En la vasta obra de Gómez Carrillo, se ha dado usualmente prelación a los trabajos periodísticos y a su prosa modernista, que incluye ensayos y crítica literaria. Apelativos como “Príncipe de los cronistas” o el acuñado por uno de sus mejores biógrafos, Edelberto Torres, de “El Cronista Errante” revelan este aspecto central del corpus de su obra: la crónica.
El Gómez Carrillo novelista tiende a diluirse en ese mar de crónicas. Es precisamente su novelística lo que motiva estas líneas por la valiosa contribución al decadentismo de finales del siglo antepasado y como narrador pionero de la novela urbana en castellano, asimismo de la autoficción en nuestra lengua.
Comencemos señalando que la novela decadentista es una corriente literaria que surge como una reacción contra el realismo y el naturalismo, caracterizándose por una actitud de desencanto, pesimismo y una fascinación por lo morboso y lo extraño. Este movimiento está influenciado por el simbolismo y el esteticismo, y sus autores exploran temas como el hastío existencial y la búsqueda de lo sublime a través de la sensualidad y el arte.
En Francia, epicentro del decadentismo, destaca la novela de Joris-Karl Huysmans A rebours, publicada en1884, y que puede traducirse como Al revés o Contra Natura, considerada una obra emblemática del movimiento, una especie de manifiesto de la estética decadentista, centrada en el personaje Jean Des Esseintes, un dandi, un esteta iconoclasta que rechaza la realidad brutal para refugiarse en un mundo de sensaciones refinadas y artificiales. Es un rompimiento con el naturalismo y una colocación de temas que critican el utilitarismo de la época. Joris-Karl Huysmans se inspira en el simbolismo del poeta Charles Baudelaire y presenta a los lectores dimensiones del ocultismo y conexiones con el lado maléfico de la existencia, sin que ello signifique una apología del mal sino más bien una penetración en la sique humana, donde conviven fuerzas antitéticas y contrarias en una lucha permanente. Desde luego, por haber tenido Gómez Carrillo su foco creativo en París, no podía escapar de la influencia de Joris-Karl Huysmans.
Elsa García Sánchez de la Universidad de Salamanca, en su tesis doctoral (2015) Tres novelas inmorales- La estética decadente en Enrique Gómez Carrillo, analiza la trilogía compuesta por Bohemia sentimental, redactada en 1898 y publicada un año después, Del amor, del dolor y del vicio (1898) y Pobre clown (1900). García Sánchez sostiene que la estética decadente se plasma en estas novelas que captan la atmósfera de los cenáculos literarios de París en las postrimerías del siglo XIX.
La académica española afirma que los personajes que deambulan por sus páginas muestran la frivolidad propia de quienes disfrutan de una vida marcada por la idea del espectáculo, cuya amarga realidad emerge cuando baja el telón, como análogamente lo ponen de manifiesto las pinturas de Toulouse-Lautrec.
Yosahandi Navarrete de la Universidad Autónoma de México UNAM, señala en su tesis doctoral La construcción del espacio y la otredad en la travesía literaria de Enrique Gómez Carrillo (2018), que en las tres novelas inmorales “los personajes, artistas, escritores, bailarinas, vividores, se mueven en una ciudad donde se impone la vida bohemia, aquella que permite todas las búsquedas, todos los excesos, todas las experiencias.”
Gómez Carrillo ofrece claves para comprender la posición del artista en el marco de la Modernidad. Aquí es importante recalcar que estas tres novelas se inscriben en la dimensión urbana, aunque se desarrollan en París, y son anteriores a Santa (1903), del mexicano Federico Gamboa, que toca el tema de la prostitución en la Ciudad de México o a Juguete Rabioso (1926), del argentino Roberto Arlt, que trata de la lucha del adolescente Silvio Astier para superar la pobreza extrema y las iniquidades que padece por su condición de clase, marcada por la exclusión social y ambientada en la ciudad de Buenos Aires.
Las tres novelas inmorales de Enrique Gómez Carrillo fueron reeditadas en uno solo volumen por la editorial Alfaguara en 2012. Es de anotar que estas novelas fueron escritas y publicadas entre 1894 y 1900, cuando el autor tenía 26 años y 28 cuando escribió la tercera.
La Editorial Renacimiento fue galardonada en 2003 por el Ministerio de Cultura de España con el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultura. En 2011 esta editorial publicó en un solo volumen los tres tomos de lo que denomina “las memorias” de Enrique Gómez Carrillo: El despertar del alma (1918), En plena bohemia (1919) y La miseria de Madrid (1921), que según la editorial evocan la temprana iniciación literaria del autor en su Guatemala natal, el brillante París del fin de siglo, donde conoció a Oscar Wilde y a Verlaine, y la España de la Restauración cuando estaba a punto de iniciarse la revolución modernista, resaltando que se trata “de una de las obras más fascinantes de la literatura autobiográfica de lengua española.”
No han faltado críticas a la supuesta no estricta veracidad en estas obras, aduciendo por ejemplo que en una comienza el autor afirmando que nació en la Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, hoy Antigua, cuando en realidad nació en la Ciudad de Guatemala. O que el amorío con la esposa de un diplomático noruego es imposible pues el país no tenía representante de ese país nórdico y es una invención de Gómez Carrillo. Pero ha habido en este tipo de opiniones una omisión conceptual: no son memorias sino son novelas. En realidad, y en términos actuales, se trata de novelas de autoficción.
