El Fondo de Cultura Económica cumple 90 años

A través de sus publicaciones la emblemática editorial financiada por el gobierno mexicano difunde desde temas académicos hasta literatura infantil. Además, fomenta el intercambio cultural con los países en los que posee subsidiarias, una de ellas ubicada en Guatemala, desde hace casi 30 años.

Ana Lucía Mendizábal     septiembre 1, 2024

Última actualización: agosto 31, 2024 3:45 pm

Cuando cursaba estudios universitarios de Economía durante la segunda década del siglo XX, Daniel Cosío Villegas (1898-1976), quien fue discípulo de José Vasconcelos (1882-1959), se dio cuenta que hacían falta libros de la materia traducidos al español. 

En esos tiempos, se vivía la gran crisis económica en Estados Unidos, mientras en el mundo las teorías económicas, tanto liberales como marxistas, se encontraban en auge. Los textos que explicaban los principios básicos de estas y las discusiones que sucedían a su alrededor estaban en alemán, inglés o francés. 

En 1929, Cosío Villegas, quien aún era estudiante, pero más adelante se convertiría en un destacado historiador, economista, psicólogo, politólogo y diplomático, tuvo la oportunidad de visitar España y llevó su inquietud de realizar traducciones a la editorial Espasa-Calpe. Sin embargo, su idea no fue tomada en cuenta por la casa librera. 

Ya graduado, en 1934, Daniel continuó pensando en la importancia de las traducciones y planteó su proyecto al secretario de Hacienda de su país, que decidió otorgarle fondos, a través de un fideicomiso. Así nació el Fondo de Cultura Económica (FCE). El primer libro que se editó fue El dólar plata, de William Peter Shea, traducido por Salvador Novo (1904-1974), reconocido escritor e intelectual mexicano. 

César Medina, actual director del FCE en Guatemala, señala que otro logro que marcó el inicio de la casa editora fue la publicación de las primeras ediciones de la revista El trimestre económico, que a la fecha sigue circulando tanto física como digitalmente. En esta, se publican artículos de diferentes economistas de habla hispana, que tratan sobre las últimas teorías económicas. 

César Medina, director del Fondo de Cultura Económica en Guatemala, en la librería Luis Cardoza y Aragón.

El momento de creación del FCE coincidió con la época de la Guerra Civil Española. El entonces presidente mexicano Lázaro Cárdenas brindó asilo a los intelectuales españoles que llegaron a México huyendo de la persecución impuesta por Francisco Franco. Entre ellos, arribaron familias de editores muy importantes como los Díaz Cañedo, que, según indica Medina, hasta la fecha continúan aportando al medio del libro. Otro ejemplo, es el de la familia del actual director del FCE, Paco Ignacio Taibo II.  Editores, correctores de estilo y autores españoles enriquecieron el ámbito editorial mexicano y por supuesto, muchos aportaron al crecimiento del FCE.  

Además de la edición y distribución de libros, el FCE promueve actividades como clubes de lectura. Foto: FCE México

Crecimiento y expansión

En sus primeros años, la editorial se concentró en publicaciones académicas de corte económico.  Sin embargo, la llegada de Arnaldo Orfila Reynal (1897-1998), un intelectual nacido en Argentina, pero radicado en México, marcó una nueva etapa, porque con él se inició la internacionalización del FCE con la fundación de la primera filial fuera del territorio mexicano, precisamente en Argentina. 

Orfila también contribuyó a la expansión de las publicaciones, porque se dio cuenta que no solo se necesitan traducciones de temas económicos, sino también de ciencias sociales en general. Así comenzaron a hacerse colecciones especializadas en Derecho, Política, Sociología, Historia y Filosofía. Paralelamente, se ampliaron las redes de distribución. Las primeras librerías se establecieron en distintos estados de México. Luego, además de la sucursal en Argentina, que se fundó en 1945, se abrieron las de Colombia, Chile, Ecuador, Estados Unidos, España, Perú y Guatemala. También se llegaron a publicar textos de autores brasileños y en portugués, según anota Medina.

Esta expansión hizo que el FCE se convirtiera en referente para el mundo editorial de Hispanoamérica. Medina destaca que personajes literarios de distintas partes de América Latina y España se incorporaron a los esfuerzos del fondo. “De ahí también viene el carácter universal que tiene el fondo, porque toda esta gente llegó a aportar conocimientos e hizo del catálogo algo muy robusto e interesante”, expresa. 

Las nuevas generaciones de estudiantes de ciencias sociales de Hispanoamérica se vieron favorecidas con los libros y colecciones especializadas que se publicaron a partir de esa primera mitad del siglo XX. 

Desde un inicio hubo interés por hacer accesible económicamente las publicaciones. De esa cuenta se crearon colecciones de pequeño formato que antecedieron a las llamadas “pocket” o de bolsillo, que más adelante popularizaron otros consorcios editoriales. 

Una colección que es emblemática para el FCE es la de los Breviarios, que tratan temas de interés para las diferentes disciplinas de las ciencias sociales. Los “lectores meta” de estos libros son aquellos que buscan algo básico sobre un tema en específico. En ellos hay desde fundamentos científicos hasta biografías de autores, en formato pequeño. 

