El clítoris de Simón Bergaño

El poeta Simón Bergaño y Villegas se enfrentó abiertamente con las arraigadas ideas conservadoras, colonialistas y centralistas de su tiempo. Y a la moral autoritaria y patriarcal que imperaba.

Jaime Barrios Carrillo     abril 21, 2024

Última actualización: abril 21, 2024 1:48 pm

¿Quién era aquel hombre hoy bastante perdido en la oscuridad del olvido? Los datos son escasos y hasta contradictorios. El escritor liberal Ramón Salazar afirma que le parece extraño que el nombre de Bergaño “haya pasado desapercibido entre nuestras gentes de letras…a mí me cabe la honra de desenterrar su memoria casi después de cien años de su muerte.»

Una versión de su biógrafo Salomón Carrillo Ramírez en 1944 (El poeta Villegas) da el año de 1781 como del nacimiento de Bergaño y Villegas en Escuintla. Pero han aparecido datos que indican que nació en España, como aseguraba en 1934 el célebre archivista Joaquín Pardo. En un escrito del propio Bergaño encontrado éste afirma ser “oriundo de las montañas de Santander”, es decir asturiano. También se ha localizado información recogida de un pasaporte mostrado en Veracruz en 1798 de un tal Simón Carreño y que sería el mismo Bergaño y Villegas, acorde a un legajo descubierto por la desaparecida investigadora Josefina Alonso de Rodríguez en el Archivo General de Centro América.  Además, firmó con las iniciales S.C. algunos artículos publicados en la Gazeta.

Hay un hecho en que parece haber acuerdo: sufrió un grave accidente en Escuintla al caer de un árbol y quedó lisiado de por vida con la necesidad de usar muletas para caminar.

La académica francesa Catherine Poupeney Hart considera que pertenecía a las clases medias rurales de España. La investigadora argumenta la valiosa biblioteca que tuvo Bergaño en Guatemala, que indicaría cierto poder adquisitivo. En todo caso, fue el primer escritor y periodista profesional de Guatemala. Comenzó trabajando como escribano para el gobierno colonial del Capitán General González Mollinedo y Saravia. Luego pasó a dirigir el periódico La Gazeta de Guatemala hacia 1804.

¿Cómo era la ciudad de Guatemala a donde llego el poeta Bergaño y Villegas a principios del siglo XIX? La capital del Reyno tenía apenas un cuarto de siglo de fundada después del terremoto de Santa Marta en 1773 y contaba con 25 000 habitantes; no había más alumbrado público que rudimentarios faroles de mecha. Un viajero holandés, Jack Haekfnes, escribe que la ciudad era tan joven que todavía muchas calles carecían de nombre. Y era una ciudad levítica y pacata, inmersa en una religiosidad exaltada y fanática que regía la moral.

El analfabetismo en el país era mayúsculo, aunque un poco menor en la capital donde había estratos con educación e incluso una élite criolla que se puede considerar letrada y algunos lo llegarían a ser en alto grado (del Valle, Molina, Aycinena, Beteta, Beltranena, Larrazábal, Villaurrutia y otros). Se trata de un grupo de intelectuales descritos por el historiador costarricense Carlos Meléndez como representantes de la Ilustración en Guatemala, movimiento europeo que se caracterizó por promover la razón, la ciencia, la tolerancia y el progreso como medios para alcanzar la felicidad y la mejora de la sociedad. Los criollos guatemaltecos con reservas adoptaron los anteriores principios sin salirse del marco conservador. Estos intelectuales buscaban reconciliar los ideales de la Ilustración con las tradiciones arraigadas.

Catherine Poupeney Hart en un ensayo luminoso sobre los precursores del periodismo en la América Latina colonial, presenta una triada de españoles que coinciden en la América Central: José Rossi y Rubí, Alejandro Ramírez y Simón Bergaño y Villegas. El primero pertenecía a la masonería y se traslada de Guatemala a Lima donde fundara el periódico El Meteoro Peruano. Alejandro Ramírez será el primer director/editor de La Gazeta de Guatemala que se refundará por iniciativa de Ignacio Beteta en 1794 con apoyo de la Sociedad Económica de Amigos de la Patria, inspirados en El Meteoro Peruano. Bergaño y Villegas substituirá a Alejandro Ramírez cuando éste se muda a Puerto Rico con un cargo colonial importante.

