Es hora de hablar bien de lo bueno, dando la cara, y no mal de todo y todos, anónimamente, haciendo viral en las redes sociales chismes e insultos (falsos o verdaderos) y bullying.
A los padres, como a las autoridades, se les debe respeto, porque cuidan con más o menos voluntad y coraje de los suyos. Hay familias numerosas, con muchos hijos dependientes, alguna tía cariñosa o enojona, abuelos, y con el tiempo van aumentando los integrantes con la llegada de yernos y nueras y nietos, amén de las mascotas, perros, gatos, loros, tortugas o peceras… Los chapines trabajan a sol a sombra para ganarse la vida (con más o menos buenos resultados), juegan tuero con las necesidades y el espacio, porque en casa apenas hay quizá un baño para tantos, se habita apretados, multiplicándose sin hacer conciencia, inyectando enojo contra los mayores que de repente sobran, porque están desperdiciando el aire que respiran.
La ingratitud se manifiesta con escupidas y quejas, haciendo cola frente al baño. Les toca a los mayores cargar sobre la espalda la culpa por ser tantos.
Y si tal cosa ocurre en casa, el irrespeto es mucho peor con el servidor público, por efecto de los interesados inútiles que no hacen ni dejan hacer, repartidores que ordeñan y se ponen en actitud de destruir todo lo bueno sin construir, para cumplir sus objetivos personales.
Es por tal motivo que ya casi nadie en su sano juicio quiere servir a los demás, porque no creen sino en ellos mismos, y los pocos que se exponen tienen que estar dispuestos a pagar con el sacrificio personal el beneficio de la comunidad. La Pasión cristiana como metáfora.
Lo que se debe de respetar es la honradez, el esfuerzo, el desvelo, la carencia de vicios en los líderes, pero la muchedumbre se burla de la decencia, aplaudiendo a los abusadores con ventaja.
Las redes sociales se utilizan para manchar a los demás, a buenos y malos, al punto de confundir la mezcla, y eso no es justo.
Podríamos acceder a otro nivel de vida, si en lugar de hablar mal de la gente repartiendo groserías, distinguiéramos, apreciáramos y respetáramos a quienes trabajan por los demás sin interés. Porque los hay, no todo es infame en la vida.
Hay que devolver a las instituciones el respeto, reconociendo la virtud cuando se muestra.
Lo bueno se debe de agradecer y dignificar por el futuro. A la negatividad, es mejor concederle el paso por el puente de plata.
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