Una decisión y su consecuencia

El fondo contribuyó a la expansión de la industria editorial mexicana, no solo por haber representado un desafío a otras editoriales, sino incluso por un hecho que pudo haber sido lamentable para muchos. Uno de los episodios que marcaron la historia del FCE fue la salida de Orfila Reynal que se dio tras la publicación del libro Los hijos de Sánchez, del sociólogo estadounidense Oscar Lewis, en 1964.

 De acuerdo con un artículo publicado por el propio FCE, la publicación fue percibida como “una afrenta a la dignidad de México. Relataba la vida de una familia pobre y sus testimonios, son interpretados como signos de exclusión en una sociedad desigual y controlada por una política autoritaria”.

El FCE rememora que “la reacción a la obra de Lewis llegó en febrero de 1965, cuando Luis Cataño Marlet, un abogado cercano al régimen, encabezó el ataque contra el autor y el editor, en una conferencia a la que asistió el presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz. Arnaldo Orfila Reynal renunció y fue calificado por los intelectuales del PRI, como un ‘extranjero comunista’”. 

Medina cuenta que esta salida causó indignación en el círculo intelectual mexicano. Además, se asociaron algunos editores y con capital privado se fundó la no menos emblemática editorial Siglo XXI, que también se dedicó desde entonces a temas sociales y análisis de la realidad latinoamericana, con textos de autores como Eduardo Galeano. En la actualidad, a través de filiales del FCE como la de Guatemala, se distribuyen también libros de Siglo XXI. 

Guatemala siempre presente

La filial guatemalteca del FCE fue abierta hace 29 años. Sin embargo, el país siempre ha tenido una fuerte presencia en la editorial, a través de libros y escritores. Entre los más claros ejemplos están los de Luis Cardoza y Aragón (1904-1922) y Augusto “Tito” Monterroso (1921-2003), quienes formaron parte de sus equipos de trabajo.  

Mucho antes de que se pensara en abrir la subsidiaria en el país, ya algunas publicaciones provenientes de Guatemala se habían destacado entre editores y lectores. Una de ellas fue la traducción del Popol Vuh hecha por Adrián Recinos, que se editó en 1947. “Gracias a esa edición es que el Libro Sagrado de los Mayas fue conocido en términos más universales, porque ya había sido publicado aquí en Guatemala, pero no había trascendido en todas partes. Incluso en México muchos creen que es un libro mexicano”, asegura Medina. 

En 1948 se publicó el Chilam Balam y en 1953, Guatemala, las líneas de su mano, de Luis Cardoza y Aragón.  También se publicó Breve historia contemporánea de Guatemala, del historiador Luis Luján. Otro libro muy importante es el Memorial de Sololá, en traducción de Recinos. 

Con el transcurrir del tiempo, otro de los libros que fue bastante exitoso fue El Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias, porque se trataba de una edición crítica que explicaba los contextos. Además, Medina indica que las obras de Asturias han sido bien recibidas por los lectores hispanoamericanos del fondo. 

El Señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias es una de las obras guatemaltecas más solicitadas en el Fondo de Cultura Económica. Foto: Archivo.

Lester Godínez también figura entre los escritores guatemaltecos destacados gracias a La marimba, un estudio histórico, organológico y cultura. “Es el libro más serio que hay y los otros que existen hacen muchas referencias al libro del maestro Léster”, expresa Medina. 

Otros autores que han encontrado en el FCE espacio de publicación han sido Margarita Carrera, Marco Antonio Flores y César Montes, entre otros.

Entre los libros más destacados de los últimos tiempos se encuentra Réquiem por Teresa, de Dante Liano, que fue uno de los primeros publicados dentro de la Colección Popular. “Es una novela muy guatemalteca, pero es muy latinoamericana, que ha circulado bastante y en México ha agotado dos tirajes”, señala. 

Además, muchos de los textos publicados por el FCE hacen referencia a las conexiones históricas entre México y Guatemala. Uno de los ejemplos que cita Medina es El Lienzo de Tlascala, en el que se narra el papel de los tlascaltecas en la conquista de Guatemala.

Entre las ventajas de que el país cuente con una subsidiaria está el hecho de que los libros editados en México llegan directo a la librería sin más intermediarios, lo que reduce los costos.  Además, se tiene un acercamiento con los autores locales, lo que permite que se publiquen más escritores del país. Medina señala que en los últimos años se ha publicado poco material de guatemaltecos, debido a los necesarios reacomodos que se dieron a partir de la pandemia, pero es uno de los propósitos es trabajar con autores contemporáneos y creadores de literatura infantil. 

Para todas las edades

El fomento a la lectura en los distintos países ha sido también una labor en la que se ha enfocado el FCE, especialmente en sociedades como la guatemalteca en la que las políticas públicas no siempre favorecen estos esfuerzos. En ese sentido, desde los años 1990, se enfatizó en los libros dirigidos a las nuevas generaciones.  Esto se hizo, especialmente con la colección A la orilla del viento, que ofrece títulos literarios dirigidos a niños y jóvenes.  

