Un día antes de que te internaran, hablamos. Tenía la esperanza de que no pasara de otro susto más, como el que nos diste hace unos años en elPeriódico. A pesar de que tu estado de salud era muy delicado, supiste sobreponerte de forma lenta.
Esta vez, lamentablemente, no fue así. Te vas, dejando mucho cariño e incertidumbre en el camino. Tus múltiples facetas se van contigo. Tu amor y preocupación por tu mamá, tu infaltable participación como cucurucho en las procesiones de la Antigua Guatemala, y cómo no recordar tus famosas columnas llamadas Lado B y la infaltable del Día de los Santos Inocentes, cuando le tomabas el pelo a medio mundo con tu forma única de escribir, que tanto les gustaba a los lectores.
Y qué decir de las lecturas recomendadas para los descansos largos. Eran un deleite para quienes aman el placer de la lectura.
Gracias, Luisito, por tanto. Me quedo con el recuerdo de tu risa franca y contagiosa que escuchaba frecuentemente cuando creímos como nuestro segundo hogar a ese lugarcito mágico de la zona 13. Te extrañaremos mucho, amigo.
Julia Corado
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