de niños. Ya lo hizo Sophos al fundar “La Teka”, con un salón fijo en la zona uno, frente al edificio de Correos, para todas las edades.
FILGUA y sus representantes tienen clara consciencia de ello y se afanan por incorporar a las editoriales privadas y públicas en ese esfuerzo. FILGUA volverá este julio de nuevo a abrir sus puertas para que nos llenemos de aventuras y conocimiento con las páginas de los libros que deseamos leer para volar como nunca con la imaginación. Harry Potter tuvo la inmensa magia que elevó el número de lectores de niños y adolescentes. FILGUA 2024, del 4 al 14 de julio entrante tendrá sus puertas abiertas como cada año. El arranque oficial es este 6 de junio en el Palacio Nacional: El tema asignado son las migraciones humanas para que aprendamos más del tema. El Ministerio de Educación debe ser parte esencial de ese esfuerzo y no solo el Ministerio de Cultura que aporta fondos. Cada escuela debe tener su biblioteca y ser receptora de libros infantiles y para jóvenes. ¡Enhorabuena a los organizadores! Seducir a la niñez con los principios tan bien expresados por la voz juiciosa de Cicerón como la ética de la responsabilidad, la rebeldía moral cuando un país atraviesa una crisis, la moderación en la vida, que no se vive en una isla personal, sino en un mundo compartido. Los libros hacen la magia de convertirnos en viajeros en el tiempo, según Carl Sagan.
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