Jayro Bustamante y el poder de las promesas cumplidas

El temprano deseo de contar historias y hacerlas comprensibles a sus interlocutores se materializó en una carrera cinematográfica que le ha convertido en referente. Sin embargo, el principal desafío para el director de Rita es contribuir al desarrollo y aporte del cine en Guatemala.

Ana Lucía Mendizábal

julio 28, 2024 - Actualizado julio 28, 2024

Jayro Bustamante, junto a parte del equipo de producción de la cinta Rita, la primera realizada en colaboración con una productora de Hollywood. Foto: La Casa de Producción

“Hollywood nos está viendo”, afirma Jayro Bustamante (Guatemala,1977). “Al menos así lo quiero creer, porque que nos mire, significa que invierta en nosotros”, acota el director cinematográfico en entrevista con eP Investiga.

Su esperanza está sustentada en dos hechos que han sido noticia en los últimos meses. La primera es Rita, la cinta que se estrenará el 7 de agosto en la Gran Sala Efraín Recinos del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias y que fue coproducida por Concordia Studio, de Jonathan King, y La Casa de Producción, del propio Bustamante. Además, desde hace algunos meses Jayro fue admitido como miembro de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, por lo que podrá votar por nominados y ganadores en la próxima edición de los Premios Óscar.

Jayro Bustamante presenta su nueva propuesta cinematográfica en la que explora la situación de vulnerabilidad de muchas niñas en Centroamérica. Foto: Ana Lucía Mendizábal

Rita es hoy por hoy la mayor producción cinematográfica realizada en Centroamérica. Bustamante señala que, a diferencia de otros proyectos, el filme encontró rápido su financiamiento: “En cuestión de semanas ya tenía el presupuesto”. Sin embargo, cuando supo que el apoyo financiero venía de Hollywood, dudó. “Me frené pensando, ‘si Hollywood entra, va a querer que la película se vuelva comercial… con olor a rosa’”, expresa.

En Rita, Bustamante vuelve a experimentar con elementos del realismo mágico para retratar duras realidades. Foto: Ana Lucía Mendizábal

Sus temores se disiparon al conocer a Jonathan King, cuya última producción había sido Roma, el filme del mexicano Alfonso Cuarón que, entre otros, obtuvo tres premios Óscar. “Cuando hablé con él, le pregunté: ‘¿cuál es tu intención, hacia dónde quieres llevar esto?’, y me dijo: ‘yo estoy acá para subirme a lo que tú construyas, para ir al universo que tú quieras. Me interesa lo que están haciendo desde Guatemala’”.

En contraste con la facilidad del financiamiento, la cinta por su complejidad fue la que más tiempo le ha tomado realizar a La Casa de Producción. Se hizo un casting entre 5500 niñas de toda la República. De ellas fueron elegidas 300, que fueron capacitadas como actrices. “Eran niñas de entre 9 y 18 años”, cuenta. El equipo se preparó para implementar los consejos que recibió para trabajar con adolescentes. Sin embargo, el director asegura que muchas de las ideas que existen acerca de laborar con menores de edad son simples prejuicios. “Fue más fácil de lo que imaginamos. Son mucho más responsables de lo que dicen”, comenta acerca de las jóvenes que intervinieron.

Además, Jayro reconoce que el involucramiento de las nóveles actrices también obedeció a la metodología de La Casa de Producción, que combina técnicas para la iniciación en actuación del método Stanislavski, en el que se da cabida a las propias vivencias, y del teatro del oprimido, que hace que cada protagonista se vea como un ente social que cumple una misión.  “Muchas dicen que ellas empezaron por una gana personal de volverse actrices y al final, (el trabajo) se les convirtió en una misión colectiva de darle voz a las niñas que no la tienen”, añade Jayro.

Giuliana Santa Cruz debuta en el papel de Rita. Foto: La Casa de Producción

A los retos normales de este tipo de producción, que generó cerca de cinco mil empleos directos o indirectos, se sumó la pandemia que obligó a los equipos a implementar estrictos protocolos de seguridad.  Uno de los puntos que Bustamante realza como aprendizaje fue adaptarse a la metodología de Hollywood en lo referente a controles financieros. “Fue muy fácil manejar transparencia en el proyecto. Es muy importante que si nosotros queremos que una industria comience con buen pie, empecemos dando una buena cara del trabajo que hacemos”, destaca.

