El sueño del tren

Méndez Vides     junio 27, 2024

Última actualización: junio 26, 2024 8:23 pm
Méndez Vides

La revolución liberal guatemalteca de 1871 impulsó el tren para mover los quintales de granos de café hacia los embarcaderos en puertos en los dos océanos, donde las navieras pudieran cargar, traer y llevar mercadería.  

La búsqueda del progreso implicaba agilidad para poder competir.   No muy distinto de lo que hace falta hoy.   El café era el nuevo producto apetecido en el mundo de entonces, pasada la gloria del cacao, grana y cochinilla.    La invención de los tintes sintéticos en Europa obligó a adaptarse, se descubrió la forma de producir tintes masivamente, y adiós, pero nos salvó el café que ya venía creciendo, así que los liberales se concentraron en la nueva oportunidad.   Se plantaron fincas inmensas, pero la carga se llevaba en la espalda de seres humanos, o en mulas, carretas jaladas por bueyes lentos, a golpe de rueda.    

Desde que llegó al poder Miguel García Granados, la preocupación fue los caminos y puertos en los dos océanos, uno en Izabal y otro en Champerico o San José.   La infraestructura era limitada, hubo un tiempo en que para poder exportar se movía en lanchones hacia los barcos en alta mar, a más o menos dos kilómetros de distancia.   

Con Justo Rufino Barrios se aceleró la idea del ferrocarril, se construyó el tramo de San José a Escuintla de 1877 a 1880, luego llegó el tren a Guatemala en 1884, y arrancó la construcción del Ferrocarril del Norte, porque la visión era contar con el Ferrocarril interoceánico, pero al año siguiente el Presidente falleció en Chalchuapa y el proyecto se detuvo.   El momento era justo.   Panamá ya tenía el ferrocarril uniendo los mares, y quería un canal, y Costa Rica empezó en 1871 el tren del Atlántico que se inauguró en 1890.    México hizo lo suyo para unir el territorio extenso.   Guatemala se atrasó durante el gobierno de Barillas, y regresó la ilusión con la llegada al poder de José María Reina Barrios.   Durante su gobierno se planificó completar la línea férrea, y se avanzó desde Puerto Barrios  al Rancho, pero no alcanzó el tiempo ni el dinero para completar la tarea prevista para la inauguración de la Exposición Centro América e Internacional de 1897, cuando se iba a lanzar la opción de país puente.   El precio del café bajó, el país estaba endeudado y asesinaron al mandatario.   

El proyecto del tren lo retoma Manuel Estrada Cabrera y culmina en 1908, cuando se inauguró con grandes festejos el logro, pero muy pronto se sucedió la apertuira del Canal de Panamá y se escapó la oportunidad.    Nos llevó más de treinta años la construcción, y llegamos tarde.    Pero igual vino el tren a favorecer la exportación de otro producto, el banano, y se facilitó el traslado del café.

El ferrocarril tuvo su tiempo de sueño, se construyeron varios segmentos, se soñaba con un tren panamericano que uniera a Centroamérica, se llegó a la Frontera con México, se trazó la conexión de Zacapa con El Salvador, y en las Verapaces, hubo un tren que conducía el café hasta Panzós, de donde en lanchones hacia el puerto; así como Xela tuvo su tren eléctricol, con túneles y puentes.

El tren fue motor del progreso, pero a mediado del siglo XX la nueva carretera hizo perder relevancia al tren.   De vagones se pasó a camiones con ruedas sobre asfalto.  

El tráfico fue aumentando y no se ha detenido, lo que nos devuelve al sueño de los liberales de entonces, porque qué bueno sería contar con transporte en rieles, como en muchas otras partes del mundo.    

El tren es materia de muchos años para realizarse, pero alguien tiene que empezar.   Ya somos muchos guatemaltecos, el territorio es pequeño, y qué ventajoso sería para el encuentro con la prosperidad recuperar los rieles.

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