El baúl de los recuerdos siempre esconde interesantes sorpresas. Acontecimientos que con el paso del tiempo se pueden analizar sin las pasiones del momento. Olvidado en ese baúl había un recorte de prensa que contenía una evaluación de los primeros seis meses del gobierno de Álvaro Arzú. En una entrevista en un famoso medio impreso, quien escribe describía así la situación que afrontaba el recién electo gobierno en 1996: “el nuevo gobierno ha tenido que afrontar dos problemas muy graves: la reducción en el nivel de la actividad económica y un creciente ambiente de incertidumbre… problemas que se veían venir desde finales del año anterior…. una herencia directa del gobierno anterior. Ante este panorama era de vital importancia que el nuevo gobierno pusiera las cosas en orden y hablara claramente… anunciar rápidamente un plan de acción y empezar a ejecutar acciones concretas…sin embargo, aunque se atacaron los problemas, las reformas fueron cortoplacistas”. Las circunstancias son otras, los actores son distintos y la trama es diferente, sin embargo, el patrón básico de comportamiento se repite una vez más.
Aunque parece sorprendente, en el fondo no lo es. No en balde el pensamiento sistémico habla de “arquetipos”: estructuras genéricas de comportamiento que producen resultados no deseados y que por más que se luche contra ellos, siguen repitiéndose de manera recurrente. Por más que se derroche mucha energía criticando o defendiendo vehementemente al nuevo gobierno, tal tipo de acciones en poco o nada modifican las condiciones que hacen que todo nuevo gobierno sea incapaz de cumplir con lo que promete en campaña. Siempre ha sido así y seguirá siendo así. El reportaje de prensa continúa diciendo que “pasaron más de seis meses sin que el proyecto económico del gobierno se diera a conocer a la población… hecho que aumentó la incertidumbre entre los agentes económicos, que no sabían a qué atenerse… los esfuerzos del gobierno han sido infructuosos para recuperar totalmente la confianza entre los agentes económicos. Sin reformas fundamentales, el modelo… no puede durar mucho tiempo. La situación es engañosa y puede dar lugar a equivocaciones”. En este caso, parece que está en operación el arquetipo del “desplazamiento de la carga”: , abordar problemas mediante soluciones de corto plazo que alivian temporalmente los síntomas, pero que no se eliminan las causas subyacentes del problema: factores como la ineficiencia administrativa, la debilidad del servicio público o la corrupción, entre otros muchos, no se abordan adecuadamente porque la inercia de lo urgente es más fuerte que la de lo importante. A medida que las soluciones temporales pierden su efectividad, los síntomas del problema resurgen. La confianza en el gobierno se deteriora, la población se siente frustrada y la oposición hace “leña del árbol caído”.
Situación que se agrava cuando el nuevo gobierno no tiene suficiente apoyo político en el Congreso para sacar adelante sus proyectos. Comportamiento que, en sí mismo, corresponde al arquetipo sistémico de la “erosión de metas”; en donde la falta de progreso o las dificultades encontradas en el camino llevan a un gobierno políticamente débil a reducir gradualmente sus metas y aspiraciones iniciales. O bien, corresponden al arquetipo sistémico de los “límites al éxito”, en donde factores internos y externos imponen límites a los esfuerzos del gobierno por alcanzar sus objetivos. Las limitaciones impuestas por los factores políticos crean barreras significativas que ralentizan o detienen los cambios. Esto trae consigo frustración generalizada; la constante batalla y la falta de progreso aumentan la frustración tanto en el gobierno como en la población, lo que lleva al desgaste político y a la pérdida de apoyo.
Mientras no se comprendan estas lecciones sistémicas, la sentencia que el tirano Aguerra, personaje principal de novela “El Engranaje”, de Sartre, lanzara a quien está a punto deponerlo del poder, se repetirá una y otra vez: “Tú continuarás mi política. La continuarás porque no es posible otra. No pienses que quiero justificarla. No, tú mismo serás quien la justifique dentro de tres meses, dentro de seis meses”. Ayer fue el gobierno X, hoy es el gobierno Z y mañana será el gobierno Y, independientemente de quien se trate, la ideología que profese o el tipo de apoyos que haya recibido para llegar al poder. Más que algún tipo de determinismo histórico, a lo que apunta esta reflexión es a aprender a escuchar lo que el sistema está diciendo; reconocer la estructura que hace que el comportamiento se repita una vez más.
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