¡Halfon, Halfon, Halfon!

Las distinciones que ha recibido el escritor guatemalteco no solo reconocen la calidad literaria de sus textos, sino también su capacidad para conectar con públicos diversos, gracias a historias que trascienden geografías y contextos.

Jaime Barrios Carrillo

diciembre 8, 2024 - Actualizado diciembre 7, 2024

Ilustración: Amílcar Rodas

El nombre de Eduardo Halfon ha resonado este año internacionalmente tres veces por los notables éxitos sucedidos en el ámbito literario. En 2024, tres acontecimientos significativos destacan en su carrera: la publicación de una nueva novela, la obtención de dos prestigiosos premios internacionales y la expansión de su obra a nuevos idiomas.

Halfon recibió este año el Premio Médicis a la mejor obra de ficción extranjera publicada en Francia por Tarántula y el Premio Berman en Suecia por su novela Canción, consolidando así su impacto en la literatura europea. Estas distinciones no solo reconocen la calidad literaria de sus textos, sino también su capacidad para conectar con públicos diversos, gracias a historias que trascienden geografías y contextos.

Canción reafirma su lugar como un narrador al explorar las cicatrices del conflicto armado en Guatemala. Bajo la apariencia de un relato íntimo y personal, Halfon construye una narrativa que es a la vez histórica y profundamente humana. Canción no trata de música, tiene que ver con carnicería, lo que confiere al término un elemento simbólico con lo sucedido en Guatemala durante el conflicto armado interno. Canción significa carnicero en el argot lumpesco o jerga de baja estofa. Y Canción era el apodo de Percy Amílcar Jacobs Fernández, criado por una familia que tenía una carnicería y que no era su familia biológica; Jacobs fue abandonado por sus padres por razones desconocidas. Aprendió desde niño el oficio de carnicero y pasada la adolescencia se enroló en las guerrillas de las Fuerzas Armadas Rebeldes FAR y llegó a ser uno de sus comandantes.

Ilustración para el artículo Halfon de Jaime Barrios Carrillo
En Canción, el autor reafirma su lugar como un narrador al explorar las cicatrices del conflicto armado en Guatemala. Ilustración: Amílcar Rodas

Eduardo Halfon hace un retrato de época a través del personaje de su abuelo y el del guerrillero Percy Jacobs. No se trata de una simple denuncia de antisecuestro o de victimización, sino de episodios literarios que captan la condición humana. En un apartado se describe una masacre cometida por el ejército de Guatemala contra campesinos desarmados, entre las tantas acaecidas durante el conflicto armado interno.

En el perfil del abuelo se señala la manera de tratar a sus empleados y se enfatiza que “quizás laboralmente los hubiera tratado igual que todo empresario del país trataba (y aún trata) a sus trabajadores -sin un sueldo justo, sin prestaciones adecuadas, sin un contrato digno, sin la posibilidad de organizarse en un sindicato…”.

Al general Jorge Ubico se le llama en esta novela “El Hitler del Trópico”. Y no deja de tocar, Mario Vargas Llosa lo hizo antes con bastante detalle en sus Tiempos Recios, la intervención de Estados Unidos. Halfon escribe: “Árbenz fue rápidamente derrocado en un operativo de la CIA llamado OPERATION PBSUCCESS y con ello condenó al país a una serie de gobiernos represivos, presidentes militares, militares genocidas y casi cuatro décadas de conflicto armado interno.”

En Tarántula, Halfon explora las complejas relaciones entre realidad y ficción, entre el autor y su alter ego literario. En este relato parece cuestionar una y otra vez los límites de lo verosímil. Como bien señala el crítico español Alejandro Simón, “cada nuevo libro de Eduardo Halfon es un acontecimiento en la literatura escrita en español”.

Halfon explora las complejas relaciones entre realidad y ficción, entre el autor y su alter ego literario. Ilustración: Amílcar Rodas

Tarántula parte de un episodio autobiográfico que captura la complejidad del judaísmo, la familia y el desarraigo. La historia se sitúa en un campamento en Guatemala, adonde los padres del narrador, preocupados por sus raíces judías y guatemaltecas, envían a sus hijos en los años ochenta, un periodo marcado por la violencia del conflicto armado interno. Lejos de ser un simple retiro, el campamento sirve como vehículo para el adoctrinamiento en la noción de “defensa preventiva”, con ecos de la historia judía en Europa y de los enfrentamientos en Medio Oriente​, como lo resaltan las reseñas publicadas.

A través de su alter ego, también llamado Eduardo Halfon, el autor nos lleva en sus obras por memorias de infancia, primeras experiencias amorosas, viajes y la paternidad, creando un mosaico narrativo que es a la vez personal y universal. Esta ambigüedad entre el autor y el personaje refleja una de las características centrales de su obra: la autoficción. Como lo describió el crítico Serge Doubrovsky, este género permite explorar los sentimientos más profundos y conectar lo subjetivo con el mundo objetivo, transformando la realidad sin alejarse de ella.

