Estados Unidos ha sido, durante mucho tiempo, un referente en materia de democracia. A pesar de las profundas divisiones ideológicas que han marcado su historia, el país ha demostrado una notable capacidad para gestionar los cambios de poder de manera pacífica y democrática. En los últimos años, hemos sido testigos de cómo figuras políticas que promueven discursos de odio y polarización pueden aprovechar la atención mediática para alcanzar posiciones de poder, uno de los mayores referentes es Donald Trump.
A pesar de lo antes mencionado es lamentable que aun estando entre los países más democráticos, el ganador de las elecciones es un personaje que propaga ideas de odio, racismo, clasismo y desigualdad. Ante dicha situación cabe mencionar que una de las grandes diferencias entre la izquierda y derecha latinoamericana es que la izquierda asume la derrota con dignidad, es loable la acción de la candidata Kamala Harris que reconociera los resultados. Sucedería todo lo contrario si la actual vicepresidenta de Estados Unidos hubiese ganado las elecciones.
Es fundamental aclarar que ni la derecha ni el conservadurismo son problemas inherentes a la política. El verdadero problema radica en los extremismos, tanto de derecha como de izquierda, que utilizan imágenes polarizantes y discursos simplistas para captar votos y promover agendas que, en muchos casos, van en detrimento de las mayorías. El ascenso de figuras como Trump ejemplifica cómo la falta de pensamiento crítico y la manipulación de las emociones pueden llevar al poder a líderes que socavan los derechos fundamentales y las instituciones democráticas, este fenómeno no se limita a Estados Unidos, sino que se observa en diversas partes del mundo, incluyendo Guatemala, donde ciertos actores políticos promueven discursos de odio y retroceso en materia de derechos humanos. Es crucial reconocer que fomentar la desigualdad y la polarización solo conduce a un estancamiento social. Debemos trabajar en construir una narrativa que promueva la inclusión, el respeto por la diversidad y el diálogo constructivo.
La reciente elección de los distintos órganos de poder que rigen a norteamérica tendrá mucha repercusión en Guatemala; una de las más preocupantes es que la extrema derecha retomara fuerza, incluso los personajes que vociferan que cero intervención extranjera, hoy celebran las elecciones en Estados Unidos; Consuelo Porras, Ángel Pineda, Alejandro Giamattei, Rafael Curruchiche, entre otros criminales agregados en listas internacionales como actores corruptos y antidemocráticos. Este grupo de criminales que se ha encargado de hundir al país pueden describirse como libertarios, pero en verdad son prisioneros de ideales extranjeros, viviendo una realidad alterada con privilegios.
Es urgente reconocer que las remesas han sido un pilar fundamental de la economía guatemalteca durante muchos años. Nuestros compatriotas en el extranjero realizan grandes esfuerzos, a menudo asumiendo dos o hasta tres trabajos, para sostener a sus familias y contribuir al desarrollo de nuestro país. Esta situación nos exige a las autoridades a fortalecer las relaciones con los países de destino, en este caso en particular con los Estados Unidos.
Es inaceptable que nuestros connacionales sean objeto de amenazas o insultos; todos merecen ser tratados con dignidad y respeto. Es necesario recordar que Estados Unidos fue, es y seguirá creciendo gracias al trabajo de los migrantes, el propio Trump es producto de extranjeros en el país, aunque en la actualidad niegue sus raíces.
Ante las crecientes amenazas a las condiciones migratorias, es imperativo replantear nuestras políticas públicas y buscar alternativas que permitan ofrecer mejores oportunidades a nuestra población, tanto en Guatemala como en el extranjero. Debemos mantenernos vigilantes ante el surgimiento de nuevas amenazas extremistas, independientemente de su ideología, estos extremismos son una amenaza para la salud de nuestras democracias. Las recientes elecciones en Estados Unidos nos han demostrado que incluso figuras altamente cuestionables pueden acceder al poder, lo mismo podría ocurrir en Guatemala.
Es primordial informarnos, educarnos y desarrollar un pensamiento crítico que priorice el bienestar de las mayorías, debemos abandonar los discursos individualistas y reconocer que Guatemala es un país con grandes necesidades que requiere de funcionarios públicos comprometidos con el bien común y dispuestos a trabajar por el desarrollo del país.
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