Aprender a gobernar

Editorial     junio 30, 2024

Última actualización: junio 30, 2024 5:15 pm
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Los gobiernos tienen qué hablar. El de Bernardo Arévalo comunica poco y mal. Los seis meses para echar la culpa a Alejandro Giammattei por el desastre de las carreteras, están terminando, igual que la ruina de las instituciones. El implacable reloj de arena que tritura todo capital político sigue caminando, como lo demostró la encuesta de Cid-Gallup en mayo.

Al de Arévalo le están imponiendo la narrativa de que es “un gobierno inútil”, “más de lo mismo… corrupto”. En Washington incluso comenzaba a pegar el cuento de que era producto de un fraude. Eso se desinfló. Pero en el país, en dos platos, la gente dice: si no echa a la fiscal general Consuelo Porras, por lo menos que haga algo por nosotros.

La maquinaria no opera. No hay un programa ni una política social ni de seguridad que se instale como marca o insignia de la administración Arévalo, que la población identifique.

Técnicamente este es el gobierno más capacitado en muchos años. Quizá no hay experiencia de Estado, pero se gana. Tiene también una bancada interesante, la tercera minoría, aún cohesionada, sin colmillo político, aunque le está creciendo, joven y con enorme potencialidad. Pueden hacer averías.

Sin embargo, tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo se ha instalado un círculo vicioso que les impide despegar. El aún nuevo gobierno no se la cree. No despliega las alas. Tiene liderazgos, pero le falta liderazgo. Son conscientes de la historia de Guatemala e intuyen que están subidos sobre la ola de una probable transformación -la más interesante desde 1986- o caerse porque los tumbos que les lanzan no son pequeños ni inocentes.

Tienen que aprender a gobernar pronto, o los tumba la ola.

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