La autoficción es una forma híbrida que desafía las fronteras entre lo real y lo imaginado, ofreciendo al autor la libertad de reinterpretar su vida a través del lente de la ficción. Mientras que las memorias buscan reflejar la realidad de una manera fiel, la autoficción se permite explorar la subjetividad y la creatividad del autor, invitando al lector a participar en un juego literario en el que la verdad es fluida y mutable.
El término fue acuñado por el escritor y crítico literario francés Serge Doubrovsky en 1977, en la contraportada de su novela Fils (Hijo). Según Doubrovsky, la autoficción es un tipo de narrativa en la que el autor se coloca a sí mismo como protagonista de la obra, utilizando su propia vida como material literario, pero sin la necesidad de estar estrictamente apegada a los hechos reales. En la autoficción, el autor no está obligado a seguir los hechos reales con exactitud. En este sentido, la autoficción se aleja de la autobiografía para explorar las posibilidades creativas y narrativas del yo. Aunque el autor utilice su vida como base, mezcla realidad y ficción, crea una narrativa en la que la veracidad es secundaria frente a la exploración de la identidad, los recuerdos y las emociones.
Debemos entonces resaltar que Gómez Carrillo resulta ser un verdadero pionero de la autoficción, y de esta manera no deben considerarse estas tres novelas como meras narraciones de la vida y experiencias del autor. En la actualidad tenemos ejemplos representativos en novelas como Soldados de Salamina de Javier Cercas que nadie clasificaría como memorias. Y ningún crítico serio identificaría al Javier Cercas-personaje con el autor Javier Cercas. Algo muy similar a la narrativa de Eduardo Halfon, donde el personaje Eduardo Halfon tampoco es el autor Eduardo Halfon, habiendo diferencias como comportamientos y hábitos como el fumar: el personaje fuma como una chimenea, mientras el autor nunca ha fumado. Otro ejemplo guatemalteco sería el personaje “El Bolo” en la novela Los Compañeros de Marco Antonio Flores. “El Bolo” personaje no es el autor Marco Antonio “El Bolo” Flores.
La académica española María José Sueza Espejo de la Universidad de Jaén, en su tesis doctoral París, itinerario artístico en la obra de Enrique Gómez Carrillo (2008) resalta la relevancia de la novela El evangelio del amor (1922) de Gómez Carrillo. Novela de temática amorosa, religiosa e histórica, ambientada en el siglo XIV, en el imperio bizantino, concretamente en el monte Athos. La edición original fue prologada por el escritor vasco Vicente Blanco Ibáñez. Sueza Espejo concluye en que el tema fundamental de El Evangelio del Amor sería “la interpretación de la religión en términos absolutos de amor, desnuda de cualquier otro ingrediente que velara el principal, así como la no aceptación de esta verdad suprema en el mundo mezquino de los hombres.”
El Evangelio del Amor fue la primera novela hispanoamericana traducida en Suecia en el siglo pasado (1926). Traducción del connotado hispanista sueco Reigin Fridholm y publicada por una de las editoriales más prestigiadas en Suecia: Walhström & Widstrand, con ilustración de la portada del artista e ilustrador de libros Yngve Berg (1887-1963). Reigin Fridholm en su prólogo a la novela dice de Gómez Carrillo que es el escritor extranjero más popular de París (prólogo traducido al castellano por el escritor quetzalteco Luis Enrique Morales). Asimismo, Fridholm cuenta la anécdota de que al salir Oscar Wilde de la cárcel y llegar a París, quien lo recibió fue Gómez Carillo. “Desde entonces estos íntimos amigos se han encontrado con los más pertinentes escritores y artistas en Francia”, escribe Fridholm. Asimismo, cita al escritor belga y Premio Nobel Maurice Maerterlink quien al referirse al escritor guatemalteco afirma que éste es en realidad un artista, un poeta que escribe en prosa.
El probablemente mayor especialista en Gómez Carrillo, el académico canario Manuel González Martel, doctorado en Universidad Complutense de Madrid con la tesis Enrique Gómez Carrillo (1872-1927), da cuenta de otra novela gómezcarrilleana: La esencia del amor, prologada por Rubén Darío y publicada en Buenos Aires 1925 por la Editorial Tor, fundada por el barcelonés Juan Carlos Torrendell en 1916 y desaparecida en 1971. Esta editorial fue de las mayores y más importantes de América Latina.González Martel también informa, en su compilación (2000) de la obra de Gómez Carrillo, de dos proyectos de novelas que no llegaron a concretarse por la muerte de escritor. Se trata de El Príncipe Carol, con ambientación en Rumania y cuyo esbozo, según información de su última y tercera esposa Consuelo Suncín, comenzó a escribir durante los meses anteriores a su fallecimiento. Otro proyecto es Consolación, que trataría del encuentro con Consuelo Suncín. Martel consiga que alcanzó a escribir el primer capítulo y esbozar el siguiente. Estos textos, sin embargo, podrían hoy considerarse perdidos.
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