En palabras de Halfon: “La literatura rasga la realidad”. Así, Tarántula es más que una novela sobre un campamento; es una meditación sobre la memoria, el trauma y la necesidad de pertenencia en un mundo fragmentado. Con esta obra, Halfon reafirma su destreza narrativa en “rasgar la realidad” por medio de la literatura.

El principio de verosimilitud ha sido la regla de oro de toda novelística. Una obra, aunque sea ficción, debe parecer real para el lector y Eduardo Halfon ha perfeccionado esta técnica al combinar lo vivido y lo inventado.

En 2022 Halfon publicó Un hijo cualquiera que resulta de alguna manera la historia de una genealogía y del nomadismo contemporáneo.  Asimismo, la historia contemporánea de un país marcada por un conflicto armado interno colmado de crímenes de lesa humanidad y hasta genocidio. No podía faltar una referencia capitular al bisabuelo de su hijo, el pediatra y antropólogo Juan José Hurtado Vega quien estuvo a punto de morir en manos del ejército en 1982.  Surge en el texto como un personaje referencial con su perfil humanista opuesto a la dictadura militar y al oprobio.  

En Un hijo cualquiera, la Guatemala profunda esta retratada con precisión y brevedad, un mundo impregnado por raíces precolombinas se manifiesta en personajes que pueden ser campesinos cachiqueles, un pescador, algún soldado, un curandero. Lenguaje a presión, concentrado, pero de un oportuno lirismo. El resultado es deslumbrante y como afirma el reseñista español Bruno Padilla del Valle: “conjunción de la memoria personal con la histórica”. En definitiva, Un hijo cualquiera no es una novela más, sino el libro inevitable para un lector acucioso y voraz.

Halfon entreteje recuerdos de infancia, imágenes tan vívidas como un zorro herido o un niño con máscara de apicultor, y reflexiones sobre la identidad. En este sentido, el narrador menciona cómo los niños almacenan recuerdos en una bóveda secreta de la memoria, un tema recurrente en su obra. Este enfoque autobiográfico no es solo confesional, sino un experimento literario que redefine los límites entre realidad y ficción.

Un aspecto notable en la obra de Halfon es la erudición del autor. Al igual que Jorge Luis Borges y Augusto Monterroso, Halfon es un lector permanente e insistente. Sus textos están llenos de referencias presentadas con tal sutileza que enriquecen la narrativa sin interrumpirla y que se integran de manera natural, guiando al lector hacia novedosas interpretaciones y profundidades.

En 2024, Halfon vio cómo su obra se traducía al sueco, danés y noruego, sumándose a los idiomas en los que ya se encuentra disponible, como el alemán, el inglés, el francés y el italiano. Este fenómeno demuestra la universalidad de sus historias y la potencia de su estilo narrativo. Es decir queHalfon no escribe solo para Guatemala, ni siquiera, y por extensión, para América Latina; escribe para un mundo globalizado que busca entenderse a través de historias que nos conectan en nuestra humanidad compartida.

Para un autor latinoamericano, ser traducido a otros idiomas es una puerta hacia la universalidad. En un contexto donde las letras latinoamericanas suelen estar circunscritas a sus países de origen o al ámbito hispanohablante, una traducción abre el diálogo con otras culturas y con tradiciones literarias globales. Esto no solo amplía la audiencia de lectores, sino que también posiciona las historias locales, marcadas por su riqueza cultural, política y social, en el panorama mundial. Además, la traducción conlleva un reconocimiento del valor literario y la universalidad de los temas tratados, desde las cuestiones de la identidad y la memoria hasta las luchas por la justicia y la representación histórica. Ser traducido permite que estas historias enraizadas en lo local resuenen en la sensibilidad del lector global. Como lo expresó alguna vez Luis Cardoza y Aragón: “La Dulcinea es universal porque es precisamente del Toboso”.

En definitiva, Eduardo Halfon ha logrado consolidarse como una voz importante de la narrativa contemporánea en español, gracias a su especial talento para entrelazar realidad y ficción, memoria y creación literaria. Halfon no es solo un narrador de historias; es un explorador incansable de la naturaleza de la realidad, y con Tarántula, Canción, Un hijo cualquiera y en otras obras, ha demostrado ser una voz imprescindible en la narrativa actual. Con cada nuevo libro, el autor guatemalteco continúa explorando las múltiples capas de la experiencia humana, dejando al lector conmovido, reflexivo y profundamente conectado con el poder de la ficción para transformar nuestra percepción del mundo.

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