Asedio a varias bandas

Renzo Rosal     mayo 17, 2024

Última actualización: mayo 16, 2024 11:04 pm
Renzo Rosal

El ejecutivo está en una situación sumamente delicada. Su margen de maniobra es reducido y con tendencia al reduccionismo. Pero no podemos dejar que el propósito de la inanición logre su propósito; lo que está en juego no es solamente la sobrevivencia de un equipo de gobierno, sino la posibilidad, irrepetible, de poner alto a la horda de depredadores que apuestan por seguir haciendo de las suyas.

Por un lado, el gobierno anterior y las diversas estructuras político-criminales a su alrededor minaron el terreno con antelación para garantizarse control de las instituciones, protección a las redes de corrupción igualmente instaladas y de paso, hacerla difícil a la administración entrante.


En el marco de descontrol, diseñado a propósito, manejaron a sus anchas el presupuesto y promovieron desmanes por doquier. Así, contrataron enormes contingentes de recurso humano, obviamente dejando de lado la evaluación de necesidades, capacidades, experiencias, y otros criterios necesarios. Dejaron otras bombas dentro de las gavetas: deudas a más y mejor, muchas de obras o servicios inútiles e incluso inexistentes, pero cobrables. También dejaron diseñadas las rutas para la reinstalación de personal removido anteriormente, so pena de acciones judiciales contra quienes se nieguen a hacerlo. Todo creado para que el asedio continúe y solo unas migajas pueden en realidad ejecutarse para fines sustantivos.


Pero el bloqueo no queda aquí. En el Congreso están creadas las condiciones para que los meses subsiguientes sean caracterizados por un propósito unificador: debilitar aún más las capacidades del gobierno. Que no tengan más que un metro cuadrado de maniobra, y si no hacen lo que una mayoría impone, ese metro podría reducirse aún más. El ancho de banda percibido al inicio de la legislatura solo fue eso, un paso fugaz. Han hecho su aparición las lógicas tradicionales que persiguen imponerse a los vientos de cambios que no son todo lo contundentes y sostenibles como se quisieran.


El aprieta canuto también juega en otras canchas. Obviamente la presencia de la fiscal general y su banda de hostiles seguirá “vigilante”, a la espera que sucedan resbalones para sacarle todo el jugo posible y aumentar la estela de cuestionamientos, presiones e incluso el agotamiento total de la administración para que sucumba y no quede asomo de sus pretensiones de cambio.

Ante este panorama sombrío, ¿qué nos queda? En principio, promover la coherencia. No se puede estar, al mismo tiempo, con Dios y con el diablo. Son diversas las organizaciones que por un lado dicen defender la democracia, el estado de derecho y toda una gama parafernalia asociada, pero están dispuestos a formar parte del desfile de trasnochados, sobalevas y promotores de impunidad que rodean a la cabeza del MP. Tal parece que a todos les tiene la cola machucada, y ese es el mecanismo aglutinador.  Por otro lado, es preciso ser más creativos en cuanto a las estrategias y acciones de incidencia para forzar la agenda de cambios. La gran mayoría de ciudadanos son los inmovilizados, los pasivos, los que viven el día a día y poco o nada les interesa lo que ocurre más allá de sus narices. Subirlos al carro es un objetivo relevante, pero para ello es fundamental acercarles la agenda general a sus coordenadas. De lo contrario, este período apunta a consolidar un modelo del cual difícilmente soltaremos amarras en varias décadas.

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