El pasado 9 de junio se celebraron las elecciones europeas. En Francia las mismas tenían sabor a plebiscito. La coalición del candidato de derecha soberanista, apoyado por el R.N. de Marine Le Pen, le duplicó en votos, obteniendo el 31%. Ante este resultado, pese a haberlo negado en múltiples ocasiones, el presidente disolvió la Asamblea Nacional.
Aunque legal, no es común que un presidente haga esta maniobra. Sin embargo, en Francia es una medida excepcional que la Constitución de 1958 le otorga al Jefe del Estado para garantizar la estabilidad política. Esta medida tiene sus orígenes, al igual que muchas de las instituciones republicanas de esa nación, en la Constitución, llamada del año X, promulgada por Napoleón en 1802.
La medida fue utilizada, en varias oportunidades durante la restauración Borbónica (1814-1830), para mantener el régimen parlamentario. Sin embargo, cuando Carlos X lo hiciera dos veces en menos de un año, para negarle a la mayoría electoral acceder al poder, se desvirtuó la figura. Ante este abuso por parte del rey, el pueblo se sublevó y derrocó al último de los Borbones franceses.
Tras la caída de Napoleón III en “La Debacle” de Sedan en 1870, ya durante la 3ª República, esta prerrogativa presidencial se elimina por más de setenta años. Tildada de incompatible con los principios republicanos, al ser considerada una norma que le permite a una persona imponerse sobre la voluntad popular. Será hasta 1945 que este privilegio regrese de derecho. Sin embargo, lo complejo de su aplicación lo vuelve inviable en la práctica.
La 5ª República nace en un momento sumamente complicado para Francia. Dos fenómenos influyen directamente, el colapso del Imperio Colonial Francés y el agotamiento del sistema parlamentario multipartidista. Durante trece años veinticuatro coaliciones de gobierno reflejaron la inestabilidad parlamentaria. Es así, como la figura providencial del Gral. De Gaulle, reaparece en 1958, para restablecer el orden.
De Gaulle no oculta su interés por refundar su nación en un régimen presidencialista. Su desprecio por el parlamentarismo multipartidista era evidente. Llegando a decir en múltiples ocasiones que: “el régimen de los partidos es un desastre”. Esto le granjea acusaciones de autoritario. Sin embargo, un electorado que anhelaba el orden y el progreso confió en él y su proyecto.
Mitterrand por su parte, agrio crítico de los amplios poderes presidenciales que la Constitución le otorgaba al Jefe del Estado en 1958, se acomodó a ellos. Disolviendo la Asamblea Nacional en dos ocasiones durante su mandato. Obteniendo su partido cómodas mayorías en la Asamblea Nacional.
Caso contrario ocurrió cuando Chirac lo hizo en 1997. Gozando de mayoría parlamentaria decide la disolución contra todo pronóstico. La medida juzgada electoralista por la población tuvo resultados desastrosos. Viéndose obligado a nombrar al líder socialista Jospin como Primer Ministro. Desde esa fecha, quizás por la reducción del periodo presidencial de siete a cinco años, no se había recurrido a esta drástica medida.
Los franceses hoy se ven obligados a acudir a las urnas nuevamente ante el cierre de la Asamblea planteado por Macron. Desde su reelección en 2022 su gestión ha sido inestable y ha tenido que cambiar a tres primeros ministros. En las últimas elecciones legislativas de junio de ese año su partido perdió la mayoría parlamentaria debiendo recurrir a coaliciones y alianzas coyunturales con otros partidos. Así como, a imponerse por la vía del decreto para gobernar. Lo que lo ha vuelto impopular.
Los resultados del 9 de junio vienen a consolidar la racha positiva del partido RN de Le Pen, en este tipo de escrutinios a una vuelta y por listados. Que, sumado a otras agrupaciones afines alcanza más del 40 por ciento de las intenciones del voto. Es evidente que, pese a que sus rivales la acusen de ser líder de un movimiento marginal de extrema derecha, para alcanzar estos niveles tuvo que recibir el apoyo de votantes de la derecha tradicional y republicana. Así como, de muchos de los que se sienten desheredados del sistema o excluidos de los beneficios europeos.
Es posible que Macron haya recurrido a la disolución, un verdadero salto al vacío, esperanzado en revertir la creciente tendencia de Le Pen. A diferencia de la votación europea, esta es una elección de nivel nacional, con candidaturas uninominales y a dos vueltas. En estas condiciones espera contener al RN y sus aliados. Esta es una obra que se juega en tres actos: disolución de la Asamblea Nacional, Elecciones Legislativas a dos rondas y nombramiento de un nuevo Primer Ministro. De momento faltan dos actos para que caiga el telón.
Guatemala, 30 de junio del año 2024
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