A Carlos Cruz-Diez (1923-2019) se le reconoce a nivel mundial como uno de los artistas más visionarios del siglo XX. Nació en Caracas Venezuela. Fue uno de los máximos representantes del arte cinético o cinetismo, que es la rama del arte que integra el movimiento físico-espacial como elemento compositivo.
Desde agosto de 2023, cuando se cumplieron cien años del nacimiento del también investigador, se emprendió la tarea de difundir su arte por distintos países de América a través de la exposición RGB: Los colores del siglo, que fue concebida por el propio creador en 2014. A Guatemala la muestra, que consta de 16 piezas puestas en galería y una intervención en el espacio público, llega por iniciativa del Atelier Cruz-Diez y EPA, y cuenta con el respaldo de Juannio y el Museo Miraflores. Y es precisamente en ese recinto en el que podrá apreciarse, de manera gratuita, hasta el 16 de marzo de 2025, de martes a domingo, de 9:00 a 19:00 horas.
Acerca del aporte que Cruz-Diez hizo al mundo del arte, Luis de Sousa, de EPA señala: “Su obra revolucionó nuestra percepción del color al entenderlo como una realidad autónoma y dinámica, desvinculada de símbolos y preferencias, que existe en un presente continuo”.
Andrés Cordón, director artístico de Juannio, enfatiza que el trabajo de Cruz-Diez se basó en la investigación y el desarrollo de proceso en el estudio del color y su relación con la forma. “Lo que vamos a ver en la exposición es toda esa teoría del color que él desarrolló, a través de los años y que llegó a perfeccionar”, indica.
Las obras que pueden apreciarse en la exhibición son pinturas en formato duro. “Son piezas sobre madera. Cuando vean esta exposición van a ver este concepto de arte cinético porque el color como tal y el traslape de piezas en las composiciones genera una perspectiva de movimiento en el ojo del espectador”, añade Cordón.
El trabajo artístico de Cruz-Diez es también un claro ejemplo de integración del arte a la arquitectura y a la ambientación. “Él no solo realizó pinturas sobre bastidor, empezó a experimentar con lo que se conoce como ambientaciones. Por medio del uso del color llegó a realizar estructuras penetrables, en las cuales integraba la arquitectura del espacio que albergaba la obra dentro de la misma composición de la obra, solo por el mero uso del color”, explica Cordón. Un ejemplo de esto es el diseño que se plasmó en el paso peatonal que se realizó en medio del Paseo Miraflores.
Cuando se le cuestionaba acerca del objetivo de su experimentación el artista siempre fue claro en las percepciones que deseaba despertar. “Me he propuesto establecer un sistema simple y directo de comunicación a través del color, donde el espectador descubra y constate sus posibilidades y limitaciones y que su relación con la obra no se reduzca a interpretar un código de símbolos”, declaró Cruz Diez en una entrevista a la revista de la Universidad de México, a finales del siglo XX. El artista señalaba que quería que quien observara sus obras se implicara en la vivencia de una situación mutante que le permitiera descubrir el color.
De la pintura a la investigación
Carlos Eduardo Cruz-Diez nació el 17 de agosto de 1923 en La Pastora, una ciudad ubicada en el departamento de Caracas, en Venezuela. Desde niño, Carlos sentía fascinación al observar cómo la luz del sol atravesaba las botellas de refrescos y las distintas maneras en las que esta se proyectaba a través de diversos materiales.
A la par del bachillerato, cursó estudios en la escuela de Artes Plásticas y Artes Aplicadas de Caracas. Entre sus condiscípulos se encontraban Alejandro Otero y Jesús Rafael Soto, quienes también se convirtieron en referentes de la abstracción geométrica en América Latina.
En ese entonces, Carlos, quien siempre había dibujado, aprovechaba su talento natural para colaborar con viñetas humorísticas para el diario La Esfera y la revista infantil Tricolor. Para ese entonces se encontraba influenciado por el realismo social.
Uno de sus maestros, Rafael Ramón González, fue quien lo inició con más fuerza en la apreciación del color. Le enseñó a no plasmar colores planos, sino a matizar.
En 1944 trabajó como ilustrador y diseñador gráfico de la revista El Farol. También hizo cómics para distintos periódicos. Luego de graduarse de la academia, trabajo como profesor de Pintura e Historia de las Artes en la Escuela de Artes Visuales y Artes Aplicadas en Caracas. Su trabajo en el campo de la publicidad lo llevó a ser nombrado director creativo de la agencia publicitaria McCann-Erickson Venezuela y en 1953 trabajó como ilustrador del periódico El Nacional.