Medina comenta que ya hay quienes llegan con sus hijos y afirman que cuando eran niños leían los libros del FCE infantiles. “Fuimos los primeros en desarrollar una literatura infantil con más seriedad y que tiene calidad. Se aprecia tanto al ilustrador como al autor, porque creemos que la imagen es muy importante para un libro infantil”, añade. 

La nueva visión

En el transcurso de los 90 años del FCE ha habido diferentes administraciones y visiones acerca de las temáticas que se trabajan. Medina refiere que, en la administración de Manuel López Obrador, se nombró a Paco Ignacio Taibo II, reconocido escritor e historiador que ha desarrollado programas de fomento a la lectura. “Esa experiencia la traslada al Fondo y le da una nueva imagen a la Colección Popular donde no solo se publican las grandes novelas y estudios, sino también se comienza a publicar ciencia ficción, novelas cortas, poesía y teatro, con carácter más cercano a la gente”, explica. 

Añade que Taibo tiene la hipótesis de que en los países latinoamericanos sí se lee, pero que los libros son muy caros. Eso hace que uno de los objetivos sea precisamente la reducción de los precios de los libros editados por el FCE. 

Con esa visión, también se crea la colección Vientos del pueblo, que son pequeños libros de entre 20 y 35 páginas donde se narran biografías, hechos históricos o pequeñas partes de una novela. Estos se han pensado para quienes desean informarse de lo básico. En esa colección se incluye a autores clásicos como Alejandro Dumas, Arthur Connan Doyle o Leonardo Padura, pero también contemporáneos como el guatemalteco Eduardo Halfon.  

De estos libros se emiten ediciones de 40 mil ejemplares, en un papel mucho más barato, lo que permite venderlos a precios que pueden ser de entre Q9 y Q20.  

Los clubes, los talleres y el intercambio

En el empeño de fomentar la lectura, en México se han creado más de 6,300 clubes de lectura. En Guatemala, con capacitación desde México vía virtual, ya se han establecido 15 de clubes que se dedican al fomento a la lectura en comunidades o colonias. De la misma manera se opera en Chile, Argentina, Colombia y Ecuador, asegura Medina. 

A través de la subsidiaria de Guatemala las acciones y distribución también se expanden al resto de Centroamérica. “La idea es ir creciendo en ese sentido, siempre y cuando haya apoyo de los gobiernos que estén interesados en tener una librería”, señala el director. 

Además de la actividad de editorial y librería, el FCE en Guatemala también ha trabajado en la promoción cultural. Medina refiere que desde que la sede de la entidad se encontraba en la zona 9, ha habido presentaciones de libros, disertaciones y foros. El director de FCE Guatemala señala que antes de que se inaugurara la sede actual de la Embajada de México, el lugar que era referencia de la cultura mexicana era precisamente el FCE. 

Agrega que el involucramiento de actores locales es importante.  “Tenemos muchos promotores culturales, narradores orales que han trabajado contando los libros del FCE que se formaron con nosotros”. Alexis Cuenta Cuentos, Cuentos y Talentos, Delmi Felipe, Marilinda Guerrero son algunos de los narradores que se formaron dentro del fondo desde hace 22 años. 

A la fecha, el FCE es la única editorial internacional de habla hispana, no religiosa, que cuenta con sede en Guatemala. Ha jugado un papel sumamente importante en el movimiento cultural del país, al haberse integrado a la Gremial de Editores de Guatemala desde sus inicios.  Su participación en la Feria Internacional del Libro en Guatemala (Filgua) ha sido notable, no solo por la presentación de libros, sino también por propiciar encuentros con muchos de sus autores. 

Los actos conmemorativos de los 90 años del FCE se han extendido por diversos países. En julio, el director Paco Ignacio Taibo II depositó en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes de Madrid el legado de la casa editorial, que se entregó como gesto de memoria y resistencia del pensamiento y la literatura. Los libros elegidos por el director del FCE fueron la primera edición de la novela de Juan Rulfo, Pedro Páramo, además de un ejemplar de El llano en llamas, también de Rulfo; Irás y no volverás, de José Emilio Pacheco; Diario de una resurrección, de Luis Rosales; Sueños de la constancia, de Ida Vitale; Gringo viejo, de Carlos Fuentes, y el Catálogo histórico de 1934 al 2009. Además, El 28 de agosto, la Secretaría de Educación Pública (SEP) y Lotería Nacional presentaron el billete del Sorteo Mayor No. 3942 para conmemorar el 90 Aniversario del Fondo de Cultura Económica (FCE).

En Guatemala la celebración realizada el sábado 31 de agosto, incluyó desde actividades dedicadas a los niños como presentaciones teatrales y elaboración de manualidades, la presentación del libro Ovejas negras. La disertación sobre el origen de la colección A la orilla del viento y un concierto de cuerdas. Estos actos estuvieron precedidos por saludos y mensajes de escritores, editores y comunicadores, difundidos a través de las redes sociales, en las que reconocieron los aportes del FCE al país.

El FCE ha sido reconocido como un importante difusor de pensamiento y literatura a nivel internacional y en 1989 fue distinguido con el Premio Príncipe de Asturias.

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