Analfabetismo, educación y cultura política

Marco Fonseca

julio 13, 2024 - Actualizado julio 13, 2024
Marco Fonseca

En Guatemala, el nivel de analfabetismo es significativamente alto, especialmente en áreas rurales y entre la población indígena. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el analfabetismo en algunas áreas rurales puede llegar hasta el 75%. Las mujeres indígenas, más particularmente, tienen una media de solo 1.8 años de escolaridad, lo que refleja una brecha educativa profunda en comparación con otros segmentos y grupos poblaciones del país.1

El promedio de años de escolaridad en Guatemala es extremadamente bajo. El INE estima que el promedio nacional es de aproximadamente 2.3 años. En los departamentos mayoritariamente indígenas, este promedio es aún menor, alcanzando solo 1.3 años. Es más, la tasa de abandono escolar y la baja calidad educativa contribuyen a estos bajos niveles de escolaridad. Muchas escuelas en áreas rurales carecen de recursos adecuados, como libros de texto y tecnología, y los/as maestros/as a menudo no están suficientemente preparados/as.2 El Estado puede remozar mil escuelas, lo que es absolutamente impostergable, pero urge también remozar todo el sistema educativo en Guatemala hasta la universidad.

¿Qué impacto tienen los bajos niveles de educación sobre la calidad de la esfera pública, la cultura política y la vida cívica en Guatemala?

En términos concretos, basta ver el ejemplo del diputado Allan Rodríguez para darse cuenta, de la forma más cruda posible, lo que significa poner las instituciones públicas de Guatemala en manos de analfabetas políticos y culturales. Pero la gente que los elige no es mucho mejor y no podemos culparla.

La baja escolaridad y el alto analfabetismo, que responden a condiciones estructurales y culturales de falta de acceso, recursos, tiempo y voluntad, limitan la participación informada de la ciudadanía en la esfera pública. La falta de educación adecuada, sostenida y de largo plazo impide que muchas personas comprendan y se involucren en debates y decisiones políticas cruciales, debilitando la ya raquítica democracia limitada que existe en Guatemala y el modelo de gobernanza precaria que, a puras penas, se ha venido construyendo en el país desde los ochentas y que hoy está experimentando la crisis más profunda de su muy corta historia.

El punto es que una población con bajos niveles de escolaridad y alta tasa de analfabetismo es más susceptible a la manipulación política, la propaganda, la conspiración y el populismo de derechas. Esto ha resultado en una cultura política donde prevalecen el clientelismo y la corrupción, el cinismo y la conspiración, ya que un gran porcentaje de la ciudadanía simplemente no cuenta con las herramientas intelectuales e ideológicas necesarias para examinar y cuestionar los discursos políticos y exigir responsabilidad y rendición de cuentas a sus líderes. Las redes sociales, claro, amplifican este fenómeno. Y todo esto encima de que la ciudadanía tampoco cuenta con los medios legales para revocar el mandato de charlatanes, mentirosos/as, criminales e impostores/as cuando esta gente llega a las instituciones públicas. Una vez electos/as se enquistan en el poder como sanguijuelas que se engordan chupando la sangre de sus víctimas hasta dejarlas desecadas.

Resulta redundante argumentar que la educación es fundamental para el desarrollo de una ciudadanía activa, participativa y comprometida y una cultura democrática donde hacer servicio público tanto como hacer disidencia y oposición se considera parte elemental de la vida política. Los bajos niveles de escolaridad limitan la capacidad de la ciudadanía para organizarse y participar en actividades cívicas como asociaciones comunitarias, movimientos sociales y voluntariado, ya no digamos articular movimientos rupturistas y refundacionales. Y si lo hacen pronto se encuentran con grupos de choque, grupos conspirativos, mecanismos de cooptación o criminalización que los/as demonizan. Todo esto reduce el deseo de participar y la voluntad del cambio, elementos esenciales en cualquier sociedad que se considere a sí misma como mínimamente democrática.

La combinación de todos estos factores muestra cómo la educación estructural y culturalmente deficiente en Guatemala afecta negativamente la esfera pública, la cultura política y la vida cívica, creando un ciclo de pobreza, marginalización y subalternización difícil de romper sin intervenciones significativas, sin estallidos sociales, que sacudan no solo el sistema educativo, sino que también todo el ensamblaje estatal.

