Diputados: elijan bien para evitar que los hongos se reproduzcan

Mariana Rohrmoser     septiembre 24, 2024

Última actualización: septiembre 23, 2024 6:10 pm
Mariana Rohrmoser

La situación de elección de cortes en Guatemala ha estado, por mucho, marcada por polémicas, irregularidades, criterios basados en intereses mezquinos que responden única y exclusivamente a perpetuar impunidad a tanto corrupto que se mantiene de pie, como hongo incrustado en este mismo, porque sencillamente el sistema se los permite.

Dicho proceso develó una vez más sus falencias y debilidades para permitir que muchos pseudo profesionales del derecho se mantengan a flote y así dar permanecia a otros pseudo políticos, pseudo empresarios y hasta pseudo ciudadanos para seguirse nutriendo de las aguas negras, como hongos de pantano, los cuales se multiplican y se nutren de ese sistema sucio y débil que les permite respirar.

Así fue como durante este proceso de selección de candidatos a altas cortes, muchos de los comisionados calificaron con alto puntaje a profesionales que no lo merecían, pues sus perfiles respondían a personas en conflicto con la ley y la justicia. Sabemos de sobra que la participación de muchos de ellos no es precisamente para ser jueces de carrera, enarbolando la honorabilidad y la ética para serlo, sino únicamente para preservar impunidad, tanto para ellos como para sus aliados corruptos.

Esto pone de manifiesto la decadencia de este proceso que apaña un sistema plegado a la corrupción, alejándose de la observancia y el respeto a los principios de la honorabilidad y la ética.

Actualmente pasó la etapa en donde los comisionados hicieron su labor, al menos para la selección de candidatos para Cortes de Apelaciones, conformándose la lista que hoy ya tiene el Congreso de la República y así proceder éste a elegir a los Magistrados que integrarán dichas cortes.

En esta lista aún existen perfiles sumamente cuestionados y los cuales se sabe no se encuentran comprometidos con la justicia, ni la independencia judicial, buscando optar a dichos puestos para perpetuar la impunidad, como bien se mencionó con anterioridad.

Sin embargo, se identifican algunos nombres cuyos perfiles sí gozan de los principios que se buscan en un juez, como la honradez, la honorabilidad y la ética, además de contar con una buena y verdadera preparación académica para desempeñar un puesto de tan alta envergadura.

Tras llevarse a cabo toda esa pantomima que develó una vez más las grandes debilidades y crisis en que se encuentra este sistema para elegir jueces y el cual urge sea modificado para evitar este desgaste, se confirma que tanto comisionados corruptos como articuladores externos y cuestionados por tener conflictos con las leyes del país, siguen operando y reapareciendo como sucede con los hongos, pues son resistentes, necios y voraces y aunque pareciera que desaparecen, vuelven a resurgir para seguir operando y moviendo sus influencias.

Ellos saben muy bien quienes son, porque aunque su ausencia de moral les caracterice, su argucia y maldad, les permite saberse rechazados y únicamente utilizados para nutrir su hábitat que les permite tanto subsistir como reproducirse.

Finalmente, una vez más se pone de manifiesto el principio de: hecha la ley, hecha la trampa, que sólo ayuda a burlarse de los esfuerzos que se realizan para supuestamente elegir lo mejor de lo mejor, pero en muchos casos sucede todo lo contrario.

A pesar de todo ello, se guarda una pequeña esperanza por lo que rendirnos y volvernos inmunes al dolor no debe ser una opción.

Aunque piquen, duelan y huelan nefastamente esos hongos incrustados en la piel de los guatemaltecos indecentes y sin principios, los ciudadanos que no padecemos de esos males, debemos seguir luchando por un país con justicia y girar nuestros ojos al lado correcto de la historia, exigiendo a los diputados del Congreso de la República a elegir a los mejores perfiles, acogiéndose a los principios consagrados por el artículo 113 de nuestra Carta Magna y hacer honor a su labor de procurar por los intereses del pueblo.

Quienes tenemos un tanto de consciencia y cordura para discernir entre lo correcto y lo incorrecto, sabemos de las incongruencias que una vez más se dieron en todo este proceso, por lo que todos esos nombres que hoy se encuentran en esa lista y responden al mal, a la corrupción y a la desfachatez de gozar un sinnúmero de grados y postgrados académicos obtenidos en menos de 24 horas, deben ser rechazados.

Esperamos que estos diputados sepan valorar y medir la honorabilidad y la honradez, bajo la perspectiva del sano juicio y no bajo el burdo argumento de la ausencia de sentencia que diga lo contrario, en total contravención y abuso a las premisas constitucionales, respetables para cuando existe un correcto uso de la ley, como lo es la presunción de inocencia.

No permitamos jugarle la vuelta a la lógica, al sentido común y a la sana crítica, porque sabemos perfectamente que no todas las personas gozan de honorabilidad y de ética aunque no se les haya condenado en sentencia firme y menos en un país en donde la justicia se encuentra cooptada.

La honestidad no se prueba de esa forma, sino con la percepción confirmada por la sociedad, en donde la ética e integridad de una persona se valora y se reconoce por su historial y su trayectoria, su pública conducta apegada al bien, en coherencia con su decir y actuar, sabiéndose por todos y ante todos que es una persona correcta, de sólidos principios, educada y verdaderamente preparada.

Deseo con ahínco recalcar mucho este tema, pues fue el factor determinante para que muchos candadidatos fueran tomados en cuenta, a pesar de ser non gratos, ni éticos ni honorables para la sociedad, cuyas tachas fueron desechadas y obteniendo alto puntaje por sobre otros que sí gozan de características como la ética y la honorabilidad

Hoy, pareciera que ser honorable, es no tener en contra sentencias firmes que dicten lo contrario, un sinnúmero de maestrías y doctorados falsos y sin sustento, otorgados en menos de 24 horas y por universidades sin prestigio y de cartón.

Esto constituye una burla a la academia, a la formación de la carrera del derecho y a los principios de la moral y la ética.

Hoy, los diputados del Congreso tienen una enorme responsabilidad y deben hacer uso de su sano juicio, de su amplio criterio y de su lógica, para valorar los aspectos que realmente deben ser valorados y no permitir que personas corruptas, similares a los hongos, que irritan y enferman, sean quienes desempeñen la importante labor de impartir justicia en las más altas cortes de Guatemala.

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