El pasado domingo 1 de diciembre la Universidad de San Carlos de Guatemala cumplió 80 años de ser autónoma. Las conmemoraciones fueron simples, con tímidos cónclaves virtuales realizados durante los últimos días de noviembre. Todo finalizó en un acto, transmitido por Radio y TV USAC, realizado en la nocturnidad endogámica de algún ambiente universitario. Aparte del tradicional Gaudeamus, y de la entonación del himno nacional, el mismo constó tan sólo del otorgamiento de cinco medallas universitarias, un informe de actividades, en donde se resaltó el paso del equipo de fut de tercera a segunda división, y luego un largo discurso del rector actual, quien aplaudió la última sentencia de la Corte de Constitucionalidad que rechaza un amparo en contra de su nombramiento. Además, recriminó a los grupos de la resistencia por la toma de los espacios universitarios, tildándolos de “representantes de los poderes fácticos”. Y finalmente, como adelantándose al día del periodista, el homenajeado fue el Grupo Alba Visión, del que ya sabemos de que pata cojea.
En esta época de convivios y celebraciones de fin de año uno se topa con egresados, alumnos y profesionales, tanto de la USAC, como de las universidades privadas, y es de llamar la atención sus comentarios sobre el preocupante nivel de mediocridad de la Educación Superior guatemalteca; que se desnuda en cuerpo entero en ambientes mediáticos como el de las recientes comisiones de postulación para elegir cortes, en donde se observó un verdadero desfile de candidatos con maestrías y doctorados Mickey Mouse, que nos recuerda aquel bello párrafo de La Belleza, de Luis Eduardo Aute: “y ahora que ya no hay trincheras, el combate es la escalera, y el que trepe a lo más alto pondrá a salvo su cabeza, aunque se hunda en el asfalto, la belleza”.
Para que el país tenga un sitial en el concierto de naciones se necesitan dos grandes agrupaciones de académicos: los verdaderos humanistas y maestros docentes e investigadores, y los líderes de la tecnología, que abarca desde la física nuclear, pasando por la medicina de nuevo cuño, hasta el manejo de la ciencia en todas su dimensiones: la biología, la botánica, la física y la química, entre otras…. Y no digamos la filosofía de la ciencia, que se encuentra cada vez más alejada del esoterismo y de la magia, conformando una espiritualidad acorde con los más sorprendentes descubrimientos que salen a flote.
En los últimos días el potente megatelescopio James Webb capturó las primeras imágenes certeras de Próxima Centauri b, un exoplaneta que orbita la estrella Próxima Centauri que es nuestro más cercano vecino estelar. Se recolectó ya data vital del exoplaneta, mientras que los científicos de centros académicos de primera se encuentran modelando ya nuevos temas atmosféricos y de posible vida fuera de nuestro sistema solar. Y ello se logra mientras, por aquí, nuestros ríos se contaminan de plásticos y de materia fecal y lagos como el de Atitlán se encuentran en medio de una indiferencia total por su salvataje, mientras las universidades -la pública y las privadas- se encuentran fortaleciendo las carreras de business, marketing, finanzas y de leyes, con una pobreza ética que alimenta la subversión de los poco educados. Y con razón.
El reciente panorama de manejo del poder, electoral y de toma de decisiones públicas fundamentales, y que está estrechamente asociado con la educación y actuar de sus dirigentes, mucho tiene que ver con los males de la democracia y el acomodamiento de sus profesionales conductores; y es por ello que resulta preocupante el devenir de la Universidad de San Carlos de Guatemala en estos tiempos.
La USAC se encuentra bien apoltronada en el modelo corporativo de poder guatemalteco. El IGSS, la Junta Monetaria, el Registro de Información Catastral, la jugosa en sueldos Comisión de Energía Eléctrica, y muchas otras instituciones tienen una silla universitaria -pública o privada- siendo ello un modelo poco visto en América Latina. Y además alimentado por los gremios de exalumnos colegiados, constituyendo los colegios profesionales una escalera de mantenimiento de prebendas. Incluso en la última ley creada de su tipo, la de Infraestructura Vial se nota la ingerencia del Estado Corporativo, desconfiado de los partidos políticos del poder gubernamental per sé.
Pero hay que advertir que esos espacios corporativos han sido parte de diseños un tanto perversos, que nos recuerdan incluso a los regímenes más oprobiosos del fascismo europeo de la entreguerra, y que se basaron en el corporativismo, para huir de la discusión parlamentaria democrática y el fortalecimiento de los partidos políticos.
Y como de huir de la discusión democrático y parlamentaria se trata, en el diálogo con amigos que conocen las interioridades de la USAC más que este escribiente, me cuentan ahora que la virtualidad le ha venido como anillo al dedo a las autoridades académicas: se imparte clase, hasta sábados y domingos, por medio de una computadora, sin mayor discusión ni contacto físico, ni de cara a cara. En algunos cursos el profesor incluso no llega ni a exhibir su faz y se transfigura en un espectro docente, dando clases en pantuflas. O a lo mejor desde otros chances a los que acceden gracias a la ausencia permitida de clase presencial.
Se produce así un estudiantado asocial, huraño y trepador de diplomas y cartones. Así, las maravillas de la virtualidad forzosa de la pandemia, se han enraizado para bajar costos, y de paso acomodar a profesores que ya debieran estar gozando de una meritoria jubilación, pero que no se retiran debido a las grandes concesiones financieras de que gozan -con sueldos mayores a los Q40,000, dando algunas clasesillas trilladas, con el mismo folder que usaron desde hace más de dos décadas y sin cambiar el pensum acomodado del que gozan. Sencillamente porque, ante la falta de contacto, dialéctica y discusión, la meta es graduarse y punto.
No se trata de desacreditar la sapiencia del experto entrado en años, sino de exigirle la superación constante para que al llegar al otoño de su carrera docente pase a alimentar la investigación, la consultoría y consejería de postgrados, empresas y organizaciones, con la comodidad que otorga un buen estipendio de jubilado. Por algo las buenas universidades del mundo también consideran el ansiado año sabático, que asocia de buena forma la investigación con la docencia.
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