El otoño de los sindicatos

Editorial     mayo 5, 2024

Última actualización: mayo 4, 2024 11:06 pm
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El término sindicato refiere a las formas de asociación de trabajadores y patronos que se constituyen para promover sus derechos y defender intereses gremiales, nacionales e internacionales agregados reconocidos en leyes y convenciones. Por lo general son justamente los trabajadores y los patronos quienes se confrontan en relaciones de poder desiguales pero dinámicas, y suelen alcanzar acuerdos de gobernabilidad conocidos como contratos o convenios colectivos de trabajo que en 150 años hicieron evolucionar las relaciones sociales y económicas.

De acuerdo con el tipo de relación que los sindicatos de trabajadores establecen con la patronal se suelen clasificar como “blancos”, creados y tutelados por los patronos; “amarillos”, que son colaboracionistas, y “rojos” independientes, huesos duros de roer.

La trágica resistencia de los obreros de Chicago marcó sin embargo un parteaguas, universalizando conquistas como la jornada laboral de ocho horas diarias (no doce ni 16). De allí deriva la conmemoración del 1 de mayo como símbolo de civilización. Esos logros llegaron a Guatemala unos 60 años después con el Código de Trabajo de 1945. Durante gran parte del siglo XX los sindicatos de trabajadores gozaron acá de prestigio social por su oposición a las injusticias de patronos y regímenes autoritarios que aplastaban atrozmente sus derechos; fueron brutalmente reprimidos.

Con el retorno a la democracia en 1986 y, más, después de la firma de los Acuerdos de Paz en 1996 los sindicatos industriales, sobre todo, entraron en crisis existencial porque su base material se debilitó con la globalización y las nuevas condiciones laborales impuestas fueron extremadamente severas, en particular en la rama textil. Sobrevivieron los sindicatos gremiales estatales y hasta se multiplicaron en cada dependencia pública.

A partir de entonces perdieron el “ángel” pues varios de los sindicatos públicos aprendieron el lenguaje de los políticos y burócratas: tráfico de influencias, corrupción, clientelismo y extorsión. El ícono de este nuevo tipo de sindicato es el STEG y su caudillo Joviel Acevedo. Sospechosos porque logran acuerdos “bajo reserva” con todos los presidentes, incluyendo los últimos impresentables, Jimmy Morales y Alejandro Giammattei. Deplorables porque su base social está capturada laboralmente y varios dirigentes departamentales son inducidos a la clientela de los Consejos de Desarrollo, en el entramado de las mafias y caciques. El CACIF atraviesa su propio otoño, sobre el cual es necesario debatir también. Ambos sindicatos forman parte de las viejas taras de privilegios que tanto daño hacen a la sociedad y retardan el desarrollo en general.

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