Rebeca Lane ha construido una carrera en la que predomina la denuncia social y las causas feministas. Fotografías: Cortesía Rebeca Lane
Rebeca Lane nació el 6 de diciembre de1984. Su familia, como muchas otras en Guatemala, se encontraba profundamente comprometida con la lucha por la justicia social. Apenas tres años antes de su nacimiento, su tía Rebeca Eunice Vargas Braghiroli había sido capturada por el ejército y desaparecida.
Durante la niñez de Rebeca, en su casa se escuchaba mucha música, pero eran la trova y el nuevo canto latinoamericano los géneros, que junto con la literatura servían a sus padres para descubrirles a sus hijas la realidad que les rodeaba. “Nos explicaban acerca de las injusticias, por qué había pobreza y por qué era necesario cambiar el mundo”, recuerda la cantautora.
Rebeca también rememora cómo desde muy jovencita acudía a Trova Jazz junto a sus papás. Sin embargo, con la llegada de la adolescencia sus gustos musicales se diversificaron. “En esos años, cuando a uno le da por reafirmar su propia identidad, lejana a la de los padres, el rap pasó a ser la música que yo escuchaba”, cuenta.
Aunque los ritmos, las melodías y la cadencia de la música variaban, los mensajes que encontró en el rap político y el rap en español eran similares a lo de la trova. “También denunciaban la violencia y las injusticias, pero con un lenguaje actualizado a mi generación”, explica.
Después de los Acuerdos de Paz, en Guatemala, la música predominante entre los jóvenes era el rock. Cuando era adolescente Rebeca acudía a los conciertos que ofrecían diversos grupos. A finales de los años 1990, jóvenes que habían estado en Estados Unidos trajeron la cultura hip hop a los barrios del país. Además, hubo películas y programas de radio que empezaron a programar ese género. Poco a poco sus mensajes llegaron también a Rebeca.
Los primeros escenarios
En los 2000, Rebeca se integró al activismo y a los movimientos culturales de la ciudad capital y se expresaba artísticamente a través de la poesía. Su incursión como intérprete musical sucedió más adelante y como ella indica “un poco por casualidad”. Aunque siempre le gustó la música y cantar, no se imaginó tener una carrera musical. Sin embargo, el estar ya inmersa en el ambiente facilitó el camino que la llevaría a los escenarios.
“Allá por 2012 estaba muy activa en grupos en los que hacíamos performance, lectura de poesía y teatro en la zona 1. Ya estaba muy metida en las artes escénicas. Usábamos la poesía también como una forma de denunciar lo que estaba pasando en ese entonces”, cuenta. Además, conducía el programa Políticamente incorrecta, que se transmitía en línea. “Estábamos grabando en un estudio y los compañeros me dijeron ‘¿Y si te damos una instrumental y probás hacer canciones con tu poesía?’. Acepté, empecé a hacer eso y me gustó” relata.
En otra edición del mismo programa, Rebeca entrevistó a raperas que ya sonaban en el ámbito musical guatemalteco. Al terminar la parte formal de las entrevistas, se pusieron a improvisar. “En ese momento me animé a cantar las cosas que ya venía escribiendo. A partir de entonces me invitaron a distintos eventos como el festival Ixchel, de las compañeras de Na’ik Madera y los espectáculos que hacía Caja Lúdica cuando quedaba frente al Parque San Sebastián”, recuerda.
Temas y discos
Para 2013, Rebeca tenía ya varios temas musicales y tomó la decisión de dar a conocer su primera producción, llamada Canto. Para entonces, también, se le había empezado a escuchar en otros países. En 2014 recibió la llamada del productor francés Juliano Huertas con quien grabó su segundo disco titulado Poesía Venenosa. Su siguiente producción fue Alma Mestiza, que vio la luz en 2016. Esta fue nuevamente una recopilación de material que había grabado. “En esos tres primeros discos yo diría que todavía no sabía bien cómo era hacer un disco como un trabajo conceptual”, admite.
El disco Obsidiana de 2018 marcó ya una madurez conceptual para Rebeca. En una entrevista ofrecida al sitio /rapfeminista.wordpress.com, con motivo del lanzamiento en México, Rebeca expresó: “Yo creo que en este disco [Obsidiana] la búsqueda de [el álbum anterior] Alma Mestiza ya es más profunda, ya es buscar un hip hop que suene a nosotras, buscar lo que suena en estas tierras, buscar los sonidos propios y los nuestros para crear una propuesta estética desde nosotras, no copiando lo que pasa en el norte que es usualmente lo que siempre hacemos… Es un disco en el que yo he crecido mucho porque también estoy relatando mi aquí y mi ahora, y que gracias a la música he podido ir sanando mucha de la rabia y el dolor que tenía adentro, entonces nace una necesidad de hablar desde ese proceso de sanación”.