Otro logro relevante para esta cinta, es que anteriormente las películas que se producían en Guatemala solo lograban terminar un 60% de su trabajo en el país. En cambio, con Rita  se logró completar un 90% del trabajo y terminarla en Guadalajara, México, con la intervención de talento guatemalteco.

Un retrato propio

Jayro indica que productores estadounidenses y europeos le han ofrecido trabajar con él diversos proyectos. “Están interesados en mí, pero yo lo que quiero es que ellos vengan y trabajemos en Guatemala”, explica el director. Incluso le han llegado a cuestionar su insistencia de producir en el país, cuando pareciera que en Guatemala no hay suficiente público interesado en sus propuestas, mientras que en países de Europa se aprecia mejor su trabajo.

El propio Jayro está consciente que su crecimiento internacional podría ser más rápido al acceder por estas puertas. “Eso sería tan solo construir una carrera individual. Lo que realmente me hace levantarme todos los días es pensar en qué se puede hacer aquí”. El cineasta recalca que, además de propiciar empleos y la capacitación de las actrices, se espera que la película, genere conversaciones, despierte sensibilidades y tenga impacto social. “Eso me parece que es mucho más grande. Si me voy allá, solo seré un director más”, añade.

Rita está basada en una investigación realizada en Centroamérica acerca de las niñas en riesgo y es, además, una clara referencia a la tragedia que el 8 de marzo de 2017 le arrancó la vida a 41 adolescentes internas en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción. En el filme, Jayro opta por destacar el personaje de Rita, una niña de 13 años que huye de un padre violento y termina siendo internada en la institución. Como suele hacer en todos sus largometrajes, en este, Jayro utiliza elementos de fantasía y magia. “Si bien es cierto que el realismo mágico como término lo empezamos a utilizar gracias a la literatura, hoy en día para nosotros es un estilo de vida”, expresa el cineasta, quien hace referencia a que este tiene un lado encantador. “Poder vivir con esa psico magia permite también hacer una mezcla de nuestro presente y de nuestro pasado, de aceptar que, aunque vivimos en un plano que es el presente aceptamos a nuestros antepasados, nuestro imaginario y a diferentes culturas, y se da una sinergia entre esas”.

Pero también hay otro aspecto de este realismo mágico, que como dice Jayro, “no es tan encantador” y es el que se utiliza para digerir o contar realidades crudas.  “A veces se convierte en la única solución que tienes cuando vives en un país que no te ofrece justicia. No te queda más que acudir a los espíritus cuando tu propio Estado no te protege y no te da garantías”.

En Rita las realidades que enfrentan las niñas se muestran como metáfora, como leyenda y como cuento en los que las niñas se presentan como heroínas. “Empezamos a hacer el estudio de la vulnerabilidad de las jovencitas en la región, con los casos de dos niñas que fueron adoptadas por una amiga mía en Panamá, y fuimos ampliando el estudio a toda Centroamérica. Lo que puedo decir es que en todos los casos que estudié, no me quedó la menor duda que todas las niñas son heroínas. Todas las acciones que ellas toman en un momento determinado, cuando están hartas de ser violentadas, son heroicas”, asevera Jayro.

De los cuentos en familia a la gran pantalla

Los logros recientes de Jayro son solo pasos que se suman en un trayecto que lo ha convertido en uno de los más reconocidos cineastas guatemaltecos a nivel internacional. Sus largometrajes anteriores le han hecho destacarse en festivales y premiaciones internacionales. Sin embargo, para Jayro cada éxito y reto superado se vincula al origen de su vocación.  

En su niñez vivió junto a su madre en Panajachel, Sololá. Durante las vacaciones se trasladaba a la finca cafetalera de sus abuelos. Al final de la jornada de trabajo, todos se reunían y contaban cuentos e historias.  A Jayro le entusiasmaba poder compartir sus relatos. “Me preparaba para ese momento en donde uno se podía lucir con la historia”, afirma. Con el tiempo, empezó a escribir los cuentos que inventaba, pero se daba cuenta de que la gente no imaginaba lo que él tenía en mente. El próximo paso fue dibujar sus relatos.  