Bergaño había entrado en abierto choque con el Capitán General de Guatemala, debido a un romance frustrado con la hija de éste. Además, sus escritos levantan la indignación de los prelados y de las autoridades españolas. Comienza a ser espiado por agentes de la curia y del gobierno que llevan noticias de las opiniones de Bergaño que se considera atentan contra la moral, en especial sus simpatías con Voltaire, un nombre prohibido por la Inquisición. Sus poemas eróticos también producen ronchas y ánimos de censura, por ejemplo las odas a La Rosa de Elvira. La rosa que lee entre líneas es el universo erógeno y genital de su amada lirica que bautiza Elvira.

Fotografía de Eadweard Muybridge

Se le debe a Bergaño y Villegas haber convertido La Gazeta en un medio que puede llamarse periódico, con noticias, textos de opinión, crónicas satíricas que tocan temas actuales y páginas literarias y de entretenimiento. Gran diferencia con La Gazeta original, fundada por el gobierno colonial en 1723 y que duró solo uno pocos años, que era un simple impreso con información eclesiástica de fiestas y acontecimientos sociales como defunciones y matrimonios.

El acoso a Bergaño alcanza su clímax cuando publica un artículo paródico en La Gazeta que intitula Hermafroditas, la historia de Juana la Larga que es llevada a un médico famoso para que examine su condición genital. Bergaño comienza con la mención del hermafroditismo en la mitología griega y continúa con descripciones de la vagina. Lo que produce la explosión de la bomba es cuando escribe que “el clítoris tiene sus propios músculos internos y ligamentos, como el miembro viril, y esa circunstancia le hace capaz de erección como éste”.  Bergaño concluye en que los seres humanos a pesar de los diferentes sexos tienen una igualdad biológica y la diferencia debe entenderse solo como complementaria. Fue demasiado. El arzobispo Luis Peñalver y Cárdenas denuncio a Bergaño a la Inquisición y lo llamo “persona de origen desconocido”.

Una interpretación para entender este desprecio de “desconocido” es analizar a la luz de las redes familiares que monopolizaban el poder en la Guatemala Colonial y que se reproducían con casamientos endogámicos, como ha señalado Marta Casaús en sus valiosas investigaciones sobre racismo y linaje. Por su parte, el Capitán General lo acusa de “díscolo, revoltoso, agitador de ideas perniciosas y sedicioso” por un escrito al que le endilgaron la autoría de Bergaño y donde se trazaba una conspiración contra el capitán General. Sus libros fueron vendidos para pagar el viaje de deportación a Cuba y solo se le permitió llevarse la ropa que tenía puesta y sus muletas.

En Cuba debe permanecer preso en el Castillo del Morro y luego como paciente en un hospital debido a su delicado estado de salud. Su amigo Alejandro Ramírez desde Puerto Rico interviene por él. En la isla funda varios periódicos, entre ellos El correo de las damas que es un embrión de publicación feminista, también El patriota americano con ideas de la Ilustración y El diario cívico. Publica el texto Rasgo filosófico de Dorila que analiza la situación de la mujer y con sutileza cuestiona el patriarcado pontificio. La reacción del obispo de La Habana, Juan José Díaz de Espada, llega de nuevo a la Inquisición. Se refugia en el campo, pero es finalmente deportado a España. De nuevo se pierden las pistas. Hay fuentes que aseguran que murió en España en 1820 y otras que regresó a Cuba y falleció en 1828. Las preguntas siguen inquietando:

¿Por qué no regresó a Guatemala cuando se consumó la Independencia? ¿Por qué los criollos “Próceres” y sus intelectuales e historiadores orgánicos no reivindicaron al poeta Simón Bergaño Villegas como precursor de la Independencia y el periodismo?

Las respuestas a estas cuestiones radican en el hecho de que la osadía intelectual de Bergaño y Villegas lo llevó a enfrentarse abiertamente con las arraigadas ideas conservadoras, colonialistas y centralistas de su tiempo. Y a la moral autoritaria y patriarcal que imperaba. De ahí que artículos como Hermafroditas donde resalta la igualdad biológica del clítoris y el órgano masculino fueron una verdadera bomba editorial en su tiempo. Sin duda, los criollos y el arzobispado se valieron de una judicialización perniciosa para encarcelarlo, quitarle sus libros y finalmente deportarlo. Un antecedente nefasto en Guatemala de utilizar las leyes para censurar a los periodistas y acallar la libre expresión.

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