Ciudades mayas y el arte integral

Los relieves de los templos y palacios mostraban escenas de rituales, linajes reales y la conexión de los gobernantes con los dioses, convirtiendo los edificios en textos visuales que comunicaban poder y espiritualidad.

Jaime Barrios Carrillo

enero 12, 2025 - Actualizado enero 11, 2025

Tikal muestra una sociedad con astronomía avanzada, el uso de la escritura y redes comerciales extensas. Foto: Wikipedia

En las ciudades mayas, la arquitectura y el arte eran inseparables, formando una unidad que trascendía lo estético para expresar su visión del mundo. Esta integración demuestra cómo los mayas concebían el espacio construido no solo como un lugar habitable, sino como una extensión del universo, un reflejo de su orden cósmico y un vehículo para perpetuar su cultura, su religión y su espiritualidad.

La arquitectura maya era de carácter integral porque no solo respondía a necesidades como la vivienda o la defensa, sino que también reflejaba creencias religiosas, conocimientos astronómicos y jerarquías sociales. Las ciudades mayas no eran únicamente centros urbanos funcionales, sino manifestaciones físicas de su interpretación del universo, donde la arquitectura y el arte se combinan en una totalidad simbólica y práctica.

Los templos, plazas y pirámides fueron diseñados para alinear el espacio humano con el cosmos, en particular con los ciclos solares y lunares. Por ejemplo, el diseño de templos como El Castillo en Chichén Itzá está ligado a los equinoccios, cuando las sombras proyectan la figura de una serpiente descendente, uniendo cielo, tierra y el inframundo.

Castillo de Chichén Itzá. Foto: Wikipedia

La ciudad maya de Tikal ha mostrado una sociedad con astronomía avanzada, el uso de la escritura y redes comerciales extensas. Notable es su arquitectura grandiosa que incluye cientos de edificaciones, templos y palacios, con alturas superiores a los setenta metros.

Las cerámicas policromas mayas, como los vasos cilíndricos encontrados en Tikal y Nakbé, presentan escenas mitológicas, rituales y jeroglíficos. Un ejemplo sobresaliente es el vaso del Dios del Maíz, que representa la resurrección de esta deidad central en la mitología maya. Estas piezas muestran el virtuosismo técnico y la importancia narrativa del arte maya.

Las estelas de Copánson esculturas monolíticas talladas con imágenes de gobernantes y jeroglíficos que conmemoran eventos importantes. Destaca la Estela H, que representa al gobernante Uaxaclajuun Ub’aah K’awiil con elaborados tocados y atuendos rituales.Reflejan la maestría técnica de los mayas y su habilidad para combinar retratos realistas con complejos textos jeroglíficos.

El Templo de las Inscripciones en Palenque es famoso por sus paneles de jeroglíficos que relatan la historia dinástica de Palenque y su relación con los dioses. Además, contiene la tumba del rey Pakal, cuya lápida tallada representa al gobernante descendiendo al inframundo, rodeado de símbolos cósmicos. Armoniza arquitectura monumental y arte narrativo, mostrando el profundo simbolismo de la muerte y la regeneración en la cultura maya.

Cada elemento arquitectónico estaba cargado de un significado simbólico. Las pirámides escalonadas no solo servían como templos, sino que representaban montañas sagradas, mientras que las calzadas (sacbés) conectaban puntos clave de la ciudad, simbolizando caminos espirituales o rutas hacia el más allá. La integración de los espacios urbanos con la naturaleza, como en Tikal o Copán, evidencia un entendimiento holístico del entorno, donde la arquitectura debía armonizar con los paisajes circundantes.

El arte maya era inseparable de la arquitectura, decorando y dotando de significado a los edificios. Esculturas, estelas, frisos y murales integrados a las estructuras transmitían narrativas míticas, históricas y políticas. Los relieves de los templos y palacios mostraban escenas de rituales, linajes reales y la conexión de los gobernantes con los dioses, convirtiendo los edificios en textos visuales que comunicaban poder y espiritualidad.

La integración del arte también se expresaba en el uso de colores vibrantes, como el azul maya, aplicado a esculturas y fachadas, creando un impacto visual que reforzaba el carácter sagrado de los espacios. Además, los diseños geométricos y simbólicos, como serpientes emplumadas o figuras antropomorfas, no eran decorativos en el sentido moderno, sino lenguajes visuales que transmitían la cosmovisión maya, en la que el equilibrio entre los elementos terrenales y divinos era fundamental.