Muchos/as filósofos/as y pensadores/as en la Teoría Crítica han comentado sobre la importancia de la lectura, el conocimiento, la ilustración emancipadora.

Aunque no hay muchas citas directas de Marx específicamente sobre la práctica de la lectura, su enfoque en el conocimiento y la crítica de la ideología muestra su valoración de la educación y el estudio crítico. En un pasaje del 18 Brumario de Luis Bonaparte Marx expresa su actitud hacia el estudio y el aprendizaje:

“La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.”3

Esta cita subraya la importancia de estudiar la historia y la tradición no solo para entender y criticar el presente, sino para emanciparnos de los prejuicios y los lastres del pasado. El precario estado de la educación sexual integral en Guatemala ilustra perfectamente cómo esa tradición patriarcal, heterosexual, homofóbica y religiosa del pasado sigue oprimiendo el cerebro de las nuevas generaciones. Lo mismo podríamos decir de la educación multicultural. Imaginemos las implicaciones de esto sobre otras esferas de la vida social. Los programas respectivos en educación primaria, básica y universitaria son, por tanto, una prioridad pedagógica indiscutible.

Como miembro fundante de la Escuela de Frankfurt, el filósofo Theodor W. Adorno escribió extensamente sobre la cultura y la educación y la necesidad de educar para superar la barbarie y la perversidad de grupos dominantes y de sus seguidores/as. Una de las citas que refleja su visión crítica sobre el conocimiento y la lectura es la siguiente:

“La tarea de la educación es preparar a los individuos para que sepan resistir la presión de la cultura de masas y del conformismo.”4

Adorno destaca así la importancia de la educación crítica y la lectura reflexiva para resistir la manipulación y el conformismo en países como Guatemala donde la cultura de masas, el espectáculo banal y barato, el “pan y el circo” han sido bienvenidos con las puertas totalmente abiertas. Paulo Freire no estaría en desacuerdo con estas ideas. Es más, como lo puso un entrevistador de Adorno:

“Me parece que la tarea de procurar consciencia de la realidad, una tarea muy vinculada a la cuestión de la relación entre teoría y praxis no puede ser acometida, por así decirlo, al nivel universitario, sino que ha de serlo desde la formación infantil temprana y a lo largo de toda la vida mediante una genuina educación permanente.”5

Profético fue Adorno cuando dijo que “el ideal fascista confluye hoy sin problemas con el nacionalismo de los países llamados infradesarrollados” como Guatemala. Una población analfabeta apta para las ideas de la ultraderecha es terreno fértil para el fascismo.

Walter Benjamín, otro filósofo asociado con la Teoría Crítica, valoró la lectura y la crítica de la cultura cuando examinó “la obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”. Para Benjamín la reproducción técnica (y hoy podemos decir digital) de las obras de arte cambia la percepción y la recepción de estas, destacando la importancia de una lectura crítica de la cultura y la tecnología. Esto es todavía más urgente en la era de la idiotización digital de las masas consumistas.

Aunque no es directamente parte de la Escuela de Frankfurt, Antonio Gramsci fue un filósofo de la praxis y habló extensamente sobre la importancia de la educación y la cultura. En su ensayo “Odio a los indiferente”, el pensador sardo dijo:

“La indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia opera con gran potencia en la historia. Opera pasivamente, pero opera.”6

Gramsci enfatiza así la importancia de la conciencia crítica y la participación activa y comprometida en la sociedad, lo que incluye una lectura crítica y reflexiva de la realidad social y los trucos de la hegemonía.

Las citas de la Teoría Crítica que ofrezco en este comentario sirven para subrayar la importancia de la lectura, el estudio crítico y el alfabetismo emancipador como herramientas fundamentales para comprender y transformar una sociedad como la de Guatemala donde las grandes mayorías sociales siguen viviendo limitaciones estructurales para su educación y siguen estando capturadas por mafias y corruptelas que van desde el Sindicato de Trabajadores de la Educación (STEG) hasta el Estado mismo. Solo a través de la educación sólida, el conocimiento y la reflexión crítica resulta posible resistir la manipulación, el conformismo, la indiferencia, el cinismo, la opresión y el subalternismo ideológico.

1 Ver: Educación de niños y niñas en Guatemala

2 Ver Informe: Luz de la situación de la educación en Guatemala 2021

3 Ver: El dieciocho brumario de Luis Bonaparte

4 y 5 Ver: Educación para la emancipación

6 Ver: Odio a los indiferentes 

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