En ese punto, el cine entró a su imaginario gracias a su maestra de francés. “Mi profesora nos daba material y películas para entender la civilización francesa”, relata. Esto permitió que, aún siendo niño, Jayro comenzara a apreciar el cine internacional.  “Como a los 10 años vi una película de Pedro Almodóvar. Cuando entendí que Almodóvar hacía las películas y que era español quise saber quién hacía ese tipo de trabajo aquí, me di cuenta que en ese momento no había quien hiciera ese trabajo”, comenta. A partir de entonces, Jayro se prometió a sí mismo y a su madre que él quería hacer eso en Guatemala.

Una apuesta y un compromiso

Marina Peralta, madre de Jayro, podría haberse tomado a la ligera el sueño de su hijo de producir películas. Sin embargo, la convicción del entonces niño, hizo que ella se sumara a esa apuesta. “Ella se amarró a esa idea. Se volvió un plan de ahorro, de estudios y de vida”, matiza Jayro.

Al salir de los básicos, Jayro tenía 14 años y debió mudarse a la capital para realizar estudios de bachillerato con especialización en publicidad. Eligió esa área de estudios porque pensaba que era la única que tenía alguna relación con el mundo creativo. Posteriormente, cursó estudios de Comunicación Social, en la Universidad de San Carlos, mientras su madre y él reunían fondos para que fuera a estudiar a Francia.

Cuando al fin los ahorros fueron suficientes, Jayro se fue a estudiar cine en el Conservatorio libre del cine francés (CLCF). Posteriormente viajó a Italia, donde estudió elaboración de guiones en el Centro Experimental de cine de Roma. Jayro recuerda que, al llegar a Europa, se dio cuenta de cuán atrasado se encontraba en cuanto a conocimientos culturales en comparación con sus condiscípulos. Eso hizo que redoblara esfuerzos para ponerse al corriente en conocimientos que, según dice, muchos europeos adquieren desde que son niños.

Los estudios y esfuerzos dieron frutos. Jayro comenzó a obtener empleos, incluso como docente en La Sorbona y laboró en la casa de modas Dior. “Estaba ya instalado viviendo en Europa. Tenía la posibilidad de empezar a ganar las subvenciones, financiamiento y todo lo que Francia pone a disposición de sus ciudadanos, pero la promesa era hacer cine aquí”, recuerda. Decidió volver y aquí estaba su madre, quien era su socia y tomaron la decisión de crear La Casa de Producción. “Mi madre y yo tenemos una muy buena relación de socios porque se volvió un proyecto común. No era solo tú eres la madre y yo soy el hijo, sino también tenemos este proyecto”.

El primer paso fue realizar cortometrajes, que les ayudaron a comprobar la capacidad adquirida en la realización de audiovisuales. De estos trabajos destacan Semillas de cambio, Las caras de una ciudad, Usted y Cuando sea grande. De esta última produjo un libro didáctico dirigido a los niños, sobre los procesos de la elaboración de cortometrajes, editado por Piedrasanta.

El primer largometraje de La Casa de Producción fue Ixcanul, una cinta que, según confiesa el cineasta, era más una prueba para el equipo, con el objetivo de medir sus capacidades.  “Ixcanul la comenzamos a hacer en 2012. La promesa que todos nos habíamos hecho con el equipo, era que si la película no quedaba bien, esto habría sido una gran universidad para saber cómo hacer un largometraje y para todos como una práctica especial”, recuerda.  “Pensábamos, saldremos de esta deuda y haremos otra película”.

Esta idea tenía su sustento en las enseñanzas de un profesor polaco que, durante su formación, repetía: “Un cocinero no sirve todo lo que cocina. Hace muchas pruebas antes de darle a la gente a probar su comida. Recuerden que la primera película que muestren, va a ser la que los marcará ante los ojos de todo el mundo”.

A pesar de tener esto en mente, el trabajo continuó y, de pronto, Jayro se dio cuenta que se estaba quedando sin dinero para la conclusión de la cinta. Entonces decidió ir a buscar financiamiento y oportunidades a festivales. “Mostramos la película y los festivales comenzaron a invitarnos e iba creciendo en importancia”, relata. Pronto, fue el propio festival de Cannes que pidió el filme para una de sus secciones. Sucedió lo mismo con el Festival de Cine de Berlín, pero este decidió incluirla en su selección oficial. En la Berlinale, Ixcanul obtuvo el Oso de Plata del premio Alfred Bauer y, entre otros más de 50 reconocimientos, también se alzó como Mejor Película en el Festival de Guadalajara y en el Festival de cine de Cartagena.