Los murales de Bonampak, ubicados en el interior de una estructura ceremonial, son célebres por sus escenas pintadas que muestran rituales, ceremonias, guerras y sacrificios humanos. Los colores vibrantes y los detalles narrativos son impresionantes. Ofrecen una ventana única a la vida política y religiosa de los mayas, con representaciones detalladas de figuras humanas, indumentaria y armas.

La historia maya suele dividirse en tres periodos: el preclásico, el clásico y el clásico tardío. Tikal pertenece al segundo, el máximo esplendor, y se consideraba hasta hace poco que el período preclásico era de un desarrollo inferior. El descubrimiento y los estudios arqueológicos realizado en la llamada Cuenca de El Mirador vienen a cambiar la clasificación tradicional de los tres períodos de la cultura maya. Ya a mediados del siglo XIX el lugar había sido visto y registrado por un viajero ocasional de apellido Urrutia. Pero fue con el arqueólogo británico Ian Graham que El Mirador pudo ser estudiado por primera vez en los años sesenta del siglo pasado.  Se ha constatado que la ciudad estuvo alimentada por un sistema que aseguraba irrigación y agua potable a miles de personas, lo que muestra una alta tecnología hidráulica tan avanzada como en la civilización egipcia.

La pirámide La Danta en la Cuenca El Mirador. Foto: Wikipedia

La Cuenca de El Mirador situada en el norte de Guatemala, ha revolucionado la comprensión de los mayas durante el período preclásico. Entre los hallazgos más impresionantes está La Danta, la pirámide más voluminosa del mundo, con una base que supera los 2.8 millones de metros cúbicos. Esta estructura, construida hace más de 2,000 años, no solo evidencia un conocimiento avanzado de ingeniería y arquitectura, sino que también es un testimonio de la organización social y política de los mayas preclásicos. El Mirador floreció entre el 800 a.C. y el 150 d.C. y era una metrópoli mayor que la Roma de su tiempo, con una red de calzadas que conectaban los distintos sectores de la ciudad y otras comunidades vecinas.

El Mirador cuenta con calzadas que alcanzan una anchura de 40 metros y una altura que varía entre 2 y 5 metros, conformando lo que los expertos describen como el primer sistema de mega caminos o carreteras de la historia. Además, este hallazgo ha demostrado que los mayas del preclásico no eran sociedades rudimentarias, sino que poseían una escritura sofisticada, arte elaborado y un sistema político y religioso complejo.

El descubrimiento de El Mirador obliga a reconsiderar la posición de los mayas en la historia urbana del mundo. Hasta hace poco, se pensaba que la monumentalidad y sofisticación de la arquitectura maya eran exclusivas del período clásico. Sin embargo, El Mirador muestra que los mayas llamados preclásicos habían alcanzado un nivel de desarrollo comparable al de las civilizaciones de Egipto, Mesopotamia y el Valle del Indo.

 El arqueólogo Francisco de León considera que la periodización tradicional de la civilización maya en preclásico, clásico y clásico tardío es acaso un esquema heredado de la arqueología egipcia, aplicado de manera mecánica a un contexto cultural diferente. Este enfoque, aunque útil como marco general, no refleja la diversidad ni las complejidades de las ciudades mayas, que a menudo siguieron trayectorias de desarrollo únicas y asincrónicas. Mientras que algunos sitios, como El Mirador, alcanzaron un extraordinario desarrollo monumental durante el preclásico, otros no florecieron hasta el período clásico o incluso más tarde.

Asimismo, ciudades y sitios arqueológicos como Tikal, Calakmul, Nakbe, Uxmal, Quiriguá, El Tintal o Copán tuvieron ciclos de auge y declive que no encajan en esta división cronológica. Este modelo simplificado no logra capturar las interacciones dinámicas, las influencias regionales y las particularidades culturales que caracterizaron a la civilización maya, subrayando la necesidad de enfoques más flexibles y contextuales en el estudio de estas sociedades complejas.

La planificación urbana de El Mirador, con su intrincada red de canales y terrazas agrícolas, también muestra una relación respetuosa y pragmática con su entorno natural. Los murales encontrados ofrecen una ventana única a la mitología y cosmovisión de los mayas, destacando su rica tradición oral y su capacidad para registrar historias y rituales. El estudio de esta urbe extinguida en la selva no solo enriquece nuestro conocimiento de los mayas, sino que también refuerza la idea de que las civilizaciones antiguas de América fueron tan avanzadas y trascendentales como las del Viejo Mundo. Su legado, ahora más visible que nunca, es un recordatorio de la diversidad y riqueza de las culturas humanas en el tiempo. Su descubrimiento redefine la historia de las civilizaciones.

Etiquetas:

Todos los derechos reservados © eP Investiga 2024

Inicia Sesión con tu Usuario y Contraseña

¿Olvidó sus datos?