El ascenso profesional dentro del campo publicitario y de la ilustración no impidió que se planteara interrogantes acerca de la realidad social.
Los giros técnicos y temáticos
A principios de la década de los 50, Cruz-Diez asumió el ideal de realizar un arte comprometido. Pero pronto se dio cuenta que su lucha no pasaba de la denuncia, por lo que su visión cambió de sentido. Así que, partir de 1954, comenzó a interesarse por las corrientes abstractas y a concentrarse en los aspectos más estéticos. Presentó proyectos de murales en los que predominaban los elementos geométricos. Uno de los pasos más firmes en este nuevo sentido de su carrera fue la presentación que hizo de estos proyectos en el XV Salón Oficial en 1954.
Entre 1954 y 1959, el trabajo de Cruz-Diez pasó por varias etapas de estudio. De esos tiempos se pueden mencionar los proyectos investigativos Signos Vegetales (1955-1956); los Objetos Rítmicos Móviles (1956-1957); el Estudio de la percepción Óptica y la inestabilidad del plano (1956-1959). Al mismo, centró su trabajo alrededor del fenómeno cromático.
En 1955 viajó a París y visitó la exposición Le Mouvement en la galería Denise René y eso lo inspiró aún más para centrarse en la apreciación cromática. Al año siguiente, expuso en la Galería Buchholz de Madrid las series de Signos Vegetales y de Objetos Rítmicos Móviles.
En 1959, su serie de Fisicromía actualizó su premisa de llevar el arte como realidad cromática autónoma al entorno del espectador. Las superficies de las Fisicromías están formadas por tiras coloreadas de cartón, aluminio o plexiglás ensambladas en dos niveles intercalados: uno plano y otro elevado.
En 1960 Cruz Diez se instala en París y en 1961 participa en la Bewogen Beweging en Ámsterdam. En 1965 fue nombrado Asesor en el Centro Cultural Noroit, en Arras (Francia) y ese mismo año participa en The Responsive Eye en el Museo de Arte Moderno en Nueva York, que fue referente para lo que vendría en cuanto al arte cinético.
La consolidación
En 1966, ganó la III Bienal Americana de Arte de Córdoba, Argentina. En 1967 recibió el Premio Internacional de Pintura en la Bienal de São Paulo y en 1970 representó a Venezuela en la 35ª Bienal de Venecia en 1970.
La década de los 70 se caracterizó por el desarrollo obras públicas monumentales, con las cuales, según señalaba el artista buscaba compartir con el público sus hallazgos en el campo del color. Además, entre 1972 y 1973, ejerció como profesor en la Escuela Superior de Bellas Artes y Técnicas Cinéticas, de París.
Luego de compartir con los espectadores su arte con obras monumentales, en los años 1980, Cruz-Diez comenzó a explicar su obra al mundo. De esos años data su exposición itinerante Didáctica y Dialéctica del Color, presentada en el Museo de Arte de la Universidad Simón Bolívar en Caracas.
Para un artista como Cruz-Diez, los avances tecnológicos significaron nuevas maneras de experimentación. Su obra con Experiencia Cromática Aleatoria Interactiva (1995) fue muestra de cómo logró integrar la informática a sus maneras de expresión
Preservar el legado
El nuevo siglo vino cargado de nuevos retos, pero también de reconocimientos que llegaron de distintas partes del mundo. En 2005, su familia fundó el Atelier Cruz-Diez y la Fundación Cruz-Diez, que desde entonces se dedica a la preservación, difusión y promoción del legado artístico y conceptual del artista. En 2007 creó Pyramide Chromointerférente, una obra que está constituida por una pirámide tridimensional sobre la que se proyectó una trama fija de color aditivo y una trama móvil que genera las interferencias. En 2009, se publicó la segunda edición de Reflexión sobre el Color.
Su obra Cromosaturación como una de las piezas destacadas de la retrospectiva Color in Space and Time que se presentó en el Museo de Bellas Artes de Houston en 2011. En 2018, su Interferencia Cromática Espacial transformó el Buffalo Bayou Cistern.
Entre los reconocimientos que recibió se encuentra el grado de Oficial de la Orden Nacional de la Legión de Honor de Francia, que le fue conferida en 2012. La obra de Carlos Cruz-Diez forma parte de colecciones permanentes en museos como el MoMA de Nueva York; Tate Modern, de Londres; el Centro Georges Pompidou, en París; el Museum of Fine Arts, de Houston, y el Satoru Sato Art Meseum, en Japón. Cruz-Diez falleció el 27 de julio de 2019 en París.
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