Muchas veces quisiera poder contar y hablar de otras historias sobre mi país, muy pocas veces tengo cuentos de esperanza, pero mientras tanto me aferro a la verdad, que mientras tengamos vida nos vamos aferrar a ella. Todos los días son 8 de marzo, sobre todo para quienes nacimos en un país creado desde las leyes del orden patriarcal.
El pasado 5 de marzo del 2025, el juez Pedro Laínez dictó sentencia al médico y cirujano Kevin Malouf acusado del feminicidio de Floridalma Roque, hecho que está muy bien documentado y del que se sabe que después de una mala práctica médica la mujer murió y que posteriormente la descuartizó, la arrojó en un barranco. La pena impuesta fue de cinco años conmutables de prisión y que luego de la pena, podrá seguir ejerciendo como médico.
Hemos perdido la vergüenza, hemos perdido el asombro por este tipo de hechos que ocurren a plena luz del día y con la venia de todo un sistema judicial podrido y que tiene una sociedad enferma y rota.
Guatemala es una dictadura judicial y está bajo el control de las elites políticas y criminales que además de responder a lógicas de impunidad reaccionan a las patriarcales y coloniales que se niegan a abrir y buscar otras formas de pensar y existir. Los impactos de esta dictadura son diferenciados y las mujeres en general, vivimos la dictadura de manera más violenta y con más saña.
Según el observatorio de salud reproductiva a enero del 2025, 5171 niñas han sido madres, 4969 son de 15 a 18 años y 202 de 10 a 14 años, las cifras son desoladoras. Según la ONU más del 51% de la población somos mujeres y sin embargo, siempre hemos estado en los porcentajes más bajos de vida digna en general.
Los altos niveles de impunidad cuando se asesina a una mujer, han normalizado y convierten a muchos sectores de la población en cómplices, cada vez que un tribunal deja en libertad a un criminal y es puesto en libertad, cada vez que se guarda silencio ante un feminicidio en el trabajo, en las escuelas, en los mercados y especialmente en nuestras propias casas.
Acá no estoy solamente hablando de crímenes de odio, sino también de la violencia sexual que son son tejidos por las realidades raciales y de clase en este país, la doble moral de la justicia patriarcal, ha puesto al frente una realidad innegable de la cual, no podemos seguir haciéndonos de la vista gorda.
Este país necesita ser refundado, ser cambiado en su totalidad, pues no hay reforma que logre integrar a las mujeres en su política y en sus leyes, hay demasiado odio, hay demasiada violencia, hay demasiado miedo en esta cultura del shock.
Este país, aunque no lo quieran aceptar y no lo quieran, ver tiene rostro de mujeres y pese a sus leyes, sus violencias y sus odios, nos aferramos a vivir.
Justicia para Floridalma Roque, vamos a la vida porque elegimos vivir.
Etiquetas:8 de marzo élites políticas y criminales Floridalma Roque Kevin Malouf Pedro Laínez