Posteriormente, llegaron Temblores (2019) y La Llorona (2019). Esta última llegó a estar en la Lista Corta de los Óscar en 2021 y obtuvo premios como el de Mejor Película de habla no inglesa en el National Board Review y en la Asociación de Críticos de Cine de Boston, en Estados Unidos.

Paralelo al trabajo de producción de películas, la compañía cinematográfica tiene otras iniciativas, tal es el caso de la Fundación Ixcanul, cuyo objetivo es promover los derechos humanos y la justicia social en Centroamérica, a través del cine. Entre sus acciones se encuentra la proyección de cintas y educación de audiencias, a través de la Sala de cine, que cuenta con dos sedes: una en el Centro Cultural de España y otra en el Parque de la Paz, de la zona 21.  

Cosechas en la conciencia colectiva

Debido al contenido social del cine de Jayro, algunos se han atrevido a cuestionarlo. “Me dicen, ‘ya hiciste la película, pero, ¿qué propones?’. Ese no es mi rol”, aclara. Sin embargo, en lo que sí reconoce que ha contribuido es en los cambios, a través no solo de los mensajes, sino también en la fijación de referentes.  “Saber que María Mercedes Coroy y María Telón hoy en día son íconos culturales respetados y que en colegios del interior de la República se hacen murales sobre ellas, ya es un cambio”, refiere el director, quien dice que ha recibido fotografías en las que las dos actrices que han protagonizado sus cintas son ya figuras de referencia para los niños.

Jayro también tiene anécdotas interesantes acerca de lo que sucede con las audiencias luego de la proyección de sus cintas. En el caso de Ixcanul, cuya historia central está basada en una mujer a quien conoció su madre cuando prestaba servicios de salud en Sololá, refiere que, al presentar la película ante mujeres de las comunidades, ellas se han acercado a decirle que ese mensaje debe dirigirse también a sus padres porque son los que necesitan cambiar su mentalidad. El propio Jayro señala que su motivación para realizar este filme en kaqchikel fue una especie de venganza, porque su abuela materna era hablante de ese idioma y se le prohibió utilizarlo. “Yo fui el último de sus nietos con el que ella lo hablaba, así que quise ponerlo frente a todos y darle su valor”, señala.

En el caso de La Llorona, Jayro ha tenido comentarios de jovencitos que no tenían idea de lo que había sucedido en el país con la guerra. La cinta despertó un nuevo interés y, luego de verla, “se meten a internet a investigar”, asegura.

Así como el propio Jayro ha logrado trascender fronteras, sus mensajes también han tenido repercusión en otros países. Cuenta que durante una conferencia que dictó en Francia acerca de la cinta Temblores, que trata acerca de cómo se aborda la homosexualidad, un asistente le cuestionó acerca de si en Guatemala realmente existían centros de “rehabilitación” y él respondió que también los había en Francia. Lo que él no sabía es que dentro de la audiencia se encontraba una ministra. Al tiempo, recibió una carta de la funcionaria, quien le contaba que, debido a esa aseveración, ella había investigado y encontrado que, efectivamente, existían esos centros en su país y los habían prohibido.

Rita se presentó en el Festival de Cine de Fantasía de Montreal, Canadá. El jueves 25 de julio se efectuó la premier mundial de la cinta y obtuvo el premio a mejor cinematografía. En Guatemala, el estreno oficial será el 7 de agosto y los boletos pueden adquirirse a través de todoticket. Al comprar un boletos se brindará la oportunidad de que cinco niñas de distintas comunidades puedan ver la cinta de manera gratuita. Más adelante se anunciará la fecha de ingreso a las carteleras comerciales y exhibiciones especiales.

Además de la promoción de Rita, La Casa de Producción se encuentra trabajando en nuevos largometrajes, de los cuales Jayro aún no cuenta mucho. Sin embargo, han trascendido detalles. Uno de ellos es El Sombrerón, en donde se espera la participación de la actriz Adria Arjona, hija de Ricardo Arjona. La otra está relacionada con Maximón.

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