Fuga de los garífunas

La pérdida del pueblo garífuna significaría una tragedia cultural irreparable para el país. La migración iniciada hace tres décadas continúa y, de seguir, serán pronto solo el recuerdo de un pueblo “que pasó por nuestras costas”.

Jaime Barrios Carrillo     mayo 5, 2024

Última actualización: mayo 4, 2024 7:04 pm

“…el vacío de saberse ciudadano/ entre la democracia del hambre…”                                                                 Wingston González, poeta garífuna

Guatemala ha sido un país que expulsa a sus ciudadanos. Una trágica exportación de pobres que se van en busca del llamado sueño americano. Y el país está perdiendo su población garífuna. Se van de un patria inhóspita, racista y excluyente. La mayoría ya se ha trasladado a Estados Unidos, donde viven más de 45 000 garífunas de origen guatemalteco, mientras en Izabal apenas quedan menos de 6 000. Dentro de los migrantes garífunas se cuentan algunas glorias deportivas de Guatemala como Guillermo Enríquez Gamboa y el fallecido Teodoro Palacios Flores.

La fuga garífuna de Guatemala no sorprende. Como otros millones de guatemaltecos sometidos a la pobreza y la exclusión, se han ido en busca de mejores oportunidades. Guatemala es para ellos un país inhabitable.

A pesar de que Livingston y sus alrededores representan lugares nodales para el turismo, por sus playas y por la cultura garífuna, es muy poca la inversión en el área. Los garífunas carecen de oportunidades y se benefician poco de las entradas del turismo. En síntesis, la población garífuna de Guatemala no tiene suficientes alternativas en el mercado laboral y han adquirido una visión pesimista del futuro, lo que ha llevado a miles de ellos a la decisión de emigrar.

Resultan sombrías las predicciones de que la población garífuna migrante acabará perdiendo sus vínculos con Guatemala y serán asimilados por la sociedad norteamericana, en un desarraigo sin retorno. ¿Pero será realmente así? Porque la esencia del credo garífuna es el culto a los ancestros a través de los ritos del llamado amuyadahani y el dugu, formas de cultura pública en base de un sentimiento colectivo de pertenencia.

En lengua garífuna Uraga significa cuento o historia. Los cineastas Ana Carlos y Guillermo Escalón, en el ya lejano año de 2002, pusieron el dedo en la llaga con una película con ese nombre que presentan como una historia garífuna. Los actores fueron lugareños de Livingstone y antes de filmar los realizadores leyeron el guion a todo el pueblo para discutirlo. Uraga no es un documental sino un verdadero docudrama, donde se entrelaza la realidad, la ficción, la mitología garífuna y la memoria.

El filme trata de un joven garífuna que vuelve de Nueva York para asistir al funeral de su abuela en su pueblo natal Livingston. Reencuentra a viejos amigos y el destierro, la nostalgia y la separación se convierten en los temas principales de sus conversaciones en los bares, en la playa y en otros ambientes del lugar. A través de los sueños encuentra a sus más antiguos ancestros llegados de África y los autóctonos de la isla San Vicente.

La constante del pueblo garífuna ha sido la lucha por la sobrevivencia a los embates de los procesos que destierran y oprimen al ser humano. Se trata de una historia de fronteras, viajes y persecuciones. De naufragios y asentamientos en nuevas tierras o como lo expresa el antropólogo Ricardo Falla: “El pueblo garífuna ha sido como una zarza que se quemaba de sufrimiento pero que nunca pudo ser extinguida”.

La pérdida del pueblo garífuna significaría una tragedia cultural irreparable para el país. La migración iniciada hace tres décadas continúa y, de seguir, serán pronto solo el recuerdo de un pueblo “que pasó solo por nuestras costas”.  Porque se les ha ignorado y marginado históricamente. Nunca se ha valorado que la lengua, la danza y la música garífuna fueron declaradas en 2001 por UNESCO “Obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad”.

