Roma no se reconstruye en 100 Días

Hugo Maul R.     mayo 13, 2024

Última actualización: mayo 12, 2024 5:18 pm
Hugo Maul R.

La discusión pública sobre los primeros 100 días del gobierno del presidente Bernardo Arévalo, a partir de la idea de la “primavera democrática”, ha alterado la forma en que se percibe la nueva administración.  Metáforas como las de una primavera que no floreció”, en referencia a una fallida transición hacia una situación más próspera y llena de vida en corto tiempo, tienen un alto poder simbólico negativo sobre el debate público actual. Esta reconfiguración del “paisaje metafórico” resulta desafortunada debido a que se sostiene en supuestos que no se cumplen en la realidad. En el caso de Juan José Arévalo, el padre del actual presidente, la primavera se usa para denotar la transición del país desde una dictadura hacia una democracia; el renacimiento político y social, donde libertades y derechos fundamentales cobraron vida.

En el caso del hijo, Bernardo, la ausencia de floración de la primavera  simboliza la oportunidad perdida por su gobierno. Una desafortunada y falaz comparación debido a diferencias significativas entre la situación que se vivía el país hace 80 años y la situación que se vive hoy.   Existen  diferencias significativas entre ambos contextos: al hijo se le exigen resultados inmediatos, mientras que al padre le tomó varios años construir su legado;  los retos de hacer funcionar el aparato público  no son los mismas que hace 80 años; y el respaldo popular y político que tuvo el padre, no lo tiene el hijo.  En relación a la primera diferencia, en materia económica, institucional y social, al padre le tomo varios años completar su faena. aquella Guerra Borges, en Guatemala: 60 años de Historia Económica, sostiene que la “revolución legislativa” de Juan José tomó casi cuatro años en perfeccionarse: reforma monetariasñ y financiera; creación del Banco de Guatemala, el IGSS y el Instituto de Fomento a la Producción;  aprobación del Código de Trabajo y la Ley de Fomento Industrial; y una “política económica y social propiamente dicha”. En términos de apoyo político, Arévalo, padre, estrenó una nueva constitución y tuvo un importante respaldo legislativo y popular. En cuanto a las dificultades de hacer funcionar el aparto público, basta notar que el Ejecutivo atendía todas sus funciones mediante nueve ministerios y unas cuantas entidades autónomas; y las responsabilidades del gobierno se centraban en la provisión de bienes y servicios públicos prioritarios.

Metafóricamente hablando, a Arévalo, padre, le tocó sembrar la semilla de la flor en un suelo más fértil; en condiciones agroecológicas más propicias que las actuales; y sin tantas plagas al acecho de la siembra; y con una población. Ahora la población está cansada de esperar y harta de tantas promesas incumplidas en el pasado reciente; el entramado institucional reinante es altamente corrosivo para el Imperio de la Ley; la capacidad del Estado para dar resultados se encuentra altamente disminuida y  atrofiada debido a la corrupción e impunidad; y la ciudadanía espera que el gobierno cumpla con la provisión de bienes y servicios cada vez más sofisticados y difíciles de producir.

Desde este punto de vista, la metáfora de una “primavera que no floreció” simplifica en exceso el reto que el actual gobierno tiene por delante;  provoca equivocadas inferencias acerca de la naturaleza de las soluciones, y; hace creer que existen soluciones simples, rápidas y fáciles de ejecutar. Si tan solo fuera suficiente con “ponerse a trabajar”, razón tendrían quienes tanto  exigen que se acelere la ejecución presupuestaria; se agilice la compra de medicinas; se multiplique la construcción de obra pública; que se realicen contrataciones transparentes y eficientes; y se  ponga freno a la rancia oligarquía sindical. Sin embargo, este simplista enfoque no garantiza absolutamente nada distinto. Para lograr los resultados que la población demanda se requieren reformas profundas, que tocan muchos intereses creados y que necesitan tiempo para madurar. Gastar más y hacerlo de manera más rápida no asegura nada, salvo que el dinero desaparezca de las arcas nacionales. Recomendaciones como las que hacen muchos de los críticos solamente aseguran que se mantenga la inercia histórica del funcionamiento de la maquinaria estatal.

No obstante, es importante  reconocer que parte de la impaciencia  de la población tiene su origen en promesas electorales   imposibles de cumplir de manera rápida y efectiva. Dadas la frustración las expectativas generadas  durante la campaña, la falta de resultados ha provocado que muchos guatemaltecos se sientan frustrados con el funcionamiento de la nueva administración. Si a esto se suma el desconocimiento que  sobre la situación real en que se encontraba el sector público, el reto se hace más complicado aún.  Si además, esto se conjuga con  impericia e incapacidad, el reto se vuelve titánico. Desde esa perspectiva, no se puede negar que cierto grado de razón tienen quienes acusan al nuevo de gobierno de  falta de resultados. Sin embargo, resulta llamativo que  quienes más critican al nuevo gobierno,  poco o nada dijeron nada de la falta de resultados, ineficiencias y corrupción durante  gobiernos anteriores.

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