Nerón quemó a Roma y Trump perdió a los Estados Unidos

Donald Trump cree que el mundo puede ser regido más eficientemente por negociaciones personales; entre hombres “fuertes” y autoritarios; negando la validez de las leyes nacionales, internacionales y constitucionales; centralizadamente; y para favorecer intereses personales y familiares.

Javier Calderon Abullarade

noviembre 17, 2024 - Actualizado noviembre 16, 2024

Ya para noviembre, mis conocidos y yo estábamos hartos de la insistente campaña electoral en televisión, Internet, en nuestro buzón de correo y en las puertas de nuestras casas, en Nevada. Escuchar la voz gangosa de Kamala Harris o las mentiras y comentarios vulgares de Donald Trump cada vez que prendía la televisión me generaba un cierto enojo nauseabundo. Y, sin embargo, decidí escuchar el discurso de cierre de campaña de Trump, en Filadelfia, el 4 de noviembre de este año, para ver si escuchaba algo distinto o importante. En general no escuché nada nuevo, excepto cuando Trump dijo que “Esta elección es una decisión entre si tendremos cuatro años más de una grosera incompetencia y derrotas.” Y sí, Trump tenía razón, es probable que los próximos cuatro años sean de una grosera incompetencia y derrotas para los Estados Unidos y para quienes dependemos de ellos.

En este sentido me pregunto ¿por qué deberíamos creerle a Trump que su gobierno va a ser competente y victorioso? Y ¿qué significa para Trump un gobierno competente y victorioso? Lo que demuestran sus recientes nombramientos es que la victoria se va a medir por la relación inversa entre el nivel de lealtad y obediencia de sus subalternos, y su experiencia profesional y la calidad de sus ideas. Este nuevo equipo de trabajo va a estar sujeto a los desacuerdos promovidos por el propio Trump; a la ausencia de contrapesos republicanos, gracias a la hegemonía trumpista en el Congreso, en el Senado y en la Corte Suprema de Justicia; y a la ausencia de limites profesionales a su gobierno.

De tal cuenta, Trump ha nominado a tres candidatos para implementar su política exterior y cuya elección se debió más a su cambio de postura en materia de política internacional, que a su trayectoria política. El primero fue el nombramiento del senador por Florida, Marco Rubio, para la posición de secretario del Departamento de Estado y quien ha cambiado parte de su discurso antidictatorial por una alineado con la idea de poner a los Estados Unidos de primero de nuevo. Si logra sobrevivir los cuatro años de Trump, Rubio aumentará el nivel de las crisis internacionales contra Irán y China, a quien Rubio describe como el peor enemigo de los Estados Unidos; va a favorecer a los gobiernos autoritarios de derecha en el Medio Oriente y América Latina, como lo ha demostrado su elogio a los gobiernos de El Salvador, Ecuador y Argentina; y tomará una posición ambigua con respecto a Rusia y Ucrania. 

Para embajadores de las Naciones Unidas y de Israel Trump eligió a dos políticos de carrera y con visiones radicales sobre el mundo. Como embajadora ante las Naciones Unidas, Trump escogió a Elise Stefanik, quien posiblemente intentará reducir el apoyo de los Estados Unidos a dicha institución multilateral. Como embajador de Israel, Trump escogió a Mike Huckabee, ex-gobernador de Arkansas, ministro bautista y quien niega la existencia del estado de Palestina. Como Asesor Seguridad Nacional, Trump escogió a Michael Waltz, congresista por Florida y ex-boina verde, quien tiene una posición radical en contra de Irán. Rubio, Stefanik, Huckabee y Waltz son algunos de los pocos nominados con experiencia política y cuyas posturas van a ponerse a prueba en contra de la política personalista y negociadora de Trump.

Pero, los nominados con mayor probabilidad de sobrevivir los cuatro años de Trump son los más inexpertos y con “convicciones” más maleables. Como reporta la revista The Atlantic, entre estos está Pete Hegseth, elegido por Trump como secretario de Defensa, ex- mayor de la Guardia Nacional y quien nunca ha dirigido una organización importante, pero que tiene opiniones radicales, como la de que el ejército estadounidense debería de incumplir con las leyes de la guerra. Tulsi Gabbard, elegida como directora de la Inteligencia Nacional, quien apoya a la familia Assad de Siria y a Vladimir Putin, además de ser una política fracasada de Hawaii. Y, Matt Gaetz, quien fue recientemente investigado por presuntos delitos sexuales y que fue nominado por Trump para el puesto de fiscal general, institución que lo estaba investigando. En un gobierno tradicional, estos tres nominados hubieran sido considerados como un riesgo para la seguridad nacional.

En suma, estas nominaciones muestran cómo Trump cree que el mundo puede ser regido más eficientemente por negociaciones personales; entre hombres “fuertes” y autoritarios; negando la validez de las leyes nacionales, internacionales y constitucionales; centralizadamente; y para favorecer intereses personales y familiares. Esto presupone un riesgo para el mundo liberal, sobre todo ante el predominio republicano en todos los órganos del Estado y al desprecio de Trump hacia los expertos e intelectuales, quienes en el pasado tuvieron la incómoda tarea de arreglarle la plana al presidente. Así, al liderazgo político y empresarial guatemalteco solo le queda planificar que le vamos a dar a Trump para que se calme, como en aquel infame mes de julio del 2019, cuando ante su amenaza de ponerle aranceles a nuestros productos e impuestos a nuestras remesas, traicionamos nuestra soberanía para evitar que el dictador nos quemara vivos.

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