Nueva York resulta como una especie de “tierra prometida”, en donde han sobresalido las expresiones musicales garífunas, internacionalizando los ritmos de la puntarock y compositores como Eduardo Ballesteros. La cultura garífuna tiene prolongaciones y vínculos a lo largo del Caribe continental. Pero Nueva York se ha convertido en la capital de acopio de la población garífuna de toda América. En Nueva York está activa la organización “Hijos de Livingston” que asiste a la comunidad garífuna y promueve su cultura.

Los garífunas surgieron de una mezcla única y dramática entre esclavos africanos sublevados e indígenas mesoamericanos. Desde mediados del siglo XVIII se fueron expandiendo, consolidando su propio idioma el garínagu. Y siempre han huido y luchado contra la esclavitud, las persecuciones y la transculturación en el contacto con sociedades opresoras.

La historia simbólica del pueblo garífuna se revive en su memoria colectiva por medio de sus ritos y sagas. Así, no se olvidan los días fundacionales en la isla de San Vicente, las raíces africanas, el trauma de la esclavitud, las persecuciones y la transculturación en el contacto con sociedades explotadoras.

La migración de la etnia garífuna de Guatemala hacia los Estados Unidos ha sido significativa, lo que plantea preocupaciones legítimas sobre la preservación de su identidad cultural y su población en el país. Para abordar este desafío, es fundamental adoptar un enfoque integral que aborde tanto las causas subyacentes de la migración como las medidas específicas para preservar la comunidad garífuna en Guatemala.

Desarrollo económico local: Muchos garífunas migran en busca de oportunidades económicas que no pueden encontrar en sus comunidades de origen. Por lo tanto, es esencial implementar programas de desarrollo económico local que generen empleo y mejoren las condiciones de vida en las áreas donde reside la población garífuna. Esto podría incluir proyectos agrícolas sostenibles, turismo comunitario, y apoyo a pequeñas empresas locales.

Fortalecimiento de la educación y la cultura: Promover la educación y la preservación de la cultura garífuna es esencial para garantizar la continuidad de la identidad étnica. Esto implica el desarrollo de programas educativos que incorporen la historia, el idioma y las tradiciones garífunas en el currículo escolar. Además, se pueden establecer centros culturales y programas de intercambio para promover el orgullo y la conexión con la herencia garífuna.

Acceso a servicios básicos: Garantizar el acceso a servicios básicos como salud, vivienda y agua potable en las comunidades garífunas es fundamental para mejorar la calidad de vida y reducir las presiones que impulsan la migración. Esto requiere inversiones en infraestructura y programas de asistencia social dirigidos específicamente a las comunidades garífunas.

Promoción de la legalidad y los derechos humanos: Muchos garífunas migran de manera irregular debido a la falta de oportunidades legales para emigrar. Promover vías legales y seguras para la migración, así como proteger los derechos humanos de los migrantes, es esencial para evitar que recurran a la migración irregular. Además, es importante abordar las causas subyacentes de la migración forzada, como la violencia y la discriminación.

Participación comunitaria y empoderamiento: Involucrar a las comunidades garífunas en la toma de decisiones y capacitarlas para abogar por sus derechos es crucial para fortalecer su resiliencia y su capacidad para enfrentar los desafíos que enfrentan. Esto puede lograrse a través de la capacitación en liderazgo, la formación de organizaciones comunitarias y el apoyo a la participación política.

En definitiva, abordar el problema de la migración garífuna en Guatemala requiere un enfoque holístico que combine medidas para mejorar las condiciones de vida en las comunidades de origen, promover la educación y la cultura garífuna, garantizar el acceso a servicios básicos, promover la legalidad y los derechos humanos, y fortalecer la participación comunitaria y el empoderamiento. Solo mediante un enfoque integral y colaborativo se puede esperar preservar la identidad y la población garífuna en el país a largo plazo.

La canción Suamen, que es una especie de himno del pueblo garífuna, dice en una mezcla de tristeza y alegría:

«judubei biyagumari wabu/ laujayu garinagu walede» (y busquemos otros horizontes, donde habitan garífunas como nosotros).

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