En ese disco contó con el respaldo de Básico Tres. En el siguiente EP Llorando diamantes, una producción realizada durante la pandemia, participaron como productores Básico Tres y Primo Beatz. En ese trabajo lincluyó el tema Kixampe, que interpretó junto a Sara Curruchich.
La más reciente producción de Rebeca es 40ntonas y sabrosas, junto a la rapera mexicana Audrey Funk. En él, retratan sus vivencias recientes. La propia Rebeca comentó al diario mexicano El Espectador, “Este disco nació el año pasado, tanto Audrey como yo nos separamos de nuestras parejas, fueron relaciones en las que hubo abuso emocional, psicológico, de esas de las que te cuesta mucho salir y de las que una sale muy rota. Entonces, el disco fue una forma de ayudarnos a sanar en conjunto, somos amigas hace diez años y nos hemos acompañado”.
Rebeca es socióloga y también se ha destacado como poeta y actriz. Sus colaboraciones literarias abarcan publicaciones en revistas como la de la Universidad de San Carlos, la revista literaria Voces Convergentes, la revista Imagina, El Vestíbulo (Puerto Rico), Te prometo Anarquía, y Analistas Independientes de Guatemala. Así como en poemarios colectivos de Cascada de Palabras y Cartonera (México). También ha intervenido en obras en teatro de denuncia como Histéricas y no tanto (2013), Danzas saicas alucinantes (2012), El Juego (2009) y Las Profanas (2009).
Abrir espacios
Al cuestionar a Rebeca acerca del aporte que ha hecho al mundo del rap y el hip hop, reflexiona: “Cuando yo empecé había raperas, pero estaban hablando de muchos temas distintos. Éramos muy pocas las que hablábamos del feminismo… Nosotras logramos que se reconozca que las mujeres en el rap abordamos problemáticas desde una perspectiva feminista hace 12 o 13 años”.
Señala que, ella y las colegas que seguían su línea temática, llegaron a experimentar rechazo de la escena del rap y el hip hop. “Nos decían que el hip hop era unión y que nosotras lo que queríamos era dividir porque estábamos hablando de estos temas que solo nos interesan a nosotras”. En respuesta a ese rechazo, se dieron cuenta de la necesidad de crear una escena propia. “Organizamos nuestros propios festivales, creamos nuestro propio público, que no es el mismo que va a otros de hip hop, necesariamente”, expresa.
Otra de las misiones para Rebeca ha sido darle voz a Centroamérica en el panorama latinoamericano. “Las escenas de rap más grandes en Latinoamérica son la cubana, la chilena, la argentina y la mexicana. Centroamérica era una escena muy pequeña, pero ha sido interesante hablar desde el centro. México, por ejemplo, tiene toda la atención sobre sí. Sin tomar en cuenta que las realidades que nos atraviesan son regionales. Sin embargo, México es un país que se ve mucho a sí mismo, pero que no ve a los demás. Luego, en Sudamérica, ven a Centroamérica como el Caribe, y en su imaginario el Caribe son playas, cocos, verano, y como que no conectan con las históricas políticas que viven en el centro”, advierte la rapera, quien fue fundadora de Somos Guerreras, una propuesta para visibilizar el trabajo de las mujeres de Centroamérica en el hip hop.
Una mamá trabajando
Los 40 años encuentran a Rebeca viviendo unas circunstancias especiales que, según confiesa, le hacen replantearse el futuro. “Ahora resulta y acontece que soy una cuarentona, que soy una mamá criando sola, y no me refiero a que no tengo una red, pero el papá de la nena no se hace responsable de nada, ni del cuidado ni económicamente…”, confiesa.
Señala que sus prioridades han cambiado, porque “mi vida, ahora, gira alrededor de mi hija, de mi casa y su bienestar… Crear desde este lugar de ser mamá es mucho más complicado porque no solo es no tener tiempo, sino también experimentar un agotamiento mental. Ya no puedo estar 10 horas encerrada escribiendo. Hay prioridades distintas en mi vida”, refiere.
Esta nueva forma de vida la ha hecho plantearse la posibilidad de ver la música ya no como el centro de su actividad, sino como hobby. Mientras llega el momento de tomar decisiones radicales, se prepara para celebrar sus 40 años con un concierto.
Esta presentación se realizará en Trova Jazz (Vía 6 3-55, zona 4), precisamente el lugar al que acudía junto a sus padres siendo niña y adolescente. Ahí, el 6 de diciembre, a las 21:00 horas ofrecerá una selección de 10 temas de la trova que le inspiraron en sus primeros años y 10 de su propia producción musical.
Tags: Acuerdos de paz hip hop justicia social Portada Rebeca Lane